vitoria- Al igual que está sucediendo en otras ciudades del Estado, el ganchillo se está haciendo un hueco importante en la capital alavesa. Y es que cada vez existe un mayor interés por aprender esta técnica de toda la vida. Los comercios gasteiztarras no son ajenos a este fenómeno y desde hace algunos años son muchos los que se han animado a impartir talleres. Uno de ellos es Lanas Zelanda y Cristina. Un establecimiento especializado con más de cuatro décadas de andadura que ha vivido muy cerca el repunte de esta actividad. Ricardo Cantera, su propietario, confirma que cada vez hay más gente joven animada a aprender a hacer ganchillo. “Desde hace tres o cuatro años estamos notando un mayor interés por aprender esta técnica”, asegura. Este comercio vitoriano comenzó a impartir talleres hace dos años y ahora ofrecen un amplio abanico de horarios, “con el fin de adaptarse a todos los perfiles de cliente”. Tal y como explica Ricardo, “la idea de estos cursos es enseñar la técnica, de manera que unos vienen a aprender y otros a solucionar dudas, después ellos solos son capaces de continuar con la labor”. Entre los asistentes hay personas de todo tipo, desde aquellas que han tejido hace tiempo y quieren retomar la actividad hasta quienes buscan realizar una actividad relajante. Con todo, para Ricardo la clave de este fenómeno está en “poder hacer algo creativo, artesano y que sea tuyo”.

nuevos locales Una muestra del auge de esta afición en la capital alavesa es la apertura de nuevos negocios, como es el caso de LaCasilda. Un establecimiento ubicado en la calle Cercas Bajas que acoge un nuevo concepto de local. Y es que, además de funcionar como tienda -en ella se pueden encontrar telas, lanas, accesorios, piezas de jóvenes diseñadores, etc-, también imparte talleres. Desde ganchillo hasta serigrafía pasando por encuadernación, amigurumi (arte japonés de tejer muñecos) o punto, entre otros. Su promotor, Gaizka Beltrán de Otálora, explica que apostó por este tipo de comercio porque está convencido de que materiales como la lana y la tela tienen futuro. “A lo largo de estos últimos años están surgiendo varios movimientos que recuperan actividades tradicionales que se reinventan con la aparición de nuevas técnicas”, afirma el vitoriano. De hecho, a pesar de contar con tan solo mes y medio de vida, Gaizka está muy satisfecho con la acogida que están teniendo los talleres. “Los asistentes a los cursos son personas que buscan aprender, tener una afición y sobre todo, poder llevarse a casa algo hecho por ellos mismos”, asiente. El perfil suele ser mujeres con edades comprendidas entre los 25 y los 60 años. - R. Mtz. de S.V.