Nadie sabe, a ciencia cierta, en qué punto exacto del vertedero municipal está el lindano que se filtra al río Zadorra sin que la depuradora de Crispijana pueda hacer nada por evitarlo. Y eso es un problema. Uno muy grande. Pero lo que sí ha descubierto el Ayuntamiento de Vitoria es que sale por uno de los dos flujos de lixiviados, el antiguo, procedente de los viejos vasos sin impermeabilizar que ya no se explotan. Y con esa información se ha puesto a trabajar de la mano del Gobierno Vasco y URA para elaborar el plan de actuación exigido por la CHE para contener el vertido. Se trata de una intervención fundamental. Aunque los análisis no han encontrado cantidades disparatadas en las aguas, aunque animales y sedimentos no se han visto afectados, el hexaclorociclohexano -nombre formal- es un pesticida tóxico y cancerígeno, persistente y bioacumulable. Por eso hace tiempo que la UE lo vetó.

El conocimiento del peligro no impidió, sin embargo, que Vitoria recibiera un día la visita del lindano. Fue en 1986, año en que varios camiones procedentes de Bizkaia realizaron el vertido ilegal en Gardelegi. Nada más conocerse la infracción, se cerró la puerta a nuevos vehículos. Pero ya era demasiado tarde. Y tiempo después, en 2013, cuando la CHE redujo los límites de cuantificación del parámetro, empezaron a aparecer en los análisis de sustancias peligrosas niveles de HCH a la entrada y salida de la depuradora superiores a la concentración máxima admisible por la norma de calidad ambiental. Cifras que crecían en invierno, primavera y otoño, pues es el agua de lluvia el que escurre el vertido, y que evidenciaron la necesidad de actuar.

“Por las cantidades detectadas, hay que relativizar la gravedad del problema para no crear alarma social, pero es verdad que el lindano es un contaminante perjudicial para la salud y hay que tomar medidas”, reconoció ayer el concejal de Medio Ambiente, Iñaki Prusilla, después de que Irabazi pusiera sobre la mesa de la comisión la noticia más preocupante del verano. Fue, de hecho, a mediados de agosto cuando gracias al último informe de la CHE se conoció la presencia de lindano en el Zadorra. Un capítulo específico advertía de altas concentraciones detectadas desde 2013 y de cómo en marzo de este año se había instado al Ayuntamiento a elaborar un plan.

Ese es el documento en el que se trabaja ya, con una larga lista de posibles acciones y medidas correctoras. Según explicó Prusilla, hay que llevar a cabo una caracterización exhaustiva del lixiviado antiguo “para determinar las cargas contaminantes vertidas a la red de saneamiento y que potencialmente deben ser eliminadas del mismo”. Para ello se contempla, entre otras medidas, “el estudio, diseño y construcción de una solución ingenieril adecuada para dotar al flujo de lixiviado antiguo de un sistema automático de aforo de caudal que permita un muestreo automático; la determinación durante el periodo de un año del caudal del lixiviado antiguo que se vierte; la determinación analítica de HCH de una muestra integrada, inicialmente con carácter semanal, con el fin de establecer las concentraciones de cada isómero de HCH y su evolución; una analítica para establecer las concentraciones de los distintos parámetros que pueda permitir, si fuera ésta la solución final, el tratamiento in situ de dicho lixiviado”.

El plan también propone realizar “un estudio de alternativas técnicas y tecnológicas potenciales, que incorpore un análisis coste-beneficio ambiental y económico, para conseguir la reducción drástica de las cargas de HCH vertidas al saneamiento”. Entre otras medidas, se valoraría la construcción de una depuradora específica.