vitoria - ¿Qué supone este premio para Sant’Egidio?
-Es un premio ligado a una figura importante del pueblo vasco, que contribuyó a la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y eso es importante. Además, el galardón René Cassin hace honor este año a la labor en favor de los refugiados.
Sant’Egidio está presente en Cataluña y Madrid, principalmente. ¿Este premio abre las puertas para que se cree una delegación en Euskadi?
-Tenemos una larga historia de relación con el País Vasco, sus instituciones, las diócesis y muchos amigos y, sin duda, este premio refuerza esos lazos. Quizá a partir de ahora, la Comunidad de San Egidio pueda hacerse más presente todavía en el País Vasco. Nosotros estamos abiertos a ello, cómo no. Habrá que rezar.
500 personas se han beneficiado del proyecto de los corredores humanitarios y han llegado a Italia. ¿De qué o de quién depende que este número sea mayor?
-La Federación de Iglesias Evangélicas y Sant’Egidio hemos firmado un acuerdo con el ministerio del Interior del Gobierno italiano en el que se prevé la acogida de mil refugiados en dos años. Hemos comenzado éste, y ya hemos logrado el traslado de 500 personas. Todas, vulnerables: niños enfermos, ancianos, personas impedidas por culpa de la guerra... Depender, depende de la voluntad de muchas partes, pero estamos en el buen camino.
¿Dónde está el secreto para que una organización privada actúe mientras los gobiernos se enredan en legalismos?
-Creo que el proyecto de Corredores Humanitarios lo podemos definir como un proyecto de sinergias entre la sociedad civil y las autoridades. Sí es cierto que es significativo que sean los cristianos los que hayan tomado la iniciativa. Es un paso importante para hacer frente a la indiferencia y a la creencia de que no es posible salvar vidas.
¿Cuáles son las dificultades a las que se enfrenta este proyecto?
-Hace años que desde Sant Egidio nos empeñamos en ayudar a los refugiados en el mundo, no sólo de Europa. Tengamos en cuenta que hacia Europa fluye sólo una pequeña parte del flujo migratorio del mundo. ¿Cómo salvar estas vidas que se arriesgan a cruzar en esas condiciones suicidas el Mediterráneo? ¿cómo evitar esos viajes de la muerte? Había que crear vías seguras y legales para entrar en Europa.
¿Cómo se mantiene después?
-Tenemos tres aspectos importantes en este proyecto: la seguridad del viaje en avión para que no se mueran en el mar, y la seguridad en el país de acogida; además, el coste de la operación no cae sobre el Estado sino sobre la organización, y tenemos una integración que funciona: 500 personas distribuidas en 30 ciudades diferentes.