subijana de álava - La activista catalana es doctora en Sociología Ecológica e investigadora postdoctoral en el Centro de Bioseguridad noruego GenØk, que se ubica “casi en el Polo Norte”. Su disciplina estudia las relaciones entre los humanos y su medio ambiente, algo que según Herrero “no se puede separar” y que en el actual contexto vaticina un futuro muy problemático para el planeta.

¿Qué entendemos por cambio climático? A veces el término no se usa de la forma más apropiada.

-El cambio climático se refiere al fenómeno global que está sucediendo como consecuencia del uso y abuso de los combustibles fósiles. Desde mediados del siglo XIX, hemos estado quemando a mansalva esos combustibles y eso ha hecho que, entre otros gases, hayamos puesto en la atmósfera 575.000 toneladas de CO2 que ahí no estaban, descontroladamente. Y esto tiene una serie de consecuencias a todos los niveles, tanto sociales como ecológicos.

¿En qué situación nos encontramos a día de hoy?

-En el año 2015 estamos ya en un mundo que es más caliente. De hecho, hay muchos científicos que proponen cambiar la era geológica en la que nos encontramos, el Holoceno, que es una era extraordinaria, de condiciones benignas climáticamente, por el Antropoceno, una época caracterizada por el dominio de los seres humanos sobre la Tierra. Nos hemos convertido en una fuerza geológica que cambia las condiciones biofísicas del planeta. Al mismo nivel que los volcanes o las placas tectónicas. Tenemos un incremento de 0,9 grados en toda la temperatura global y el problema es que hay un desfase temporal entre las emisiones y su efecto que no sabemos de cuánto es. No sabemos a qué época responde ese incremento. Todo el mundo está un poco alarmado porque cuando se supere el umbral de peligrosidad que se ha acordado entre humanos, los 2 grados, podríamos llegar a un punto de no retorno dentro del sistema climático. Podríamos activar mecanismos de retroalimentación que favorecerían que el planeta fuese hacia un lugar mucho más caliente y mucho más rápido, más allá de la acción humana. Lo que en la agenda científica se llama el cambio climático peligroso.

Según las estimaciones actuales, ¿esto qué implicaría?

-Los primeros efectos para los seres humanos se van a notar en la agricultura, en la disponibilidad de alimentos, en el acceso al agua potable y en que habrá condiciones meteorológicas permanentemente hostiles. Ya este año, en Cataluña y en otras partes del Estado la cosecha de cereales se ha perdido entre un 40 y un 90% según la comarca, sólo debido a la sequía de mayo. No a estas olas de calor. Esto no pasa sólo aquí, porque estamos viendo un montón de fenómenos meteorológicos extremos en muchas partes del mundo. La movida es conectarlos. Todos estos fenómenos están relacionados con el cambio climático porque la atmósfera donde suceden es más caliente y húmeda. Hay que empezar a asumir que estamos ahí, que es un fenómeno real.

Y que, visto lo visto, irá a peor.

-Hay mucha gente que dice que es realista pensar en un mundo entre 3 y 4 grados más cálido a final de este siglo. Si esto sucede, uno de los primeros impactos será que la mitad de las especies de animales y plantas que habitan este planeta desaparecerán, con todos los impactos que esto traerá para la otra mitad que logre sobrevivir. Todos los científicos que dicen que ya estamos en el Antropoceno afirman que ya hemos cambiado las condiciones biofísicas del planeta para miles de años. Para volver al Holoceno, harían falta miles de años. A nivel social, esto profundizará más las desigualdades, porque nos afectará a todos, pero de forma diferente, en función de los recursos de cada uno, de su clase social y del país donde esté. Todas las dimensiones de desigualdad de la sociología clásica se incrementarán y posiblemente salgan nuevas.

No extraña que diga que el cambio climático supone “el mayor reto” al que se enfrenta las humanidad.

-Tal cual. Y no lo digo sólo yo. En el ámbito académico, quienes más son conscientes de esta situación son los climatólogos. En las ciencias sociales, que están un poco más retrasadas, se habla ya de colapso civilizatorio, donde se incrementará el número de refugiados climáticos.

¿De qué ha servido entonces el protocolo de Kioto?

-Es como tener un examen y sacar un dos. No es un cero, es algo, y seguro que ha tenido efectos movilizantes en algún sentido, de despertar conciencias, pero nunca ha sido suficiente. Además, se ha basado fundamentalmente en mecanismos de mercado muy perversos. Se intercambian cromos, pero no se cuestionan las emisiones globales. Hay que contemplar otros escenarios.

Viendo que se ha hecho tan poco, ¿cuáles son las alternativas?

-Vivimos en el mundo al revés, porque se penalizan las energías renovables. La generación que venga se llevará las manos a la cabeza, porque verá que todo esto lo sabíamos y que empezábamos a hacer fracking. Pero el cambio climático también ofrece una oportunidad muy buena, un marco para cambiarlo todo: el sistema alimentario, el sistema de consumo, el energético... Y la concienciación social está avanzando mucho. Si no nos movemos nosotros, ¿quién lo hará? Será mejor un calentamiento de 3 grados que de 6, porque dará más oportunidades. Aunque el escenario sea horrible, esto no nos puede desactivar, sino todo lo contrario.

Hablando de ‘fracking’, ¿qué supone su implantación dentro de toda esta dinámica?

-Es un ejemplo más de continuar en esta cultura de la extracción de los combustibles fósiles, de centrar la vida moderna alrededor de la energía barata y contaminante. Y con las consecuencias adicionales que genera para los sitios locales donde se ejecuta. El cambio climático tiene que ver con el pensamiento del crecimiento económico ilimitado, y el fracking encaja en esto. Es como continuar con el tenderete para que todo siga igual. Pero la historia es que no todo sigue igual, sino que todo sigue hacia el colapso.

A los negacionistas se les acaban los argumentos, pero siguen teniendo púlpitos visibles.

-El 97% de los científicos dicen que existe el cambio climático. Este nivel de consenso, en cualquier otra disciplina, como la genética o la medicina, no sería un debate, pero aquí sí que lo es. Ese ruido generado por los negacionistas, que están muy vinculados a las campañas de relaciones públicas que han utilizado multinacionales extractivas del petróleo, ha hecho que mucha gente piense que los científicos no se aclaran, que todavía están discutiendo. En ello también influyen nuestros propios mecanismos psicológicos, ése a mí no me gustaría que esto existiese: Esto pasará dentro de mucho tiempo, ya lo solucionaremos... Hay muchas posiciones que intentan escaparse del problema.