Vitoria - El nuevo sistema de reciclaje del Casco Viejo de Vitoria no tiene demasiado misterio. Se basa en doce islas de contenedores azules y amarillos de quita y pon, que se alternan en función del día de la semana, aparecen a las 14.00 horas y se retiran a las 3.00. El objetivo: mejorar las prácticas ciudadanas en separación de residuos, aumentar el volumen de lo reutilizable y reducir la acumulación de desperdicios a los pies de los buzones, que ya sólo valen para fracción resto. Reto complicado. Una semana después del estreno, el panorama ha cambiado “poco”. Comerciantes y hosteleros continúan prefiriendo esperar al camión que todavía recoge el papel puerta a puerta. Las montañas de residuos cebadas por el mal hábito de una parte del vecindario, aunque puede que algo menos elevadas, siguen fuera de sitio. Y también hay quejas sobre el incumplimiento horario, al menos en la calle Diputación, donde los depósitos desaparecen bastante antes de que los bares cierren, y porque los tres containers amarillos prometidos de forma fija en tres puntos de la colina gasteiztarra donde ya había azules todavía no han sido instalados.

La gente se encoge de hombros, a veces incluso frunce el ceño, cuando se le pregunta su opinión sobre el nuevo sistema de reciclaje y basuras del Casco Viejo. Todas las personas consultadas tienen claro que la imagen de la colina no era la mejor y que hay que incentivar el reciclaje, pero ninguna está convencida, a priori, de que las modificaciones vayan a servir para algo. Y mientras, el Ayuntamiento pide tiempo. “Hace falta rodaje”, matiza. También asegura que está atento a los fallos y muy encima de la contrata de limpieza para que cumpla todos los términos del nuevo sistema. Ya la jornada del estreno empezó con tropiezo. FCC y GMSM, controvertidos responsables del aseo de la ciudad, colocaron a lo largo de la colina los depósitos de papel y cartón cuando tocaban los de envases. Y eso que hacía días que comerciantes y vecinos habían recibido cumplida información del sistema para tener aprendida la lección a tiempo: lunes, miércoles y viernes los azules, martes y jueves los amarillos. “Aunque el folleto es lioso”, admite una de las trabajadoras de Iriarte, tienda de la calle Diputación experta en accesorios de viaje.

La rutina del comercio se ha trastocado desde la irrupción del nuevo sistema. “Antes tirábamos la basura en los buzones cuando nos venía bien. Ahora, como ya no se puede, hay que estar pendientes de los horarios, sobre todo del contenedor azul, porque lo que más generamos es papel. Eso, o esperar al camión que lo recoge puerta a puerta, que sigue siendo el sistema más cómodo”, explica la comerciante. En la tienda de calzado MariJuan también aluden al vehículo en cuanto se les pregunta por el nuevo sistema. Les extraña que todavía se mantenga “si se supone que los nuevos containers hacen esa función” y se preguntan si el Ayuntamiento no está duplicando servicios y, por ende, gastando de más. En el Consistorio, al ser preguntados por DNA, el equipo de gobierno asegura que “la recogida puerta a puerta cumple otra función” y que “se va a mantener”. Desde los comercios de la colina insisten, sin embargo, en que ahora lo que hay es “dos formas distintas, una más afanosa y otra menos, de reciclar”. E insisten en que no le ven “sentido” a la aparente duplicidad, sobre todo “por todo lo que se está hablando últimamente del estado de las arcas públicas”.

Ahora bien, “si hay dos alternativas, se van a mantener y no supone un problema de dinero, pues mejor para el comercio”, dice la trabajadora. Ella, en esta primera semana, está utilizando los dos métodos. “Estábamos acostumbrados a acumular cierta cantidad de cajas y sacarla a la puerta para el camión, pero ahora si vemos que en un día hemos acumulado una cantidad que podemos cargar por la calle, vamos hasta el contenedor”, explica.

