vitoria - Aprender a andar en bicicleta es un rito de iniciación por el que casi todo el mundo pasa en algún momento de su infancia. De ésos que se recuerdan con nostalgia. Primero desaparecía un ruedín. Al poco, el otro. Entonces comenzaba el desafío de tratar de mantener el equilibrio, con un adulto al lado o detrás sujetando el sillín, firmemente al principio, menos después, hasta que soltaba la mano y de repente, tras alguna rodilla despellejada y más de un castañazo en el orgullo, se hacía el milagro. Sin embargo, circular sobre dos ruedas es mucho más que saber pedalear sin caerse, sobre todo cuando el objetivo no es lúdico sino estratégico, cuando lo que se pretende es fomentar el uso de la bici como un auténtico medio de transporte para desplazarse por la ciudad. Y en esas está el Centro de Estudios Ambientales. La entidad gurú que guía las políticas verdes de Vitoria ha elaborado un documento que marcará el desarrollo de los talleres realizados en los centros escolares para impulsar la utilización de este vehículo desde los primeros años de vida enseñando una circulación responsable y segura.

El programa, destinado a estudiantes de Primaria y Secundaria, propone un conjunto de ejercicios agrupados en actividades que buscan el logro de las habilidades necesarias para pedalear con la misma destreza y sentido del deber que un coche. El dominio de la bicicleta como vehículo es el primer paso, pero también hay que profundizar en su uso responsable. Esa exigencia pasa por guardar respetar al resto de los vehículos y a los peatones, conseguir la suficiente autonomía sobre el sillín y saber reaccionar ante peligros y dificultades. Por eso, los objetivos se han redactado de forma muy concreta, estableciendo unos buenos referentes para el desarrollo de los diferentes ejercicios, de acuerdo a las competencias incluidas en el Plan Heziberri 2020 y de la LOMCE. También se dan pautas de evaluación, de forma que el profesorado pueda identificar con la mayor facilidad posible la consecución de los propósitos marcados en cada nivel.

A corto plazo, lo que busca el programa para la impartición de cursos de circulación segura y responsable en bicicleta es mejorar las habilidades motrices encima de las dos ruedas, que el alumno se sepa las normas básicas de circulación, se mueva correctamente sobre las dos ruedas, realice el mantenimiento elemental del vehículo y conozca el entorno urbano próximo a la escuela. A largo plazo, la idea es avanzar en la utilización de la bici como modo de desplazamiento, tanto al acudir a clase como por la ciudad, iniciar una reflexión más generalizada sobre los modos de transporte que existen como alternativa al modelo insostenible actual en el que prima el uso del coche y consolidar los hábitos de movilidad segura en bicicleta en todas partes.

El programa se compone de tres unidades didácticas con tres niveles de aprendizaje cada una de ellas, que se consiguen mediante la realización de diferentes ejercicios a lo largo de distintas sesiones. La primera, Aprende a ir en bici, se centra en comprobaciones generales de seguridad de la bici, controlar los frenos, subir y bajar de la bicicleta, el equilibrio dinámico en línea recta, iniciar la marcha y parar con seguridad y dirigir el vehículo hacia donde se quiera ir. Los movimientos más básicos, por tanto, antes de dar el paso a la segunda unidad, Conduce en bici, y poder conseguir el nivel uno, consistente en competencias tales como control de las distancias con obstáculos fijos y móviles, habilidad en el control de la conducción con una mano -para señalizar con eficacia cuando se quiera doblar hacia la derecha o izquierda-, parada de emergencia, circulación lenta, giros pronunciados, habilidad para mirar atrás y mantener la línea recta. Todo eso, dentro de un circuito cerrado, como el que puede ofrecer el patio de cualquier centro escolar.

Sólo cuando esas habilidades estén consolidadas, se podrá pasar a la unidad tres y salir a la vía pública para entrar en contacto con la realidad y aprender a enfrentarla. Circula en bici incluye actividades sobre posicionamiento en la calle, comprobación visual y auditiva, señalización eficaz, giros a la izquierda y a la derecha en diferentes intersecciones, percepción del riesgo, conducción por arterias donde hay coches estacionados y otros obstáculos. Siempre, eso sí, en vías abiertas al tráfico pero tranquilas, para que los chavales se sientan cómodos y puedan fortalecer su confianza, hasta adquirir las competencias necesarias para poder desplazarse por su cuenta al menos hasta las aulas. Un objetivo que, por cierto, gracias a las actividades que en los dos últimos años ha puesto en marcha el CEA, antes de la elaboración de esta hoja de ruta para los colegios, está más cerca de conseguirse.

La encuesta realizada en este último curso, dentro de la Agenda 21 escolar, en la que han participado más de 20.500 alumnos, evidencia que las acciones impulsadas entre el Consistorio y las instituciones educativas para inculcar en los chavales la importancia de desplazarse de manera sostenible, formarles en conductas sin riesgos y reforzar la seguridad están funcionando. Son datos objetivos ofrecidos por los propios estudiantes, más positivos en el caso de los que pegaron el estirón o están en ello. Ya son mayoría los alumnos de Secundaria, los que tienen entre doce y dieciséis veranos, que van a clase andando o sobre el sillín. Representan el 68% del total según las evaluaciones realizadas, un 3% por encima del curso anterior. En lo que respecta a Primaria, la mitad de los estudiantes de seis a doce años se traslada a su centro de forma activa y aunque muchos de ellos realizan el camino a las aulas acompañados de un adulto, el 74% en concreto, en este último curso han sido un 2% menos que en el anterior.