Vitoria huele a verano a punto de echar la persiana. Ya hay gente que camina con prisas aquí y allá, coches, ruido, dificultades para aparcar. Se nota que tan sólo queda una semana para el regreso a las aulas. También aguarda a la vuelta de la esquina otro curso político, nuevo porque ha habido cambio de legislatura. Y ya se sabe que eso siempre trae consigo la obligación, al menos en teoría, de cumplir con las promesas electorales. Anuncios para la esperanza entre los que destaca, porque se proclamó hasta la saciedad a lo largo de la campaña, la puesta en marcha de un plan estratégico comercial. El sector servicios, aunque ahora mismo subsiste a duras penas, representa el 40% del PIB alavés -una barbaridad- y aun así jamás ha existido en la capital de Euskadi una hoja de ruta compartida por todos los partidos que determine las actuaciones urbanísticas, económicas y sociales necesarias para potenciar el gremio, que ponga fin a la desertización del Ensanche y al coma de los barrios, que no dependa de ningún color político para que tenga continuidad. Un proyecto de ciudad con ellos, los que están al otro lado del mostrador, ésos que dan vida e identidad a Gasteiz, como referencia. Y empieza a hacerse tarde.
De momento existe un diagnóstico de la situación del comercio y la hostelería que viene de la anterior legislatura, que es el paso previo a la redacción del plan. Un estudio que ha puesto sobre la mesa una conclusión fundamental: no existen ejes comerciales a lo largo de Vitoria, sino grandes aglomeraciones de calles con tiendas y bares en el centro y aledaños conectadas sin patrones de implantación definidos. Y si a eso se suma el envejecimiento de la población, que las personas mayores gastan menos, el éxodo de los jóvenes al extrarradio, las lonjas vacías y una crisis que no termina de pasar -porque aunque la cifra de establecimientos activos ha vuelto a los ratios de 2010 son demasiados los minoristas que no cierran porque no pueden-, el resultado es que Vitoria se enfrenta obligatoriamente a la necesidad de decidir qué hacer para que ese gremio que es pilar de su economía tome la dirección adecuada. Y en ésas parece estar el Consistorio gasteiztarra. Ahora, con el documento en la mano, la idea es celebrar tres talleres participativos para darle forma. “Hay que definir proyectos, acciones, identificar los recursos, el cronograma, el presupuesto, la financiación, los indicadores, el modelo de gestión...”, enumera Nerea Melgosa, edil de Políticas Sociales, Empleo y Desarrollo Económico.
Hasta ahora, el Ayuntamiento ha compartido el documento con Gasteiz On y la Federación Alavesa de Comercio, pero la idea en esta fase es escuchar y canalizar las propuestas e inquietudes del resto de agentes del sector, que sin lugar a dudas son muchas. Ellos son los primeros que, desde hace años, llevan solicitando ese plan estratégico. Y también han dado pistas de cómo podría materializarse, si bien cada uno tiene las suyas. “Precisamente por eso necesitamos la opinión de todo el sector, pero no sólo del pequeño comercio, también de las franquicias”, apuntilla una de las comerciantes que conoce las conclusiones del diagnóstico, la presidenta de Gasteiz On, Marta Bengoechea. A su juicio, “si queremos ser atractivos hace falta un mix, sin dejar a nadie de lado en el debate”. Es una cuestión de interconexión. “Cuando las grandes cadenas se han ido del centro, eso ha afectado también al comercio tradicional”, ejemplifica. A partir de ahí, habrá que ir concretando medidas sobre la base de las carencias y problemas existentes. A ella le preocupa cómo dar uso a las lonjas vacías del extrarradio sin que afecte al centro, qué hacer con las que están muertas en los viejos barrios o cómo reactivar el Ensanche. Y, aún más, “que las soluciones se lleven a cabo gobierne quien gobierne, que el plan no muera como pasó con el que intentó impulsar el gobierno de Lazcoz”.
Vitoria Comercio Vivo comparte esa exigencia, aunque naciera como una plataforma crítica con el actual modelo de asociacionismo comercial de la ciudad, sujeto a subvenciones. “Hace falta una política comercial seria”, subraya el presidente, Jon Gotzon Laburu. Por lo demás, comparte cien por cien reivindicaciones con la Federación Alavesa del Comercio, liderada por su tocayo Jon Aspuru. La primera exige “la creación de una concejalía exclusivamente de Comercio, una figura que permitiría canalizar e impulsar todas las propuestas”. El nuevo gabinete de Gorka Urtaran está de acuerdo, pero necesitaría un gobierno de coalición -más ediles- para crear ese cargo y por ahora sólo hay un pacto de legislatura. A partir de ahí, un objetivo clave sería “la configuración de ejes”. El futuro parece que pasa por concentrar las calles por especialidades, como sucedía antiguamente, y utilizar los edificios para los comercios, al estilo de El Corte Ingles, y los bajos para los bares. No generar competencia, sino referencia. Las comparaciones con Bilbao suelen resultar odiosas, pero comerciantes como Laburu o Aspuru no tienen problema en hacerlas porque la ciudad vecina “ha sabido posicionarse” así.
Tratar de abaratar “los excesivos precios” de los alquileres en las lonjas del centro, incentivar la ocupación de locales vacíos en “barrios abandonados como Adurza o Sansomendi”, volver a retomar el proyecto de revitalización del Casco Viejo, vender la ciudad con eventos “financiados directamente por el Consistorio”... Propuestas no le faltan al presidente de VCV. Tampoco a Rubén Samperio, portavoz de la Asociación de Comerciantes de Gorbea. Pese al carácter de barrio del colectivo que representa, su visión es también integral. “Aunque nos preocupamos por mantener el atractivo de nuestra calle, hemos creado la plataforma Comercio Vitoria porque creemos que hace falta que nos unamos todos. Que haya una sola voz y que nos represente a nosotros, al comercio de proximidad, sin centros comerciales ni grandes cadenas”, afirma. En eso difiere de Bengoetxea, lo que evidencia que el debate del plan será arduo. En otras cosas, sin embargo, seguramente será más fácil que lleguen a puntos de encuentro. Samperio apuesta, sobre esos ejes estratégicos de los que habla la Federación, por utilizar recursos en la reactivación de los barrios, dar una identidad al centro para diferenciarlo de la oferta de las grandes superficies y, muy importante, ayudar a la contratación no sólo en los nuevos negocios sino en los que llevan abiertos largo tiempo. “Desde las instituciones no parecen darse cuenta de que gente que lleva toda la vida tras el mostrador necesita ese respaldo. Estamos contentos con el hecho de que el Ayuntamiento nos escuche, pero esperamos más. El sector es un enfermo grave”, subraya.
Desde Zaramaga, el inquieto José González, portavoz de los comerciantes, se conformaría de momento con conseguir un plan “que no dependa de quien gobierna”. Durante el mandato socialista vio llegar las promesas de un corredor que conectaría el Casco Viejo con El Boulevard a través de una iniciativa que además revitalizaría todo el barrio “y luego llegaron los siguientes y al final no se hizo prácticamente nada”. Él espera, no obstante, que esa iniciativa de hacer un Soho a la vitoriana vuelva a retomarse como parte del plan general. Si algo ha demostrado el distrito obrero nacido al norte de Vitoria en los cincuenta es que, a pesar de los obstáculos económicos, sociales e institucionales, no le faltan ganas para ser un referente de persianas levantadas.