Ayala - Respaldiza, la capital administrativa del municipio de Ayala, fue escenario ayer de una feria de San Isidro que, coincidiendo con una jornada laborable y una ostensible bajada de las temperaturas, además de una no invitada pero sí presente llovizna, no ayudó a que la cita tuviera la masiva afluencia de público de ediciones pasadas. Con todo, fueron muchos los vecinos de la comarca y provincias limítrofes los que acudieron atraídos por el olor de las tradiciones.
Por ejemplo, Raquel Martín. Una estudiante de ingeniería agraria de Bilbao que no quiso perderse la cita para aprender de profesionales del sector, como la pastora, quesera y mielera Leire Ibarrola, de Izoria, a cuyo stand acudió en busca de consejo. “Me encanta este mundo, sobre todo lo referente a la horticultura ecológica, y he venido a hacer contactos para ver si algún agricultor jubilado, que no tenga en la familia relevo generacional, me quiere alquilar una parcela con la que iniciar mi huerto”, explicó a este periódico. Raquel vive en una ciudad y, a diferencia de muchos vecinos del Valle de Ayala, no ha tenido la suerte de tener en casa una huerta con la que iniciarse en una profesión que realmente ama.
“Hay ayudas, pero para emprender desde cero el tema está muy difícil. Creo que el alquiler es una gran alternativa a la compra de terrenos, aunque no hay mucha gente que se plantee esta opción”. Leire Ibarrola no dudó en echar un cable a la joven, dándola contactos mientras atendía su puesto de venta de quesos. “Las mujeres siempre han tenido un gran peso en el funcionamiento de un baserri, pero hay que darlas mayor visibilidad, y el interés de esta chica por lo agrario me ha emocionado. A ver si se animan más”, subrayó la pastora. Con todo, si por algo fue importante ayer la feria de San Isidro de Respaldiza fue porque acogió el primer certamen alavés de raza bovina pirenaica.
Una raza autóctona que, aunque en la actualidad se encuentra en auge con más de 20.000 cabezas en toda Euskadi y Navarra, en los años setenta del pasado siglo estuvo al borde de su extinción por la introducción masiva de la raza Parda Alpina, por lo que sigue necesitando el apoyo y ayuda de todos, tal y como se merece toda raza autóctona y todo patrimonio genético. A ello se dedican con ahínco ganaderos, veterinarios y administraciones. Un factor primordial de la situación actual “es el trabajo y entusiasmo, en materia de mejora genética y asesoramiento de ganaderos, con programa de control de rendimientos incluido, que estamos realizando desde las asociaciones de criadores como la alavesa Arpiel”, explicó el coordinador de esta asociación, Guillermo Pérez de Leceta, que fue uno de los encargados de juzgar los 43 ejemplares de esta raza de un total de seis ganaderías alavesas que se presentaron al certamen. Pérez de Leceta también explicó que, a día de hoy, en Álava “tenemos 68 criadores de vacas pirenaicas, con en torno a 4.000 cabezas”, y que su carne “es de excelente calidad porque infiltra muy bien la grasa en fibra y tiene un gran sabor”.
reses Los ganadores de la jornada fueron Isabel Luengas de Respaldiza, la ganadería Elizondo de Eguilaz y Hermanos Apodaka de la localidad amurrioarra de Aloria. Junto a las vacas presentadas a este certamen se encontraba otro medio centenar de animales que conformaron la exposición de ganado. Las reses eran de una altísima calidad, ya que venían seleccionadas de antemano por la cooperativa Abere Zerbitzu Teknikoak, y entre ellas hubo una veintena de ovejas y corderas de raza latxa, de cinco ganaderías ayalesas; 14 cabras azpigorri de Mari Carmen Gotxi; un lote de seis burros de las Encartaciones de José Javier Goikoetxea y otro de seis ejemplares equinos, de la ganadería Aldama Landazuri de la localidad de Lezama.
A todos se sumaron varios ejemplares de las cinco variedades de Euskal Oiloa, así como de la Rubia alavesa -también conocida como gallina llodiana- que el vecino de Llanteno, Ander Beraza, lleva más de un lustro intentando que entre en el listado de razas autóctonas de Euskadi. “Seguimos en la pelea de lograrlo. Yo tengo en torno a 150, pero somos 8 los criadores de esta raza que, dentro de la asociación Eoalak, estamos luchando para que primero la Diputación alavesa, y luego el Ministerio y Europa, la reconozcan como la sexta raza autóctona de gallina vasca”, afirmó.
En la feria estaba también Emilio Irazola de Okondo, con una interesante colección de razas de conejo poco vistas por estos lares. “He traído conejos gigantes de Flandes, Pardos de Siena, Leonardos de Borgoña, y Gigantes de Belier. La mayoría se venden como mascotas, aunque algunos también para consumo de carne. Yo trabajo en una fábrica y para mí esto es un hobby que da más gastos que beneficios, pero me encanta. Unos van al gimnasio y yo críos conejos en la naturaleza”, espetó. La jornada también contó con una exposición y venta de productos artesanos y de caserío que congregó a 37 expositores de pastel, pan, miel, frutas, verduras, conservas, embutidos, artesanías, cremas, licores, textil o bisutería.