- Llega el verano, los colegios cierran y en todas las ciudades se caldea el debate sobre la necesidad o no de habilitar comedores estivales para los niños de familias necesitadas. Sucede desde que la crisis económica empezó a mostrar su cara más famélica. También en Vitoria. Sólo que, un año más, la capital alavesa no tendrá que tomar esa medida. Aquí, “no hace falta”. Y no tanto porque no haya familias en situaciones precarias, sino porque parece que de momento los recursos de apoyo municipales y del ámbito asociativo ya cubren sus carencias de alimentación. El trabajo recién realizado desde el Ayuntamiento gasteiztarra, con la colaboración de técnicos y agentes sociales implicados en la lucha contra la exclusión, para obtener una fotografía precisa del riesgo de que haya menores que pasen hambre evidencia que “no ha habido un incremento de casos o de nuevas demandas” que obligue a adoptar medidas extraordinarias.
Ni siquiera podría decirse, según los datos municipales, que en nuestra ciudad haya niños que sufran de inanición en verano por falta de comida. “De existir, es un problema puntual”, afirman desde el equipo de gobierno, de acuerdo a las informaciones aportadas por Osakidetza, el Departamento de Educación del Gobierno Vasco, los propios Servicios Sociales del Ayuntamiento de Vitoria y distintas asociaciones. Lo que se ha detectado es que las dificultades pueden venir “más por un problema de malos hábitos alimenticios y de desorganización o desestructuración familiar que porque no se tengan medios para cubrir las necesidades alimenticias de las personas menores de edad”. Y en esos casos, según dice el Ejecutivo autonómico, se están ofreciendo ayudas.
El Gobierno Vasco es, además, sólo un eslabón de la cadena que posibilita el apoyo a las realidades más vulnerables. El Ayuntamiento de Vitoria, referente históricamente en materia social, dispone de distintas líneas de trabajo para atender las apreturas alimenticias y económicas de la ciudadanía. Una de ellas es el Programa Vacacional 2015, a través del cual se habilitaron 101 plazas, y eso que finalmente sólo hubo 59 solicitudes para disfrutar de esta iniciativa de ocio. Además, como viene siendo habitual, el Consistorio seguirá atendiendo a todas las familias que a lo largo del verano se vean afectadas por situaciones de dificultad, incluidas las relacionadas con la alimentación. Lo hará a través del servicio de urgencias sociales y de los servicios sociales de base, sus ventanillas fundamentales. Y en agosto, que es cuando éstos últimos permanecen cerrados, se habilitará un dispositivo especial de asistencia en las oficinas centrales del departamento de Políticas Sociales, en la calle Pablo Neruda 7.
Las asociaciones que tan activamente trabajan por una ciudad sin desigualdades tampoco se irán de vacaciones. Además, a los servicios tradicionales se suman en verano algunas actividades estivales que incorporan a familias con precariedad, como las organizadas por Goian y Berakah. Y esa cobertura, sumada a la que se ofrece desde las administraciones, parece que de momento es suficiente. Por eso, la prioridad ahora del Ayuntamiento es dar a conocer todos los recursos para que nadie en Vitoria se quede sin atención por no saber que existen “Desde Políticas Sociales, en coordinación con el tercer sector, se está haciendo un esfuerzo informativo y especial hincapié para que se sepan todas las opciones de atención y apoyo en la ciudad”, subraya la concejal del ramo, Nerea Melgosa.
Mientras tanto, la intención del equipo de gobierno es realizar evaluaciones continuadas para tener un diagnóstico lo más actualizado posible e ir adaptando así los recursos a la fotografía real de Vitoria. Una filosofía que evitaría, por tanto, la habilitación de los comedores escolares, una opción siempre polémica. Hay expertos que consideran que estos parches de emergencia consiguen señalar a los pobres y atentar contra la dignidad de los niños, sin terminar de solucionar realmente el problema de fondo. La visión desde el Gabinete de Gorka Urtaran va en la misma línea. “La propuesta de habilitar recursos específicos en verano tiene el riesgo de estigmatizar a esas personas, por eso desde el Ayuntamiento planteamos utilizar recursos normalizados”, afirma Melgosa. La experiencia le ha demostrado al Consistorio gasteiztarra que la lucha contra la malnutrición infantil ha de ser un trabajo del día a día. Discreto y eficaz.
Parches de emergencia. El hambre debe resolverse. Ese punto es indiscutible. Donde las administraciones no terminan de ponerse de acuerdo, cuando se trata de paliar las carencias alimentarias de los menores, es cómo. No obstante, voces expertas como la de Unicef han vuelto a advertir de que, si bien los comedores de verano pueden funcionar como medida de emergencia, lo ideal son acciones que hagan que los niños no sean señalados, como campamentos o ayudas directas a las familias.