son mujeres unidas por un pasado común: haber sufrido el infierno del maltrato machista y haber sobrevivido para poder contarlo. Ahora, cuando han conseguido ver la luz, aunque todavía en diferentes tonalidades, se han resignado a encasillarse en el perfil de víctimas y han decidido dar un paso adelante más, ayudando a otras chicas que transitan o han transitado por ese oscuro túnel. Se han unido, convencidas de que la unión hace la fuerza, y han levantado con sus manos un espacio de apoyo y acompañamiento para convertirse en agentes de transformación social. Ellas conforman el ADN de Bizirik, la Asociación de Mujeres Sobrevivientes, que este próximo miércoles 18 vivirá su particular bautismo público en el centro cultural Montehermoso de Gasteiz. Ilusionadas, convencidas de que es posible construir una sociedad libre de esta lacra, ya han comenzado a dar sus primeros pasos y los han querido compartir con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Junto a estas líneas posan Maitane Cuesta, Itziar Gutiérrez, Nadia Stefan y Conchi Villarreal, cuatro de las impulsoras de Bizirik, en un espacio emblemático de la ciudad, La luz de la esperanza, el mural que decora el cantón de Anorbin y que simboliza la igualdad. No están solas, como tampoco lo estarán a partir de ahora las mujeres que se acerquen a ellas en busca de ayuda o una voz cómplice que las escuche, pero no siempre es posible dar la cara o incluso un nombre teniendo en cuenta que algunas de las integrantes del colectivo aún tienen procesos judiciales abiertos. De hecho, desde que Bizirik dio sus primeros pasos, cerca de 15 chicas se han implicado en el proyecto en mayor o menor medida y muchas de ellas se encuentran “activas” a día de hoy. Cada una, con una historia distinta. “Nos une que somos mujeres que hemos sobrevivido al maltrato. Aquí no hay perfiles”, advierte en este sentido Villarreal.
Tiempo hay por delante para seguir ensanchando esta red y poder dar una respuesta eficaz a un problema cuyas dimensiones asustan. Según los últimos datos hechos públicos por el Gobierno Vasco, entre enero y agosto de este 2015 Álava registró 372 casos de violencia machista, lo que significa que todos los meses se contabilizan como mínimo 46 agresiones en el conjunto del territorio. Como mínimo, porque todavía son muchas las que ni siquiera salen a la luz. Estos últimos días, tras la manifestación más multitudinaria contra la violencia machista que se recuerda en el Estado, cinco asesinatos cobardes más han convulsionado todas sus latitudes.
El germen de Bizirik hay que encontrarlo en el trabajo conjunto del área municipal de Igualdad y la unidad de Violencia de la Policía Local de Gasteiz, dos estructuras dependientes del Ayuntamiento en las que algunas de estas mujeres sobrevivientes tuvieron su primer contacto. Tres trabajadoras de estos servicios, convencidas de la necesidad de crear un espacio común para las víctimas del maltrato machista con la participación de otras mujeres semejantes, las “dinamizaron y encaminaron” hacia la constitución de lo que ahora es Bizirik, según detalla Cuesta.
Las primeras reuniones se celebraron en marzo de 2014 y, a medida que el colectivo echó a andar, comenzó a definir sus seis ejes centrales de actuación. Éstos son, por este orden, fomentar el empoderamiento de las mujeres sobrevivientes reconociendo el daño que han sufrido y su valentía para convertirse en agentes de transformación social, crear un espacio de acompañamiento y asesoramiento para otras chicas que hayan sufrido violencia, erigirse en un referente para las mujeres que sigan en situación de vivencia de malos tratos, cambiar el rol de víctima por el de agente de cambio y ser una referencia para los servicios y departamentos municipales en lo que se refiere a la identificación de los procesos de mejora de la intervención. “No somos una ventanilla más de una institución. Ayudaremos y acompañaremos desde nuestra propia experiencia”, matiza Cuesta en este punto.
gestiones El acta definitiva de constitución de Bizirik se firmó tres meses después de aquellos primeros encuentros, el 24 de junio, pero no ha sido hasta este año cuando el colectivo, enredado en toda clase de papeleos, ha podido comenzar a “hacer cosas” con cierta continuidad. Todavía no cuenta con un local propio, aunque sus impulsoras ya han realizado todos los trámites necesarios para conseguirlo y ahora se encuentran “a la espera”.
Mientras tanto, las chicas asesoran, acompañan o ayudan a todas las mujeres que lo necesitan “en cualquier sitio”. Sólo tienen que escribir a esta dirección de correo electrónico, mujeresbizirik@gmail.com, y no tardarán en obtener una respuesta. También será posible llegar a ellas a través de Cruz Roja o el servicio de Igualdad del Ayuntamiento, que derivarán a Bizirik a quienes lo necesiten. Hasta la fecha, tres mujeres se han dirigido a ellas para realizar algún tipo de gestión, aunque esperan que a partir de su puesta de largo de este próximo miércoles sean “muchas más”.
En la presentación de Montehermoso, abierta a toda la ciudadanía y que arrancará a las 19.00 horas, participará la concejal delegada de Igualdad, Jaione Aguirre, y colaborará también la asociación Haize Berria, el colectivo de mujeres que han sufrido violencia. Será, según avanza el grupo, “el último empujón” institucional antes de que Bizirik comience a recorrer su camino en solitario. “Queremos ser visibles, porque esto le puede pasar a cualquiera”, advierte Cuesta. “Queremos apoyar a esas mujeres que viven lo que nosotras hemos vivido. Facilitarles los trámites y que la depresión que viven sea más leve. Ayudarles a ver la luz”, añade Gutiérrez. “Acompañaremos y ofreceremos alternativas. Hay que convencerlas de que se puede vivir”, advierte por su parte Noemi, otra de las chicas de Bizirik.
El camino se presenta apasionante, a la vista de los objetivos sociales que la asociación tiene por delante a medio largo plazo. Uno de los principales pasa por romper esa imagen social de vulnerabilidad o inacción que suele perseguir a las mujeres víctimas de la violencia, promoviendo la sensibilización social mediante distintas actividades y en alianza con otros colectivos, y situarse socialmente como “protagonistas” de la reivindicación del derecho a la reparación del daño sufrido, pudiendo promover denuncias y otras acciones. La experiencia en marcha tiene un mérito añadido ya que no existe ningún colectivo similar en Euskadi, nacido desde el impulso institucional pero a la larga gestionado por las propias mujeres sobrevivientes, que por el momento no contarán con servicios jurídicos o psicológicos de soporte.
“Queremos que la sociedad se dé cuenta de que hay que deslegitimar al agresor y sus acciones. Que empiece a tomar conciencia de esto, porque todo este problema se construye a través del sistema patriarcal”, advierte Cuesta. “Todo viene desde la base”, añade Noemi. “Lo hemos oído muchas veces. El machismo mata, eso es una realidad”, remarca por su parte Zuriñe Muñoz, otra sobreviviente esperanzada por el futuro que viene por delante: “Yo me siento útil. Somos capaces de haberlo pasado tan mal y ahora poder ayudar”.