vitoria - Miguel José Asurmendi, obispo de Vitoria, cumple hoy 75 años, edad en la que el Derecho Canónico establece para los prelados el momento de presentar su renuncia ante el Papa y de mantenerse a la espera de que el Vaticano nombre a sus sucesores. Pese a la contundencia de la fecha, el proceso de sustitución no ha de entenderse como inmediato. De hecho, José María Larrauri, el anterior pastor de la Iglesia alavesa, tuvo que esperar dos años y medio desde que hiciera pública su renuncia hasta la llegada de monseñor Asurmendi, nombrado el 8 de septiembre de 1995 -tomó posesión el 4 de noviembre de aquel año en la Catedral Nueva-. Ahora, casi 20 años después de aquella efemérides, el catolicismo de base y la estructura eclesial en el territorio histórico empiezan a barajar nombres de los candidatos y de los perfiles adecuados para pastorear al rebaño. Entre ellos, cuatro sacerdotes parecen sonar con más fuerza. Dos navarros y dos vizcaínos. La decisión, en cualquier caso, deberá llegar desde Roma.
Antes de la llegada del Papa Francisco, y coincidiendo con la necesidad de nombrar un auxiliar para el arzobispo de Pamplona, sonaron dos nombres de esa misma diócesis para ocupar ese puesto como paso previo, según la opinión de portavoces consultados, a ser nombrado obispo de Vitoria. Los nombres eran el de Juan Antonio Aznárez, que resultaría elegido para ser auxiliar de Pamplona, y el de Mikel Garciandía Goñi. Este sacerdote resuena de nuevo y al parecer cuenta con el apoyo del recientemente nombrado cardenal Fernando Sebastián, emérito de las diócesis de Navarra. Garciandía nació el 21 de marzo de 1964 en Etxarri Aranaz, fue ordenado el 25 de junio de 1995 y, actualmente, es el vicario de la zona de Mendialde. También entre sus cargos está ser responsable de la Pastoral Vocacional y de la Pastoral de Euskera, delegado para el diaconado permanente, formador del Seminario Diocesano, profesor del CSET San Miguel Arcángel y del ISCR San Francisco Javier, de Pamplona, y director de la Casa de Espiritualidad Santa María de Zamartze, de Uharte Arakil.
Este hombre tiene un perfil que bien podía hacerle candidato a pastorear la diócesis de Vitoria. De él dicen que es de trato afable y cercano. Y dos detalles curiosos, nació en la fecha de entrada de la primavera y es ordenado el mismo año que Asurmendi es destinado a Vitoria. A día de hoy sonaría más su nombre que el de Aznárez, al que habría que tener en cuenta, también, para otros procesos de diócesis vacante, como el que padece la ciudad de Santander.
Otros dos nombres que suenan en la Iglesia son los de dos claretianos vizcaínos. Se trata de Joseba Kamiruaga, de 48 años. Nacido en Las Arenas, emitió su primera profesión en la Congregación en 1984 y fue ordenado sacerdote en 1992. Ha sido profesor en la Facultad de Teología y en el Instituto de Ciencias Religiosas de la Universidad de Deusto y se ha dedicado a la formación y a la pastoral enmarcada en el colegio Askarza Claret. Es también presidente de Kristau Eskola y actualmente ocupa el cargo de provincial de los Claretianos. Este religioso contaría con el respaldo del obispo de Bilbao, Mario Iceta.
El otro claretiano es Aitor Jiménez Etxabe, natural de Barakaldo y nacido el 29 de diciembre de 1962. Tiene un extenso currículum académico y para la diócesis de Vitoria tiene un referente muy singular: ha sido el postulador de la causa del nuevo beato vasco Pedro de Asúa.
Otros nombres han circulado hasta por las redes sociales, aunque sin tanto predicamento. Martínez Camino o Berzosa se han dejado escuchar, tal y como ha podido comprobar este diario.
Valoración de 20 años En cualquier caso, Asurmendi partió el 8 de febrero para Roma con la carta de renuncia en el bolsillo, casi un mes antes de la fecha que indica como límite la normativa canónica. Asumiendo que los plazos los marca la Santa Sede, el prelado gasteiztarra es consciente que deberá mantenerse al frente como administrador apostólico hasta que Roma decida el nombre de su sucesor. En cualquier caso, el obispo vitoriano tiene preparada ya su retirada a Pamplona, donde residirá inicialmente en un piso de la familia con idea de acabar trasladándose a una residencia de los salesianos en Valencia.
Cuando eso suceda, llegará el tiempo de valorar las acciones llevadas a cabo por Miguel Asurmendi al frente de la Iglesia en el territorio histórico. Monseñor Asurmendi ha ordenado a lo largo de sus 20 años como pastor en Vitoria a tres diáconos permanentes. Próximamente ordenará a otros dos. También ha ordenado a 38 sacerdotes, entre diocesanos (18) y miembros de ordenes religiosas. Aparte, al ser titular de la diócesis fue, hasta que hace pocos años se cambió el criterio, el obispo responsable de las Misiones Diocesanas Vascas. Con este motivo el prelado ha viajado a los territorios de misión, aproximadamente, en siete ocasiones a Angola y Ecuador. Asimismo, ha vivido el vuelco en las cifras en las que los misioneros seglares, que han superado a los consagrados. El espíritu misionero en Vitoria se mantiene aunque las vocaciones consagradas hayan descendido. Además, el tesoro patrimonial de la diócesis se conserva en las más de 400 parroquias repartidas por el territorio diocesano, pero además también este tesoro tiene dos referentes importantes que han brillado con luz propia durante el periodo de monseñor Asurmendi: el Museo Diocesano y la Catedral de Santa María.
En el tema de la paz, Asurmendi se ha pronunciado particularmente y de forma conjunta con el resto de los obispos de las diócesis vascas con los que ha coincidido. Siempre ha procurado estar cerca de las víctimas de ETA y de sus familiares. En noviembre de 1997 presidía la primera jornada diocesana por la paz.