la Ley de Adicciones que el Gobierno Vasco quiere aprobar para prohibir el consumo de alcohol en la vía pública le ha puesto en bandeja al alcalde, Javier Maroto, una nueva oportunidad de explotar el supuesto agravio comparativo al que alaveses y vitorianos están sometidos por el Gobierno Vasco, un sentimiento que los políticos alaveses explotan periódicamente y que incluso en los noventa permitió crear un partido directamente de la nada. “Es una falta de respeto, son ajenos a la realidad de las fiestas de Vitoria”, dijo ayer Maroto en referencia a la bajada de Celedón y a un Ejecutivo que, efectivamente, se ha metido en un jardín con esta nueva propuesta legislativa, pero no precisamente por arrinconar a los alaveses.

De hecho, la prohibición afectará también a las fiestas de Bilbao, y a las de Algorta, o al día de Santo Tomás en Donostia, Bilbao o Azpeitia. Es más, tampoco se podrá fumar nunca más en San Mamés, y el txikiteo por las siete calles tendrá que celebrarse obligatoriamente bajo techo, a no ser que el alcalde de la villa diga expresamente lo contrario, incluso aunque el sol se deje ver sobre el puente del Arenal. Da igual, a Maroto, Mari Jaia no le importa, como puso de manifiesto ayer no sin un estudiado desdén que ya en otras ocasiones ha dejado patente en la sala de prensa cuando habla de los malvados vecinos del Botxo.

firmará el decreto Como el proyecto de Ley del Gobierno Vasco puede chocar, como se ha visto, con múltiples celebraciones populares en Euskadi, la idea del Ejecutivo es permitir a los alcaldes firmar decretos excepcionales para permitir consumir alcohol en la calle. De lo contrario se desvirtuaría la bajada de Celedón, sí, pero es que los sagardo eguna que cada año celebran muchas localidades vascas, la Fiesta de la Vendimia de la Rioja Alavesa, o las catas del primer txakoli de cada temporada directamente desaparecerían. A esa posibilidad del decreto se agarrará Maroto , “por supuesto”, para hacer valer los derechos de los jóvenes vitorianos que gustan de empaparse en cava cada 4 de agosto.

Así pues, mecanismos para permitir que la bajada siga celebrándose en medio de una nube etílica hay, pero lo que ha molestado al alcalde es que nadie del Ejecutivo le haya llamado para explicarle el proyecto de Ley que se debatirá en el Parlamento y que promete dejar jugosas intervenciones.