"Vitoria es una ciudad acomodada, pero le falta un ilusionador que prenda la chispa"
La radio es su segunda gran pasión -la primera la guarda para la intimidad- y, con voz de curtido locutor, disfruta hablando de la ciudad que le acogió un día y hoy es suya.
Plaza del Machete. Periodista y ciudadano exigente con los políticos, elige posar en el juramento grabado en piedra que realizaban los ediles locales para no corromperse y defender las libertades de la ciudad y, según reza, "si assi no lo hiciere y cumpliere, Dios se lo demande y le sea cortada la caveça con el alfange de hierro y acero agudo tal y de la forma del machete victoriano".
José Ramón Díez Unzueta ha ejercido durante nada menos que 25 años como director de Radio Vitoria y, pese a su posición, no ha sido de prodigarse demasiado por saraos, protocolos, almuerzos o actos sociales. No obstante, tiene Vitoria en la cabeza y, tras el escepticismo inicial, al saber cuál iba a ser el tono de esta entrevista -por una vez, al margen de la vorágine de la actualidad y de las noticias mundanas- acepta entre curioso -"es una sensación un poco rara ésta de ser un entrevistador entrevistado"- y gustoso por reflexionar sobre la vieja y la nueva ciudad. Pero el tono de la entrevista, en realidad, lo pone él. Curtido periodista, maestro radiofónico y profesor universitario, demuestra durante la conversación su natural dominio de la voz, de las pausas, del ritmo y hasta de los gestos de las manos alrededor de un imaginario micrófono que tuviera sobre la mesa. Son esos intangibles que no se pueden reflejar en una entrevista de prensa. Pero se adapta al género que le acoge. "Luego todo esto lo pones tú como quieras", dice confiando en el trabajo de su colega al término de una hora de charla y un café en la barra del restaurante de enfrente.
¿Cómo se ve esta ciudad desde la privilegiada atalaya de 25 años al frente de 'Radio Vitoria'?
- Cuando yo llego aquí en el año 1984 me cuentan dos cosas: que voy a una emisora muy enraizada en la ciudad, que lleva siendo monopolio durante años y que hay que hacer nueva; y que voy a encontrar una ciudad que se está construyendo no sólo desde el punto de vista urbanístico, sino también humano, con la mitad de la población que no era natural de Vitoria. Por lo tanto, aquí hay una efervescencia que todavía se mantiene para encontrar las señas de identidad de la ciudad. La Vitoria provinciana que estaba dominada por el color de los militares y las sotanas ya se ha ido con la transición y me encuentro con una ciudad que se está construyendo nueva, desde la calle Dato hasta los nuevos barrios en lo material, con una población muy heterogénea. Y además me encuentro con un líder como José Ángel Cuerda, que pastorea la ciudad de forma exhaustiva, extensiva e intensiva. Fue un modelo de alcalde y creó una ciudad muy racional y muy organizada en lo urbano, eso sí, pero no supo prender la chispa de la vida en Vitoria-Gasteiz.
Oiga, ¿y qué es eso de 'la chispa'?
- Sí, a ver. Si yo cito, por ejemplo, cinco capitales de nuestro entorno como Santander, Bilbao, Donostia, Logroño o Iruña, nos encontramos con que cada una de ellas tiene brillo especial y un estilo definido. Pero aquí estamos aún definiendo nuestro estilo entre los que se consideran VTV de varias generaciones, que serán unos 30.000, y una inmensa masa de ciudadanos que, habiendo nacido fuera o siendo de aquí de primera generación, están sintiendo Álava y Gasteiz de una manera diferente.
Por lo que dice, parece que Vitoria no hubiera terminado, aun hoy, de suturar esas dos ciudades, la decimonónica y la emergente.
- La Vitoria del Casco Viejo y del Primer Ensanche está intentando engranarse con los barrios, con lo nuevo, y ahí no sabemos qué va a pasar. Esta es una ciudad que ha sido muy centrípeta en torno a la Almendra y cuatro calles -Dato, San Prudencio, General Álava, Florida, Iradier, Olaguíbel y para de contar- y eso aún tiene que entrar en un magma convivencial con los barrios. Y para eso necesitamos un líder; aquí no hay líderes en ningún campo. Tenemos una Vitoria acomodada, bien dotada, muy ordenadita, socialmente equilibrada y es un lujo de ciudad, por ejemplo, para criar a los hijos. Pero es una ciudad un poco simplona.
¿Y qué cree que haría falta para mover la ciudad?
- Necesitamos un líder. Aquí lo que hace falta es un ilusionador para saber a dónde va esta ciudad. Si yo digo que no se sabe hacia dónde va, me podrán traer quinientos planos del Ayuntamiento, pero como ciudadano no sé hacia dónde va.
¿Hay un divorcio entre la capital y el territorio?
- Sí, hay un vivir simultáneo, dándose la espalda. En Gasteiz hay una macrocefalia que es mala para construir un proyecto de futuro. El vitoriano no va a los pueblos y conoce poco Álava y hay mitos como el aldeanismo o la expresión de alavés, falso y cortés que no son más que estupideces como la copa de un pino. Álava es un territorio invertebrado, pero debería tener proyecto sin aldeanismos, porque el futuro de Euskadi pasa por Álava.
A usted le he escuchado decir en alguna ocasión que hay que refundar la ciudad de Gasteiz, ¿sobre qué pilares se hace eso?
- Sobre cinco pilares concretos: primero, que esta ciudad tiene que terminar convenciéndose de que su perspectiva histórica está en Euskadi y todavía oigo a alguno decir eso de que si pasa no sé qué, Álava se separará. Segundo, el afloramiento del euskera no sólo en la enseñanza, sino también en el día a día y en la calle. Tercero, Álava tiene que tener un proyecto económico de futuro. Aún no sabemos qué vamos a hacer en este ámbito. Cuarto, necesitamos que aparezcan líderes culturales, sociales o incluso deportivos, nuevas voces. ¿Eso para qué? Para sentirnos representados y levantar nuestro ánimo pesimista. Y, finalmente, hace falta un periódico local de referencia, portavoz de la nueva Vitoria, y ese debe ser el papel de DNA. Hay un medio mayoritario que responde a criterios de una época pasada, pero hay que encarar la nueva época.
Hablando de nuestro oficio, ¿ha cambiado mucho el periodismo de ayer al de hoy?
- El periodismo que encontré cuando llegué a Vitoria en los años ochenta era de muy viejo cuño, que respondía a unas necesidades informativas y empresariales muy cortas. Hoy los periodistas y los medios de comunicación se han multiplicado por cinco o por seis y ha cambiado el modo de informar, de una manera muy cuidadosa con la información local, ganando en rigor y en profesionalidad. Pero quizás ahora los medios están demasiado agazapados y dejan excesivamente la iniciativa informativa a las instituciones. Eso sí, entre mis alumnos yo sí me encuentro ganas, vocación, interés y responsabilidad, con periodismo de carne y hueso.