llodio - Nadie se comió la cabeza ayer en Llodio con aquello del cocinar. Y es que el menú del penúltimo día de fiestas esta marcado por la tradición a sangre y fuego desde finales del siglo XVI. La sangre de las morcillas que dan nombre a la jornada y el fuego de los centenares de brasas que se encendieron en todos los rincones del municipio para asar la vianda protagonista.

Unos diez mil kilos es el cálculo estimado por los carniceros y charcuteros que tienen tomada la medida a la cita, aunque las toneladas exactas que se zampa la población este día es imposible de calcular a ciencia cierta. Valga de ejemplo que solo en el obrador más antiguo de la localidad -el de la familia Santamaría, con punto de venta en la plaza de Abastos- elaboraron algo más de mil kilogramos. “La cantidad viene a equivaler a la producción de todo un mes el resto del año, y es superior a la de 2013 porque, al coincidir con fin de mes, hay mucha gente de regreso vacacional que este año esta en fiestas y se nota”, explicó a este periódico Jagoba, quien, junto a su hermana Mariale, se encarga de mantener en pie un negocio familiar que abrió sus puertas allá por 1952.

“No sé los años que llevamos suministrando morcilla a la Cofradía para la degustación que preparan en esta misma plaza, con brasas de carbón vegetal. Empezaron nuestros abuelos, luego nuestros padres y la tía Amalia, y ahora nosotros, siguiendo una receta que nos llegó del caserío de Basaurbe, en el barrio de Larra, de donde procede nuestra familia”, explicaron.

El negro embutido lleva, además de arroz y sangre, manteca de cerdo, puerro y cebolla. Al entrar en contacto con las brasas, impregnó de humo y su característico aroma todo el municipio. Y es que desde la iglesia de San Pedro de Lamuza, pasando por la plaza de Abastos, la Herriko Plaza y todas las terrazas de bares, txokos y casas no hubo un solo lugar ayer en Llodio que no estuviera invadido de mesas con familias y amigos reunidos para degustar el plato estrella del día. “Hemos vendido incluso sangre y manteca para gente que va a elaborar las morcillas en casa”, aseguraron los hermanos Santamaría.

Cuenta la leyenda que la tradición de comer morcilla en fiestas de Llodio surgió de la comida de hermandad que celebran los cofrades del Señor de Sant Roque el último domingo de agosto, y que hoy cumplirá su 415 aniversario. Y es que a este ágape solo pueden acudir los miembros de esta asociación creada en 1599 que, para el banquete, sacrificaban unos carneros, con cuya sangre se comenzó a elaborar la popular vianda.

Sea como fuere, a día de hoy, se sigue haciendo, y no sólo por parte de residentes. “Somos antiguas estudiantes del Instituto laudioarra y,-aunque ahora algunas ya estamos casadas y con hijos, siempre venimos el Día de las morcillas a pasar el día y reencontrarnos con la cuadrilla, que andamos cada una en una punta”, relató la ayalesa Nagore Basabe. Ella reside en la actualidad en Pamplona, mientras que sus amigas llegaron desde Vitoria y diversos municipios vizcaínos.

fin de fiestas Y es que las tradiciones están para cumplirlas y ayer a Llodio le dieron morcilla por todos los rincones, en un penúltimo día de fiestas que también albergó encierro, vaquillas, alarde de txistularis, campeonatos de bolos, de calva y de pelota a mano, actuación infantil, y dos teatros de calle con las obras Astokilo, de Pantha Rei, y La conga, de Trapu Zaharra, además de un concurso de recortadores, varias romerías o verbena con el grupo Trikizio, entre otros.

Hoy tocará despedir ocho días de diversión, repartida en dos tandas, con el día de la Cofradía y el retorno de la figura del patrón a su ermita. Antes de la quema a medianoche de la mascota festiva, el perro Roketxu, aún quedará por delante una intensa tarde con gigantes y cabezudos, payasos, novillada sin picadores, danzas vascas, y dos verbenas con Egan y Lotxo Taldea.