el derecho universal al agua limpia y potable y al saneamiento fue reconocido de manera explícita por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de julio de 2010, a través de una resolución en la que subrayó que el acceso a estos dos elementos resulta “esencial” para el cumplimiento de todos los derechos humanos. En consecuencia, la ONU instó en aquella histórica fecha tanto a los Estados con recursos como a las organizaciones internacionales a proporcionar medios financieros, capacitación y también tecnología a los países en vías de desarrollo para universalizar un suministro de agua potable y un saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todas las personas.
Algo más de cinco años después, sin embargo, los datos que obran en poder de la ONU siguen asustando. Un promedio de 5.000 niños mueren todos los días en el mundo a causa de enfermedades evitables causadas por el agua o el deficiente saneamiento y 884 millones de personas todavía no tienen acceso al agua potable, al tiempo que 2.600 millones carecen de servicios de saneamiento básicos como los retretes o las letrinas, aproximadamente un tercio de la población mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), son necesarios entre 50 y 100 litros de agua por persona y día para garantizar que se cubren sus necesidades más básicas, mientras que el tiempo de desplazamiento para su recogida no debería superar en ningún caso los 30 minutos.
Pese a que, siempre en pura teoría, garantizar el acceso al agua es posible, la realidad dice que si económicamente resulta demasiado costoso las personas con menos recursos no pueden disponer de este servicio cerca de sus casas. Al mismo tiempo, millones de mujeres evitan utilizar instalaciones sanitarias que no se encuentren en buenas condiciones o no estén separadas por género, lo que implica, por citar un ejemplo común, que muchas niñas dejen de acudir a la escuela. A la larga, esto no sólo repercute en la falta de formación de estas pequeñas y en una reducción de sus oportunidades laborales futuras, sino que incrementa la posibilidad de verse atrapas en los matrimonios prematuros.
Gasteiz se sumergirá entre hoy y mañana en la celebración del Día Mundial del Saneamiento, que la propia ONU estableció para el presente 19 de noviembre, con varias actividades que buscan concienciar a la población sobre la importancia de este bien no tanto escaso, sino falto de calidad en numerosos puntos del planeta. La ONG Medicus Mundi, que apoya el desarrollo de sistemas de agua y saneamiento en los países del Sur desde hace varias décadas, volverá a tomar la iniciativa en la capital alavesa con motivo de esta efeméride.
Esta mañana (11.00 horas) se celebrará una acción de calle, donde no faltarán la música y el teatro, en la plaza General Loma, mientras que mañana viernes (19.00 horas) la sala Luis de Ajuria acogerá la proyección de varios cortometrajes sobre iniciativas para mejorar el saneamientos de diferentes lugares del mundo. “Siempre intentamos vincular las acciones que desarrollamos en el Sur con la realidad que hay aquí, aunque todo es muy diferente. Hace no tantos años, en muchas de nuestras casas no había baños y ahora los hay en prácticamente todas y también en los espacios públicos, pero tenemos una cultura del derroche. Está tan asumido que abrimos el grifo y sale agua que no nos damos cuenta de que millones de personas no la tienen”, explica en este sentido Marian Uriarte, responsable de comunicación de Medicus Mundi Araba.
Hay datos, no obstante, que invitan a la esperanza, que ponen también de relieve que Gasteiz prácticamente es una referencia en el ámbito de la gestión del agua desde los años ochenta. Las campañas de sensibilización social, la gravísima sequía de los años 89 y 90, la política de mantenimiento exhaustivo de la red de abastecimiento y la conciencia verde de la ciudad han hecho que Vitoria sea, a día de hoy, una de la ciudades del Estado donde menos agua se gasta.
Sin ir más lejos, el consumo doméstico medio fue el pasado año 2014 de 106,6 litros por persona y día en la capital alavesa, frente a los 107,3 del año anterior y los 126 del ya lejano 2004, según la última memoria de Amvisa, la sociedad de aguas municipal. Cifras muy inferiores a la media de países como Estados Unidos, pero todavía bastante por encima de los consumos contabilizados en los países del Sur.
