aunque todavía no ha nacido un empresario dispuesto a invertir en algo que sólo genere pérdidas, el Gobierno de Mariano Rajoy se afana desde hace semanas en asegurar que el proceso de privatización de AENA no supondrá grandes cambios en la gestión de los 46 aeropuertos de la red estatal. El Estado mantiene el 51% del accionariado de una sociedad valorada ahora en unos 10.500 millones de euros y cuya salida a Bolsa ha sido la mayor oferta pública de venta de los últimos quince años. Bancos y fondos de inversión, como Morgan Stanley, controlan ya el 16,33% del capital de la compañía. Mientras tanto, inversores del tamaño de Ferrovial, seleccionada en su día para formar parte del núcleo duro de la nueva AENA pero que finalmente no se han lanzado al ruedo, auguran sin tapujos que la sociedad quedará “totalmente privatizada” más pronto que tarde, en palabras de su consejero delegado, Iñigo Meiras.
Ante esta tesitura, la gran pregunta que los aeropuertos deficitarios como Foronda se hacen ahora mismo es qué será de ellos en este nuevo escenario. Fuentes de la propia AENA respondían ayer a las preguntas de este periódico asegurando de forma rotunda que “Foronda va a seguir operando con normalidad”, pero los trabajadores de la terminal alavesa, como los de otros aeródromos estatales, no lo tienen claro. De hecho, creen que ocurrirá lo contrario, e incluso fijan una fecha aproximada para que aeropuertos como el vitoriano acaben desapareciendo si no se hace nada por evitarlo. “El punto de inflexión para Foronda llegará cuando se privatice el 100% de AENA, que será cuando a los trabajadores de los aeropuertos nos caduca el convenio colectivo, en el año 2021. Si siguen con esta dinámica, y no parece que vaya a suceder nada para cambiarlo, el detonante de la desaparición será en esa fecha”, argumenta Alex Bastida, presidente del comité de empresa del aeropuerto gasteiztarra.
Con todo, para Foronda las perspectivas a corto o medio plazo no parece que vayan a variar mucho en cuanto a servicios, entre otras cosas porque minimizarlos todavía más después de la retahíla de recortes sufridos supondría un golpe mortal de necesidad para una infraestructura que recibe con los brazos abiertos cualquier operación en forma de vuelo de pasajeros. En San Prudencio despegarán sendos viajes a Polonia y Lanzarote los días 25 y 26 de abril, respectivamente. Para verano hay operaciones programadas, aunque aún no a la venta, para unir Vitoria con Palma de Mallorca, Mahón y Jerez, además de la previsión de contar con algún chárter puntual a Islandia e incluso, en fecha por determinar, un nuevo enlace con Nueva York a cambio de otros 200.000 euros de pérdidas para las arcas públicas. Una cantidad que la Diputación alavesa ya ha dicho que no le importa perder por segundo año a cambio de recuperar la operación.
rentabilidad Pero un puñado de vuelos en verano y tres chárters el resto del año no son ni mucho menos suficientes para que cualquier inversor privado decida que su amor por mantener abierto el aeropuerto vitoriano es mayor que su deseo de soltar lastre cerrando aeródromos deficitarios. Pero de la red de AENA sólo catorce de sus 47 aeropuertos son rentables, y Foronda no es uno de ellos.
“Los inversores quieren beneficios, y eso va a redundar en la calidad del servicio y en desprenderse de lo que no quieran. Foronda es un aeropuerto crítico para intereses privados, primero porque es deficitario y segundo porque su baremo es si un aeropuerto tiene o no pasajeros, y Foronda no los tiene”, expone Bastida, que considera que “el verdadero problema” para la terminal alavesa no llegará “de inmediato, a corto plazo” sino cuanto más se acerque la citada y crítica fecha del año 2021. Así las cosas, el presidente del comité de empresa de Foronda atisba un futuro “muy negro” para la terminal tras el pistoletazo de salida a la privatización, tanto que “sólo un milagro en forma de incremento de pasajeros, algo que es muy complicado” podría cambiar un contexto a largo plazo con un accionariado de AENA, del que ya forman parte fondos de inversión de Catar, Dubai o Noruega, bajando la persiana de las infraestructuras no rentables.
En este contexto, el siempre presente deseo de la Administración vasca, como la catalana y canaria, de hacerse con el control y gestión de los aeropuertos de sus respectivas comunidades vuelve a la palestra. Hace poco más de un año, la consejera vasca de Política Territorial, Ana Oregi, enviaba una carta a la ministra de Fomento, Ana Pastor, recordando a la representante popular que si el proceso de privatización de AENA llega a alcanzar hasta el 60% supondría “dejar sin contenido la competencia que el Estatuto de Autonomía del País Vasco reconoce a favor de la comunidad autónoma para ejecutar la legislación del Estado en materia de aeropuertos con calificación de interés general, cuando el Estado no se reserve su gestión directa”, según recogía la carta a la que tuvo acceso este diario.
Es decir, en el momento en el que la privatización de la sociedad aeroportuaria alcanzara dicho porcentaje, Euskadi solicitaría de inmediato gestionar el aeropuerto alavés y el resto de terminales vascas, como establece el Estatuto de Autonomía.
“Si la propiedad de AENA queda mayoritariamente en manos privadas, el Estado se estará desprendiendo de ella, lo que supondrá vulnerar los preceptos estatutarios que, como el vasco, contemplan una reserva competencial a su favor para gestionar los aeropuertos de interés general ubicados en su territorio”, subrayaba Oregi a Pastor. La gestión compartida por las administraciones locales es el modelo al que tiende Europa, y de hecho AENA es el órgano aeroportuario mundial que mayor número de terminales gestiona.
Desde la sociedad pública del Ministerio de Fomento insistían ayer a este periódico que su modelo, también tras la privatización del 49%, “garantiza la gestión de todos los aeropuertos”, incluido Foronda, porque “durante los tres últimos años se ha hecho un esfuerzo importante por ser rentable”. Así lo han hecho con decisiones como reducir el horario operativo de la infraestructura alavesa, que en agosto de 2012 perdió su licencia H24, dentro del famoso y controvertido plan de eficiencia aeroportuario. Tal vez por eso, porque en Foronda las promesas, nunca mejor dicho, se las lleva el viento, la terminal otea el horizonte con más dudas que certezas y más miedo que sosiego.
Privatización. La ansiada privatización de AENA, una de las operaciones clave prevista por el Gobierno de Rajoy para esta legislatura, culminará con el traspaso del 49% de las acciones de la sociedad a manos privadas.
Vitoria. AENA aseguraba ayer que Foronda “seguirá operando con normalidad”. Desde el comité de empresa de Foronda, su presidente cree que el futuro de la terminal peligra no a corto pero sí a medio o largo plazo, con el 2021, fin del convenio colectivo, como fecha clave para el aeródromo.