Euskotren marcó en rojo sonrojante una fecha de su calendario: 21 de febrero de 2014. Fue ese famoso día en el que un revisor del tranvía de Vitoria multó a un anciano con Alzheimer por no haber pagado el viaje, cuando en realidad se había despistado de su mujer, la que llevaba el bono de ambos. La compañía acabó disculpándose, después de que la familia del enfermo denunciara públicamente el caso, pero también hizo otra cosa. Embarcar a sus trabajadores en cursos de formación para identificar situaciones tan delicadas y actuar adecuadamente. Una decisión que, ahora sí, se puede decir que fue acertada. Este martes, casi un año después, sucedió algo muy parecido en el metro ligero gasteiztarra, una señora sola y desorientada que no recordaba por qué había subido al vagón ni sabía dónde se encontraba, y acabó con final feliz gracias a la implicación de los empleados.

Pasó a las 17.30 horas, en la parada de Ibaiondo, la última del recorrido. El maquinista se percató de que una mujer de alrededor de 65 años se había quedado en uno de los vagones, aparentemente aturdida. No lo dudó. Llamó al puesto de mando. Le dijeron que enviara a la señora de vuelta a Honduras, donde dos agentes antifraude destinados a ese apeadero la recogerían y se harían cargo de ella. Así sucedió. Los agentes le hicieron preguntas. Algunas las respondió con coherencia. Otras, la mayoría de ellas, no. Avisaron a la Policía Local y, al cabo de un rato, llegó al lugar un guardia que, según Euskotren, no percibió una conducta anómala. Con todo, los trabajadores decidieron seguir con el protocolo y llevarla hasta su casa.

Cuando se acercaban al domicilio, la señora creyó recordar. Dijo que, al subir al tranvía, lo que pretendía en realidad era ir al centro sociocultural de mayores del barrio porque iba a jugar a las cartas. Los agentes antifraude la llevaron entonces para allí. Al llegar, les confirmaron que esta vez la mujer se había despistado del todo: las partidas están programadas los sábados y domingos, y era martes. Se dieron media vuelta y se dirigieron, una vez más, a la vivienda de la mujer. Y justo al pisar el portal, se tropezaron con el marido, que también en ese momento llegaba a casa. El señor les corroboró, como ya lo habían hecho el centro, que desde hace un tiempo su esposa tiene problemas de memoria. Aliviado por la feliz resolución, no dudó en darles las gracias.

En Euskotren saben que una mancha de mora no se quita con el detergente de una buena historia, pero al contar lo que sucedió este martes tan sólo quieren demostrar que el incidente del año pasado les sirvió para “tomar nota, aprender y no volver a cometer el mismo error”. Fue gordo y lo saben. Aquella vez, el trabajador, lejos de indagar sobre las circunstancias que habían motivado el incidente, se limitó a imponer al viajero una sanción de 21,35 euros por no llevar el billete consigo y le dejó solo en la parada de Ibaiondo. La mujer lo encontró minutos después, vagando por una campa cercana a Duque de Wellington, y posteriormente la familia del anciano acudió a las oficinas de Euskotren para advertir de la falta de humanidad del revisor, denunciar que dejara desatendida a una persona enferma y exigir la supresión del recargo.

Ahí es donde comenzó la segunda parte de la historia. La empresa de transporte trató de sacar la cara al revisor y solicitó un certificado de la dolencia del hombre para retirar el importe de la multa. La propuesta indignó tanto a la familia que la ofensa acabó haciéndose pública y forzó la reacción de las altas esferas de Euskotren. El director adjunto de compañía, Gorka Ugalde, se reunió con las afectados para explicarles que todo fue fruto de un malentendido y trasladarles personalmente las disculpas de la empresa.

Lo que no se sabía es que hubo un paso más después de la rectificación. Euskotren contactó con la Federación de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer de Euskadi para trasladarle su preocupación por los hechos y fue así como la plantilla recibió cursos para enfrentarse a contratiempos similares con el mejor de los desenlaces. Ahora, la compañía ya puede volver a marcar una fecha en su calendario: 23 de febrero de 2015. Y esta vez, sin el color de la vergüenza.