vitoria. Cada día que pasa, la incertidumbre crece en torno a la desaparición del joven ingeniero informático de Vitoria Borja Lázaro. La Policía colombiana desconoce, de momento, las causas de lo sucedido y, si hasta el sábado mantenía todas las posibles hipótesis abiertas, "ayer ya comenzó a descartar que el joven haya sufrido un accidente y se haya ahogado en el mar, entre otras razones porque no ha aparecido el cuerpo. Han pasado veinte días y la experiencia les dice que en este tiempo, el mar habría devuelto el cuerpo", explica el portavoz de la familia y primo de Borja, Roberto Martínez. "Es la única novedad que tenemos", asiente.
El hecho de que la Policía descarte prácticamente un accidente como causa de la desaparición hace que cobre más fuerza la idea de que algún grupo lo "retenga" contra su voluntad, pero nadie se atreve aún a apuntar algún nombre. Además, en Colombia, "nadie quiere hablar de secuestro, porque ningún extorsionador se ha puesto en contacto con nosotros; la Policía prefiere utilizar la palabra retención", aclara Roberto. "Sabemos que el Ejército está peinando la zona de La Guajira donde desapareció"; en concreto, "unos 300 gaulas", miembros de los grupos de élite especializados. "Los mismos que hace dos años ya liberaron a dos españoles secuestrados en Colombia", apunta el portavoz de la familia.
Los Gaula (Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal) se crearon en 1996 y se dedican exclusivamente a evitar y actuar contra el secuestro y la extorsión. Están formados por personal altamente cualificado para llevar a cabo operaciones de rescate y desmantelamiento de bandas criminales causantes de los delitos que menoscaban la libertad personal.
La última vez que se vio a Borja fue la noche del 7 al 8 de enero en Cabo de la Vela, una pequeña localidad del colombiano departamento de La Guajira. El joven acababa de hacer un fotorreportaje sobre una comunidad indígena en una ranchería wayúu. La noche anterior a su desaparición la pasó de velada con un grupo de amigos: dos chilenos, dos colombianas y dos alemanes a los que la Policía ya tomó declaración para que ayudaran a reconstruir las últimas horas antes de la desaparición. Pasada la medianoche, todos regresaron al hostal, ya que al día siguiente habían quedado temprano para ir de excursión en lancha a Punta Gallinas. A primera hora de la mañana se presentaron todos menos Borja, pero nadie consideró que había que alertar a las autoridades. Fue su hermano quien, preocupado al no tener noticias y no poder contactar con él, decidió poner una denuncia en la comisaría de la Ertzaintza de Gasteiz. A partir de ese momento, la Policía autonómica dio parte a la Interpol y comenzó la búsqueda internacional.