decía el poeta inglés George Herbert que la pobreza no es un pecado, pero como murió hace casi cuatrocientos años damos por hecho que no le dio tiempo a vivir de primera mano la realidad del siglo XXI, donde a los pobres no sólo se les culpabiliza, sino que se les estigmatiza. En Euskadi el 20% de la población está en riesgo de exclusión, y la última encuesta del Gobierno Vasco situaba en un 6,2% el porcentaje de población que atraviesa una situación de pobreza real en Vitoria (un 5,6% en toda la provincia de Álava). Ante esta tesitura, las campañas de sensibilización que antes se hacían hacia fuera ahora se hacen hacia dentro, buscando concienciar a la ciudadanía no sólo en lo que ocurre a miles de kilómetros del primer mundo, sino en sus propias ciudades.
Ciudades como Vitoria, que estos días acoge diversos actos con motivo de la llamada semana contra la pobreza en Euskadi. Unas jornadas organizadas por la Coordinadora de ONGD del País Vasco que este año focalizan su campaña en uno de esos conceptos otrora prácticamente desconocidos pero que ahora están en boca de (casi) todos: la pobreza energética. Un problema que afecta al menos a un 4% de la población vasca, casi 90.000 personas en total, y a un 10% en todo el Estado. Unas cifras que “se han visto incrementadas los últimos meses por la subida del recibo de la luz y la persistencia de la crisis económica”, explican desde la Coordinadora de ONGD.
Entre otros actos diseminados por todo el territorio vasco, ayer tuvo lugar en el centro cultural Montehermoso una charla bajo el lema Pobreza energética, ¿quién paga la factura? y esta tarde a las 19.15 horas se celebrará otro encuentro en el centro cívico Iparralde, organizado por la Plataforma por los derechos sociales de Gasteiz, con la renta básica de ciudadanía como leitmotiv, con la presencia de Daniel Raventós, profesor de la Universidad de Barcelona, y Ander Rodríguez, diputado de Política Social de Gipuzkoa.
Aunque haya aterrizado hace poco en nuestro día a día, la pobreza energética es una lacra que en Álava afecta a entre un 4% y un 10% de la población. Según la Plataforma por un nuevo modelo energético en la provincia diez de cada cien hogares se ven obligados a no encender la calefacción y no utilizar electrodomésticos por no poder hacer frente a la factura. Un problema que a partir de estas fechas se agrava de forma exponencial por la llegada del invierno, que en Vitoria es todo el tiempo que transcurre desde octubre hasta julio. Además, hace apenas dos semanas la luz subió un 11%, a pesar de la cacareada reforma energética del Gobierno popular. Si a eso le sumamos que el 80% de las viviendas de Gasteiz son poco eficientes, se entiende por qué la fatalidad de la pobreza energética es en la capital alavesa un asesino silencioso que lleva a muchas familias a vivir por debajo de los 18 grados en sus casas, el mínimo de confortabilidad adecuado ahora que se acerca el invierno.
“Es un problema invisibilizado, porque cuando nos referimos a la pobreza energética solemos reducirlos a la factura de la luz, si sube o baja, cuando en realidad es una situación muy grave que va más allá, con muchas personas que ponen en riesgo su vida por esto y no pueden tener condiciones dignas”, subraya Alberto Cereijo, delegado de la Coordinadora de ONGD en Euskadi. Hace unos meses, la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético denunciaba cómo algunas familias que acuden al Banco de Alimentos de Vitoria se topan con la imposibilidad de poder cocinarlos luego en sus casas, pues el simple hecho de encender la vitrocerámica es un gasto que no pueden afrontar.
El pasado mes de enero, las Juntas Generales de Álava aprobaban una moción en la que se instaba a las administraciones públicas a que garanticen que no se podrá interrumpir el servicio de electricidad, gas o agua por impago a los “consumidores vulnerables”. Pero si en el territorio alavés el contexto actual de la pobreza energética es preocupante, a nivel mundial la situación adquiere tintes alarmantes, con 3.000 millones de personas que viven en esta situación. “La perspectiva es que vaya en aumento”, apuntan desde coordinadora. Ante el riesgo de que algunos puedan tener la tentación de situar este problema como una cuestión de comodidad, reduciéndolo a la imagen de una familia envuelta en mantas mientras en el salón sin poder tener encendida la televisión, la asociación estatal de Ciencias Ambientales advierte en un estudio auspiciado por el Ministerio de Medio Ambiente, de que la pobreza energética causaría cada año “entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras al año en el Estado, más de las que fallecen en las carreteras”.
la fuerza del consumidor Llegados a este punto, la gran pregunta es si la ciudadanía puede hacer algo para contrarrestar la fuerza de un oligopolio en el que las eléctricas campan a sus anchas. Alberto Cereijo cree que sí se puede, y apunta algunas de las claves. “Como consumidores de energía podemos cambiar las cosas a través de las cooperativas, revisando nuestros modelos de consumo y nuestras relaciones con las compañías para adoptar decisiones que nos lleven a salirnos del mercado, sino total, al menos sí parcialmente”, asevera, aunque es consciente de “las trabas que surgen por parte de las instituciones o las propias compañías”.
Probablemente por su novedad, por ser un concepto que hasta hace bien poco transitaba fuera del vocabulario habitual, la pobreza energética, un término definido por cierto en 1991 por la investigadora británica Brenda Boardman como la “incapacidad para un hogar de obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía por el 10% de la renta disponible”, ha pasado a la primera plana a la hora de referirse a las últimas consecuencias de la pobreza, pero Álava arrastra un largo listado de datos que evidencian el incremento de los indicativos de pobreza en el territorio desde el inicio de la crisis.
Así, el llamado “índice de pobreza real” se sitúa actualmente en un 5,6% frente al 4,1% de 2008, según el último informe del Gobierno Vasco. Además, el índice de “ausencia de bienestar real” se ha elevado del 6,5% de hace seis años a un 9,7% en la actualidad, cifra que aumenta hasta un 10,8% en la capital alavesa. Y aquí, como en tantos otros casos, detrás de cada estadística no hay números, hay personas.
Día de la alimentación. Además del día internacional contra la pobreza, que se celebra mañana, hoy se conmemora el día mundial de la alimentación.
Niños y niñas. Alrededor de 52 millones de niños de menos de cinco años sufren en todo el mundo desnutrición aguda.
Nutrición. Para concienciar sobre la alimentación infantil, la ONG Acción contra el hambre promueve estos días una campaña recordando la importancia de los 1.000 primeros días del niño en su desarrollo posterior.