Se fue de este mundo a la edad de 89 años dejando tras de sí una huella imborrable en la memoria de todas las personas que tuvieron el placer de conocerle. Ahora, esa impronta perdurará en las generaciones futuras de Amurrio cada vez que se acerquen a la Biblioteca Municipal. Se trata de Federico Barrenengoa Arberas. Un vecino ilustre especialista en toponomástica, fallecido el 31 de diciembre de 2005. A él, esta villa ayalesa y su entorno le deben importantes trabajos de investigación sobre toponimia euskaldun que, sin su impagable labor altruista, se hubieran perdido.
Fruto de este trabajo, acumuló una ingente colección de fondos bibliográficos que, en número de 1.922, otorgó mediante testamento en beneficio del Ayuntamiento de Amurrio en 2011. A la par, se firmó un convenio de colaboración que establecía las características en las que habían de ser tratados los fondos. Durante este tiempo, el personal de la Biblioteca Municipal ha llevado a cabo un intenso trabajo de clasificación y catalogación de este valioso legado para constituir un fondo que pueda consultarse por quien así lo quiera para satisfacer curiosidades de investigación, entre otras posibilidades.
Para ello, el fondo bibliográfico -que se presentará a las 19.00 horas del martes 10 de junio, en un acto abierto- estará permanentemente a disposición del público en la Biblioteca Municipal, en un espacio destinado para ello e identificado con una placa visible, "que esperamos contribuya a ayudar a aquellos que quieran conocer los temas concretos que recogen estos volúmenes", indica la alcaldesa, la jeltzale Josune Irabien. Algo en lo que también coincide la familia de Barrenengoa, que considera que este legado puede servir para la difusión e investigación, principalmente, aquellos libros con temática vasca.
Se trata de volúmenes relacionados con temas vascos, así como literatura convencional y otros volúmenes en ruso. Se da la circunstancia de que Barrenengoa estudió desde el idioma del país de los zares hasta el portugués, y desde el inglés hasta el italiano, pasando por el francés y el alemán, pues como investigador de la historia y de la cultura "consideraba que la lengua no es únicamente expresión de la cultura de cada pueblo, sino también de su manera de ser, de pensar y de actuar", explica su hija María Jesús en la biografía que le ha dedicado.
Unas palabras de alguien muy cercano que pueden llevar a comprender mejor la auténtica pasión que este hombre sintió siempre por la lengua vasca. De hecho, Federico Barrenengoa (1916-2005), que estudió Filosofía y Magisterio y fue bibliotecario de la empresa Firestone de Basauri hasta jubilarse, colaboró con Euskaltzaindia desde 1979. Ésta le nombró académico de honor en 2004, siendo miembro de la comisión de la Biblioteca de Azkue. Un puesto realmente difícil de alcanzar, ya que se trata de una persona euskaldunberri, que empezó a estudiar euskera a los 16 años y que, a pesar de que no era su lengua materna, desarrolló una destacada labor en favor de ésta, aún en tiempos del franquismo, ayudando en los comienzos tanto de Aresketa Ikastola como de AEK, con quien siempre mantuvo una estrecha relación.
Era experto en temas de toponimia y onomástica y realizó numerosos trabajos de investigación, de manera muy especial en torno a la toponimia del Valle de Ayala. Fue miembro de la primera comisión que se constituyó en Amurrio para recuperar la toponimia euskaldun de este municipio y, hasta el final de su vida, siguió colaborando con la Comisión de Onomástica de Euskaltzaindia en el afianzamiento de la toponimia de su localidad de origen en el Valle de Ayala.
Profeta en su tierra De la pluma de Barrenengoa, por citar alguno de sus trabajos más importantes, salieron la biografía del alavés euskaltzale de Okondo José Paulo de Ulibarri; El euskera de la Tierra de Ayala (1976); Onomástica de la Tierra de Ayala (1988); Toponimia de la Tierra de Ayala (1989); Índice general y Etimologías de los apellidos y topónimos de la Tierra de Ayala (1990); o El Valle de Ayala, Tomo I: de la prehistoria al siglo XVI (2003). Los cuatro últimos fueron publicados por los servicios editoriales de la Diputación Foral de Álava.
Ya en 2004 su municipio le agradeció esta labor nombrándole Amurrioarra del Año, aunque también fue pregonero de las fiestas patronales en 1995. Fruto de su labor de investigación toponímica es el actual callejero -íntegramente en euskera- de la villa, cuyo nombre fue incorporado en 2009 para bautizar a una nueva calle, en base a los criterios que él mismo ayudó a establecer. Concretamente se trata del vial más largo del pueblo, ya que atraviesa Aiara Etorbidea, Jesús Galindez y Etxegoienbidea para conectar finalmente con Aldai kalea, aproximadamente a la altura de Iritxusi.
A la presentación de su legado bibliográfico del martes han confirmado su asistencia la viuda de Federico de Barrenengoa, Virginia Cuadra, y sus hijas, entre otros. La asistencia es libre para cuantas personas quieran participar en este encuentro.