vitoria - Tal día como hoy hace un año la Diócesis de Vitoria recibía al nuevo obispo, Juan Carlos Elizalde, con una ceremonia en la que se unían su consagración episcopal y su toma de posesión de la sede vitoriana sucediendo a monseñor Miguel Asurmendi. Elizalde era un desconocido que no estaba en las quinielas para convertirse en obispo de Vitoria. Las primeras sensaciones que provocó su llegada fueron, en una gran parte de la feligresía, expectación y esperanza en un obispo de la era del Papa Francisco, y en la otra parte, cautela hasta ver sus primeros movimientos.

Que la Diócesis no es la misma de hace un año es un hecho. Quizá lo más evidente haya sido, a comienzos de este año, el relevo del Consejo Episcopal, órgano de gobierno de la Diócesis, con sorpresas en los nombramientos, pero también se han realizado otras iniciativas que hablan de un modo nuevo de acompañamiento pastoral: las adoraciones de los viernes, la presencia del obispo con los jóvenes durante todo el viaje a Polonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la misa de jóvenes de los domingos en San Miguel... Quienes viven de cerca el día a día del obispo no se explican aún “como llega a tantos sitios”.

Para su primer cumpleaños como obispo no hay previstas grandes celebraciones, aunque hace unas semanas recordó la fecha y emplazó a los jóvenes y asistentes a la misa de los domingos a las 19.30 horas en San Miguel a recordar esta efeméride.

En el marco de este aniversario, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA recoge el testimonio de varios laicos, miembros de la comunidad cristiana sin cargos en la diócesis, aunque comprometidos de alguna manera en la vida de la Iglesia y por tanto conocedores de la realidad diocesana de hace un año y ahora. Para Alicia, periodista, después de un año con Juan Carlos Elizalde al frente de la Diócesis de Vitoria “muchas personas que llevaban mucho tiempo sin contactar con la Iglesia se han parado a escuchar, y a sentirle como alguien muy cercano y que tiende la mano a todos”.

Para Aline, vinculada a la Renovación Carismática, con el nuevo obispo “se respira diferente”. “Se nota una gran alegría entre muchos de los que formamos parte de la Diócesis, tanto en laicos como en los consagrados. Él no para de animarnos, es un pastor no solo con olor a oveja, sino que a veces es uno más junto a su pueblo”, asevera. “Es una persona sencilla y positiva, con ganas y esperanza de mejorar donde haga falta. Tenemos mucho orgullo de nuestro obispo”, apunta Aline. Para Rosa, madre de familia, con Elizalde “vemos recuperada la alegría de ser Iglesia”. “Me quedo con una frase suya: tenemos que encontrarnos para conocernos, conocernos para querernos y querernos para poder trabajar juntos”, sostiene Rosa. Por su parte, Jon, empresario, apunta que Juan Carlos Elizalde ha traído “un aire nuevo, a la vez apegado a la realidad social de la provincia”. “Se ha dejado sentir con fuerza, desde la máxima representación eclesial entre nosotros. Ha sido un halo de esperanza su venida a la Diócesis de Vitoria. Puedo dar fe de que el llamamiento del Papa Francisco, a sus pastores y obispos para oler a oveja ha calado en Monseñor Elizalde. Es un hombre con una sólida formación, y muy cercano al pueblo”, considera.

rejuvenecer la iglesia Según Diego, que se define como un “servidor de la Iglesia en Vitoria”, la llegada de Elizalde le ha hecho “sentirse partícipe de una Iglesia en salida, pasando de ser una Iglesia centrada en sí misma a una Iglesia de comunidad fraternal; de una Iglesia de puertas cerradas, a una iglesia abierta que desea dejarse sorprender por todos los movimientos y realidades; de una Iglesia vieja, cansada, rutinaria, sin esperanza, a una Iglesia alegría del Evangelio y esperanza para la Diócesis, y de una Iglesia acrítica consigo misma a una Iglesia que desea fortalecer sus puntos débiles”.

Fani, una cristiana comprometida con el movimiento familiar, comenta que “ha sido como un tsunami de aire fresco, oleada de aires nuevos, vivificante, profundo. Es Evangelio vivo al estilo de nuestro Papa Francisco porque huele a oveja. Le gustan los jóvenes, las familias, los marginados. Es una persona cercana, entrañable, lista, acogedora, renovadora... Una gozada como persona y como cristiano”. Enrique, un hombre de oración, dice que ha descubierto en el obispo a “una persona cercana”. “Al estar con él te sientes como en tu casa, con un amigo con el cual puedes relacionarte de tú a tú, sintiéndote acogido, aceptado, abrazado y animado. Eun currante nato, no dice nunca no a lo que le propongas para expandir el reino de Dios”, expone.

José María, un cristiano “crítico” con “su” Iglesia, espera que el futuro de la Diócesis de Vitoria con Elizalde vaya de la mano de “un obispo pastor, no jerarca, cercano, sencillo y puro Evangelio en todos los aspectos”. “Espero que logre rejuvenecer nuestra Iglesia Diocesana, Evangelio en mano y en el corazón. Creo que también nuestra Iglesia precisa una catarsis evangélica. Menos institución y más asamblea eclesial”, asegura por último José María.