Para conseguirlo este gasteiztarra de 69 años ha dedicado buena parte de su tiempo a investigar los motivos de estas preguntas. Su bitácora la comenzó en abril de 2010, cuando una vez jubilado decidió apuntarse a uno de los cursos del programa Mejora, para personas de más de 55 años, de la Fundación Vital para aprender a hacer blogs. Pero, como explica Garaluce, sus investigaciones sobre Álava comenzaron mucho antes. En concreto, en la época en la que era profesor jubilado de Educación de Personas Adultas (EPA) e impartía un módulo de historia sobre Vitoria. “Fui uno de los pioneros en la ciudad en dar clases sobre una materia de este tipo y para ello decidí valerme de un cuaderno de apuntes que yo mismo recopilé, a través de fuentes de historiadores locales, como Micaela Portilla”, recuerda este hombre, que hoy es voluntario cultural de dicha fundación.
Y así, mientras sus compañeros de cursos escribían en sus blogs sobre flores o salidas al monte, él decidió hacerlo de la historia de su ciudad, mediante esas anotaciones por él mismo seleccionadas que volcó “pacientemente” en Internet a lo largo de un par de años y que, como profesor que era, ha intentado transmitir de la forma más pedagógica posible. Para ello se ha valido de dos métodos. El primero es el que califica de “libro de texto”, mediante el apartado de circuitos fotográficos y paseos, que recorren la creación y sucesivas transformaciones de la capital alavesa. Y el segundo es el que plantea a modo de preguntas, como si fuera el popular juego de mesa Trivial, en sus entradas dedicadas a las Curiosidades de Vitoria. Algunas de ellas Garaluce dice que ya las conocía y otras, que las ha ido descubriendo gracias a las aportaciones de sus conocidos, pero lo cierto es que no se les escapa una.
La calle gasteiztarra Ortiz de Zárate donde nació es una prueba de ello. “Me acuerdo que cuando era niño jugábamos en los patios interiores, donde había corrales de gallinas”, recuerda. Pero no es la única arteria de la capital alavesa de la que ofrece aportaciones sorprendentes porque toda su bitácora es un paseo por la Vitoria más insólita, dado que su afición por la pintura y el dibujo le han llevado a ser “bastante observador”, para fijarse hasta en el ultimo rincón del urbanismo y trazado de la capital alavesa. Muestra de ello es la respuesta a la pregunta ¿dónde se encuentra la casa más pequeña de Vitoria? “En la calle Castilla. Su fachada es estrecha, pero se ensancha en su interior, hacia el patio, porque de lo contrario no se podría poner ni una cama”. ¿Y la más alta? En el barrio de Salburua. Es un edificio blanco que “tiene veinte pisos”.
Más ejemplos. ¿Cuál es la calle más estrecha? El cantón de San Roque. “Antiguamente todos los cantones que comunicaban las calles de la Vitoria medieval tenían esa anchura”. Las ampliaron por motivos de higiene para que corriera el aire. Y otros se cerraron por motivos de salubridad, como los caños medievales del Casco Viejo, el “secreto” mejor guardado hasta hace poco en la capital, por donde antaño discurrían las aguas fecales.
Seguimos hasta la calle más corta. ¿Dónde está? “Es la de la de Virgen del Cabello, en las traseras del edificio de Correos”, precisa. “Otra es la calle Kutaisi, detrás de la parroquia Los Desamparados”.
Garaluce también sube la mirada hasta los balcones mejor engalanados. ¿Cuáles son las casas más floridas? “No nos hemos ido a los jardines colgantes de Babilonia, sino a un domicilio particular de la calle Fueros, visto desde la calle San Prudencio”. Los pétalos rojos que asoman de todos los balcones en un edificio de la plaza Aldabe también se llevan ese honor. Lo mismo pasa con la casa con el diseño más singular de Vitoria. ¿Cuál es? “La casa situada en las esquinas entre Manuel Iradier (o del Sur) y la de San Antonio. Por su dinamismo en las formas, pese a ser construida en los años 40 del siglo pasado”.
¿Dónde se encuentran los recuerdos que quedan en Vitoria de otros tiempos? “Aún quedan símbolos, como el Sagrado Corazón de Siervas de Jesús, propios de la religiosidad de los vitorianos en otras épocas, presente en las puertas de entrada de muchísimos domicilios”, agrega. E imágenes en las calles de Vitoria de otro tiempo político, “como la franquista, con las placas del yugo y las flechas que aparecen en las placas de las casas de Vitoria”. Aunque no son los únicos letreros testigos del paso del tiempo. ¿Dónde hay más rótulos? “Queda el de los arrieros, en una fachada del cantón de Santa María, recuerdo del importantísimo nudo comercial que era la ciudad, o la de la piscina de Judimendi, en el edificio entre las calles Olaguíbel y Los Herrán”.
¿Y si se fija la vista en el suelo gasteiztarra que curiosidades quedan? “Queda la placa redonda con uno de los meridianos que pasa por Vitoria, en la calle Dato, o el mojón kilométrico de la calle Florida, testigo de la carretera Madrid-Irun que pasaba por el centro de Vitoria”. ¿Y en las viviendas? “Los llamadores de las puertas o aldabas quedan, como las manos de la calle Cuchillería, en negra, o la dorada de la calle Dato”.
¿Qué restos quedan en la capital de viejas construcciones?. Como ejemplo, Garaluce cita la puerta de entrada a la ciudad en la torre de Doña Otxanda, en la calle Herrería”, aunque también quedan en la ciudad ruinas que fueron testigos de cuando Vitoria estaba llena de conventos y cuarteles. “Permanece la portada renacentista del antiguo hospital de Santa María, en los muros del patio anterior del antiguo Seminario Conciliar, o la que pertenecía al asilo de las Nieves, ubicada hoy en una rotonda, en el actual parque María de Maeztu, donde en lo que antaño fueron los jardines de la residencia también se encuentra la chimenea decorativa que pertenecía a los pabellones de calefacción del asilo”, detalla este profesor jubilado de Geografía e Historia. Aunque para recuerdo, el que tiene de la anécdota con el arco del antiguo convento de Santo Domingo, ubicado hoy en los jardines de la residencia de la calle San Prudencio en la calle Francia. “En mi instituto Ramiro de Maeztu (hoy, sede actual del Parlamento Vasco) este arco hacía de portería en los disputados partidos de fútbol”.