gasteiz - La portavoz de la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Euskadi confía en que “el pico de efecto” del discurso de Maroto ya haya quedado atrás, unas palabras “indecentes” sobre los inmigrantes magrebíes que “atacan al honor y a la dignidad” de un sector muy concreto de la población. Argote cree que, más que emborronar la imagen de la ciudad, el primer edil vitoriano “va a pasar a la historia por ser un alcalde que ha provocado una alarma social y al que la mayoría de los partidos políticos está dando la espalda”.

¿El sistema de RGI, tal y como está planteado ahora, funciona?

-Es un sistema de protección social diseñado para proteger a las personas en situación más vulnerable. Tal cual está ahora funciona, aunque obviamente tiene grietas, como todo sistema. Hay semáforos y la gente se los salta. No sé el porcentaje exacto de fraude, pero está rondando el 1%. De cada diez retiradas de RGI porque algo falla, nueve vuelven a ser repuestas, porque hay algún problema con la documentación, según los datos de Lanbide. Entre 2012 y 2013 se han realizado más de 11.000 suspensiones de RGI, pero el 90% de las personas a las que se retira la ayuda subsana el error. Así que lo del fraude masivo no es tal. Es una cortina de humo. Si se puede corregir, que se corrija, pero esa corrección no va en el sentido de lo que está proponiendo el PP de incrementar el requisito de padrón hasta los diez años. Ese requisito sólo perjudicaría a las personas que no son de aquí.

¿Por qué cree que el alcalde pretende reformar el sistema?

-Se está queriendo distraer a la opinión pública con informaciones y debates que no son los que realmente más preocupan. ¿Por qué no se está generando empleo como se había prometido? A partir de ahí, se lanzan unas migajas de información que generan el debate y el conflicto social y la ciudadanía, que en un primer momento se desconcierta, entra al trapo. Es una estrategia para ganar votos que está diseñada de principio a fin. Ya en julio identificó como cabezas de turco a las personas marroquíes y argelinas y desde entonces ha habido un goteo de informaciones que han ido creando este caldo de cultivo. Apelamos a la responsabilidad de los partidos políticos, porque no deben llevar a cabo acciones que puedan perjudicar la cohesión social. El fiscal ya decidirá si las declaraciones de Maroto son un delito de incitación al odio o si prevalece el derecho a la libertad de expresión, pero más allá del ámbito penal, en el político y el social, sus palabras son indecentes, porque atacan al honor y a la dignidad de parte de nuestro vecinos. Y eso va en contra de toda responsabilidad política.

¿Cree que este discurso comienza a tener consecuencias en la calle?

-Igual ha tenido su pico de efecto cuando hace dos o tres semanas se difundieron vía WhatsApp unos recibos de RGI a nombre de dos personas marroquíes. Eso provocó que la gente redifundiera ese mensaje, entrase un poco al debate y se calentase. Sí que parecía estar dando muestras de un calentamiento preocupante, el resultado obvio de haber rociado con gasolina una ciudad y prender fuego a la mecha. Pero la ciudadanía de Vitoria tiene capacidad para reaccionar y hay que apelar al pensamiento crítico. Por una parte podría conseguir esas 30.000 firmas, pero ¿qué hay de las otras 300.000 personas que viven en Álava? El año pasado, a través de la presión ciudadana, logró modificarse una ordenanza que restringía el acceso a los comedores sociales a determinadas personas que pasaban hambre en la ciudad. Al final, la ciudadanía es lista, debe desarrollar su pensamiento crítico y no dejarse enredar con este tema. Darse cuenta de que son otras cosas las que nos preocupan. Y no este tema de las personas que están cobrando una RGI de 680 euros. Todos los datos que han salido están manipulados. Parece que las personas magrebíes llegan aquí sin ganas de trabajar y para abusar de las ayudas sociales. Eso es totalmente falso.

Esto recuerda a la “mayoría silenciosa” que reivindicaba Mariano Rajoy para restar importancia a una huelga general...

-Sí, una mayoría silenciosa que no se va a dejar enredar. Al final somos una ciudad solidaria y tenemos vecinos marroquíes que no se merecen lo que están sufriendo. Sólo una de cada cinco personas magrebíes está cobrando una ayuda social y la mayor parte de las que lo están haciendo es porque han perdido un trabajo que ya tenían. Decir que las personas vienen aquí a vivir de una ayuda social es una muestra de no conocer la realidad en absoluto.

¿Cree que esa imagen de Vitoria como ciudad solidaria comienza a verse emborronada por la actitud de Maroto?

-Prefiero ser optimista, porque a fecha de hoy, desde nuestra organización, no vamos a promover que se sigan encendiendo los ánimos. Queremos que haya serenidad. Más allá de lo que ocurrió con aquel WhatsApp, a la vez hubo también otro tipo de acciones por parte de mucha gente negándose a redifundir eso. No creo que esté emborronando la imagen de la ciudad. Está emborronando la imagen de un alcalde, que podía haber pasado a la historia por haber promovido mejor las cosas positivas de la ciudad, que son muchas. Al final, va a pasar a la historia por ser un alcalde que ha provocado una alarma social y al que la mayoría de los partidos políticos están dando la espalda. La ciudadanía también le va a dar la espalda, porque no queremos vivir en una ciudad con estos enfrentamientos, sino donde se genere la cohesión social. No sé lo que dirá Calparsoro, pero la incitación al odio está ahí.

¿Le tranquiliza que los grupos parlamentarios le hayan dado la espalda, tal y como se visibilizó este jueves en el Parlamento?

-Me tranquiliza que se decidiera no hablar de este tema. Con absoluta transparencia, porque no hay nada que ocultar, hay que destacar que tenemos un sistema de protección social del que deberíamos sentirnos muy orgullosos. Estar hablando del fraude y de esas cifras tan insignificantes me preocupa, y me gustó el hecho de que ese tema se sacara de la agenda. ¿Qué pasará ahora? Ojalá no prospere la ILP, porque es una herramienta al servicio del pueblo. Debe ser una acción conjunta. Creo más en la capacidad de 300.000 personas para no dejarse enredar, independientemente de lo que sus líderes políticos quieran hacer.

¿Qué le parece que Maroto quiera encabezar esa Iniciativa Legislativa Popular (ILP)?

-Es una medida muy populista. Dentro de su electorado, su discurso cala y habrá calado, porque se dirige mucho a las emociones. La gente lo está pasando mal, la crisis sigue vapuleando Álava y el País Vasco, la gente está perdiendo su empleo... Si sigue adelante conseguirá esas firmas, pero no me parece relevante. No creo que sea un tema para debatir con firmas, porque los derechos fundamentales y humanos no son debatibles ni cuestionables, ni objeto de una ILP como ésta. Si decide llevarla adelante que lo haga, pero la sociedad civil deberá posicionarse al respecto cuando llegue el momento de votar y, mientras tanto, con la movilización social.