gasteiz - Hay historias que bien podrían ser cuentos de Navidad. Por eso, y dadas las fechas esta información relata un cuento muy resumido. Era un 24 de diciembre y esa mañana la Congregación de las Hermanitas de los Pobres se afanaban desde primera hora para preparar la cena de Nochebuena. Como todos los años, a los abuelos lo que más les gusta era el caldo de pollo que hacía sor Rosario, ayudada desde hace años por su inseparable olla a presión. El consomé se hacía por la mañana y así a la noche sólo hacía falta calentarlo y listo. Tenía todos los ingredientes: la cebolla, el ajo, la zanahoria, unas patatas y tres esqueletos de pollo que les habían regalado en la carnicería del barrio. Cuando fue a coger la tapa de la olla para tapar... Un pequeño tornillo que sujetaba la válvula se desprendió y fue rodando por la cocina. Sor Rosario dejo la tapa, cogió el tornillo, lo miró y se dio cuenta de que se había roto. La madre superiora fue informada y llamó de inmediato al servicio técnico. Un día le habían dejado su móvil para emergencias. El diagnóstico no era bueno. “Lo siento madre. De esa pieza no va a encontrar recambios un día como hoy, ni nunca. Eso sólo en la fábrica de Bergara”. La superiora agradeció la información y le deseó una feliz Nochebuena en familia. “Sor Rosario, no hay solución, sólo sería posible en la fábrica y ¿un día como hoy?”, se resignó.

La fe mueve montañas y ese día movió el coche de las monjas. Sor Visitación cogió el auto y, junto con sor Rosario y el tornillo, se fueron a Bergara en busca de la fábrica. Cuando llegaron, las verjas estaban cerradas. Allí no había actividad laboral. Todo estaba en silencio. De un edificio que parecían oficinas salió un señor de mediana edad. Las monjas se fueron a por él. Tras contarle su problema el hombre les pidió más explicaciones sobre su obra y los ancianos. Y tras más de un cuarto de hora hablando el buen hombre les dijo: “Miren hermanas, hoy en la fábrica no se trabaja y nadie podría darles ese tornillo para la tapa de su olla. Pero creo que podemos solucionar el problema. ¿Han venido en coche, imagino? Bien, acérquenlo aquí y espérenme”.

Al poco el hombre salió con una carretilla y varias cajas. Era una batería de cocina industrial completita y nueva. Las monjas no daban crédito. El hombre las despidió diciéndoles: “No se preocupen. Soy el dueño de la empresa, estas cosas puedo hacerlas. Y descuiden me encargo de que les llegue el tornillo de su olla”.

Así es como las monjas pudieron cocinar esa Navidad sin problemas, viendo en un simple tornillo la generosidad de Dios a través de los hombres. Y colorín colorado. Esta historia está basada en hechos reales y estos fueron los siguientes.

A mediados de 2015 las Hermanitas de los Pobres tuvieron un problema con una de las ollas de la cocina, una válvula concretamente. El servicio técnico no disponía de la pieza y les remitió a la empresa fabricante. Los directores comerciales de Lacor Menaje en la localidad guipuzcoana de Bergara, Marcos y Ángel, recibieron una comunicación de las monjas solicitando la pieza en cuestión. Puestos en contacto con las religiosas éstas les expusieron la labor que realizaban y sus necesidades más inmediatas en ese momento, que afectaban también a la cocina. Tras hablarlo en la oficina, Ángel se desplazó a Vitoria-Gasteiz para conocer personalmente el trabajo de las Hermanitas de los Pobres. Quedó “impresionado”, en palabras de su compañero Marcos. Así que decidieron colaborar con lo que mejor tienen en sus manos, el menaje de cocina que fabrican. Y, además de la válvula defectuosa, las Hermanitas recibieron un conjunto de cazuelas, ollas y enseres que hoy facilitan la labor de la cocina en la residencia para ancianos. No es la primera vez que Lacor tiene un gesto solidario, de hecho un convento de Clarisas de Salamanca está a punto de recibir una donación para sus cocinas. Y esta vez, sí, la historia es en Navidad.

Las Hermanitas de los Pobres cuentan con 29 casas en España y atienden a unos 2.500 ancianos. En Vitoria-Gasteiz están presentes desde 1878. “Vivimos y trabajamos dependiendo de la caridad, por lo que no optamos a subvenciones ni ayudas institucionales, aunque puntualmente a veces nos dan alguna ayuda muy concreta”. La última campaña fue la Colecta del vino. Durante unas semanas recorrieron casi un centenar de bodegas del ámbito Rioja donde les dieron cajas de vino y una pequeña colaboración económica en algunos casos también.

Hermanitas de los pobres Las Hermanitas de los Pobres se encuentran en esas fechas buzoneando muchos hogares de la ciudad deseando Feliz Navidad, recordando que Navidad es amor y que ellas viven de la generosidad de quien pueda colaborar económicamente. Este año la carta, que pacientemente ensobran los ancianos de la residencia, expone dos necesidades concretas: la financiación del arreglo de los baños y una lista de los productos alimenticios más necesarios y de más consumo en la casa. Aceite, atún, leche semidesnatada y ajos. Y entre los productos de limpieza: lejía, bolsas de basura y papel higiénico.