La nueva isla de quita y pon le pilla bastante cerca, aunque no tanto como al bar Triskari. “Casi todo lo que generamos es cartón, así que los amarillos prácticamente no los hemos utilizado. Y los azules... Tampoco porque no nos han dejado”, señalan desde este establecimiento. Según desvela la propietaria, “FCC está retirando el contenedor azul para las doce de la noche en vez de a las tres de la madrugada, como se nos había informado desde el Ayuntamiento”. No se trata sólo de la palabra dada. El folleto informativo fija las 3.00 como hora de retirada de estos depósitos de ida y vuelta y en la rueda de prensa ofrecida por el equipo de gobierno para anunciar las modificaciones se dijo lo mismo. “Y claro, a las doce nosotros todavía estamos limpiando, cerrando... ¿Así que qué vamos a hacer? Dejarlo todo fuera y esperar a que venga el camión”, explica, con resignación, la hostelera.

El Consistorio, al ser consultado por este caso, afirma que desconocía la situación pero se compromete a exigir explicaciones a la contrata de limpieza. En Triskari esperan que la llamada de atención surta efecto, aunque ése no es el único problema. La cocinera se lamenta de que aún descansan restos en la calle “por puro incivismo”. A los pies de los buzones sigue acumulándose alguna que otra bolsa con cartón, papel y envases de vecinos que no están dispuestos a esperar la llegada y los horarios de los contenedores. Son las once de la mañana y ya se ven varias cajas de leche, amén de una bolsa con restos de todo tipo. Y todo esto, mientras los usuarios del garaje que está junto a la isla se lamentan de cómo el depósito amarillo obstaculiza su paso. “Al poner el bar la terraza, nosotros no podemos hacer maniobra”, protesta uno de los residentes afectados.

Y mientras, en la Cuesta de San Francisco y Portal del Rey, los contenedores amarillos prometidos junto a los contenedores azules, que se establecerían de forma fija, no terminan de llegar. “Desaparecidos en combate. Y eso que buena falta que hacen”, dicen desde el Toloño. El Ayuntamiento, a preguntas de DNA, reconoce que “no sabe” por qué no se han instalado los de la Cuesta, que pedirán informe a FCC, y dice que con Portal del Rey “hay problemas porque exige la supresión de una plaza de parking y esto lo tiene que tramitar Hacienda”. Las que sí están puestas son las nuevas bocas de tipo panera en los tres puntos anunciados, un intento de poner freno a las excusas de parte del vecindario. “Ojalá funcionen”, dicen desde la relojería Mendoza, un centenaria local con vistas que van camino de hacerse perpetuas a montañas de basura, “pero dudo de que la apertura sea una de las causas de la situación”. La trabajadora se pregunta si hacen falta más campañas de pedagogía o si ha llegado la hora de pasar a las multas.

La zapatería MariJuan se cuestiona si el contenedor azul no hace la labor de la recogida puerta a puerta y si se está gastando de más innecesariamente, pero reconoce que “dos servicios son mejor que uno”.

La tienda de material de viaje Iriarte reconoce que los viejos buzones “resultaban más cómodos”, pero no le supone mucho problema el cambio porque “generamos poco papel”.

El bar Triskari asegura que FCC está incumpliendo el horario, lo que le imposibilita utilizar el nuevo servicio puesto que “a las doce de la noche aún estamos limpiando y recogiendo”.

La relojería Mendoza ve con buenos ojos el enésimo intento del Ayuntamiento de mejorar el uso de los buzones con una prueba piloto con nuevas puertas, pero cree que el problema de fondo “está en el incivismo y me da que lo va a seguir habiendo”.

Quejas a través de VGarbi. Además de las quejas por el servicio de recogida de basuras y limpieza que llegan a los partidos a través del buzón ciudadano o las redes, los vitorianos llevan trasladando sus denuncias al Ayuntamiento desde el 20 de diciembre a través de la herramienta VGarbi, que funciona con Whatsapp y Telegram. Según explicó el concejal Iñaki Prusilla a Radio Vitoria, se han recogido en este tiempo 1.736 denuncias, de las que 670 están relacionadas con comportamientos incívicos.