El gasto industrial y comercial sí que creció el año pasado en Gasteiz un 2,1% respecto a 2013, aunque este hecho puede considerarse una buena noticia ya que pone de relieve que en la ciudad comienza a haber una mayor actividad económica traducida en un mayor consumo de agua. Lo que sí llamó poderosamente la atención en la última memoria de Amvisa fue el incremento del consumo de agua por parte del Ayuntamiento vitoriano, que el año pasado se disparó un 9,5% con respecto a 2013.
fuera... y dentro Medicus Mundi Araba, al margen de sus proyectos en países en vías de desarrollo o de acciones puntuales como las que hoy y mañana tendrán lugar en las calles de Gasteiz, lleva a cabo también acciones de sensibilización y educación en torno al derecho humano al agua y saneamiento y promueve distintas campañas de movilización ciudadana para garantizar el acceso universal al líquido elemento.
La ONG también defiende el agua y su titularidad pública “como un derecho, no una mercancía”, y en este sentido se ha mantenido muy vigilante ante amenazas recientes como la posible privatización de la propia Amvisa. Fue el Gobierno del popular Javier Maroto el que, allá por agosto de 2012, encargó la elaboración de dos estudios sobre la viabilidad de constituir “una sociedad de economía mixta” para la gestión de Amvisa, que no tardó en coleccionar todo tipo de críticas. “Como bien público que es, reivindicamos que el agua y su gestión sea pública y eficiente. Queremos que siga siendo un derecho”, recuerda Uriarte.
Al margen de ello, Medicus Mundi Araba promueve también acciones orientadas a la corresponsabilidad, para que la ciudadanía local entienda que nuestro consumo tiene consecuencias directas en los países empobrecidos, y tiene su foco puesto sobre los centros educativos, donde lleva a cabo distintas actividades para fomentar un uso racional del agua en este entorno comparándolo con el de las comunidades del Sur con las que trabaja. Trabajando desde la educación de los más pequeños. “Nuestra actividad va destinada a concienciar sobre la suerte que tenemos de contar con esto, porque hay muchas personas que no la tienen, y también en esa defensa de los sistemas de agua como un bien público”, insiste Uriarte, quien advierte de que “más de la mitad” de los sistemas de abastecimiento de agua estatales están gestionados por las empresas privadas, en su mayoría controladas por Agbar y FCC. “Somos una ONG sanitaria, pero si no hay agua y buenas condiciones de saneamiento, por muchos hospitales y médicos que haya de poco sirven. Hablamos de un elemento vital”, sintetiza Uriarte.
Mortalidad infantil. 3,5 millones de niños no llegan a cumplir los cinco años debido a enfermedades que podrían prevenirse a través del lavado de manos con jabón, como la diarrea o las infecciones respiratorias.
Absentismo escolar. Dos de cada tres escuelas de primaria de los países en vías de desarrollo carecen de servicios básicos de saneamiento. Con sistemas adecuados, las ausencias podrían reducirse hasta un 40%.
Sin un simple retrete. Alrededor de 1.000 millones de personas defecan al aire libre en el mundo, la mitad de ellas en India. De hecho, hay en el mundo más personas que tienen móviles que inodoro.
Derroche. El uso medio de agua es de 200 a 300 litros por persona y día en la mayoría de países de Europa, frente a los menos de 10 litros de países como Mozambique. En Gasteiz, la cifra se situó en 2014 en poco más de 100 litros por persona y día.
Más gasto. Para más ‘inri’, los habitantes de los suburbios de Yakarta, Manila o Nairobi pagan entre cinco y diez veces más por el agua que sus vecinos residentes en zonas de altos ingresos.
¿Escasez o calidad? El más grave problema no es tanto la escasez de agua como su falta de calidad, como consecuencia de los altos grados de contaminación que presenta en muchos puntos del planeta.
La portavoz de Medicus Mundi Araba ve necesario seguir concienciando a la población local pese a los avances logrados.