Madrid. En el globo terráqueo, Vitoria es un minúsculo punto del hemisferio norte a 42,8 grados de latitud y 2,6 de longitud. En Fitur, esa feria internacional del turismo donde las coordenadas enloquecen y las distancias se acortan, la ciudad se levanta entre los pabellones 7 y 8 de Ifema, en un pasillo compartido con la Ruta Milenaria del Atún. Por primera vez, Gasteiz tiene puesto propio en este gran escaparate del mundo por ser la nueva Capital española de la Gastronomía 2014. Y no pasa desapercibido, porque el stand se ha convertido desde el miércoles en un no parar de degustaciones culinarias preparadas por algunos de los mejores chefs alaveses. "Venían las señoras y se llevaban el pintxo cuando no estaba ni terminado", contaba ayer, entre impactado y satisfecho, Mikel Fiestras, el capitán del restaurante La Huerta, a escasos minutos del inicio del acto más especial de la jornada: el traspaso de poderes de Burgos a Vitoria.
No fue fácil verle la oreja izquierda a Javier Maroto hasta la toma del testigo. El alcalde estuvo atendiendo por teléfono a radios de aquí y de allá, tapándose con la mano el oído que le quedaba libre para tratar de ahuyentar el ruido. Fue impresionante el gentío que se reunió en torno al puesto, entre periodistas, fotógrafos, representantes institucionales, portavoces de distintos sectores de la ciudad y curiosos. Todo el mundo parecía rabiar de ganas por presenciar el gran momento del día o quizá era una estrategia para estar bien colocado para el cocktail posterior, una locura gastronómica del Zaldiaran con steack tartar y láminas de huevo a baja temperatura. Y entonces, cuando las apreturas empezaban a hacerse asfixiantes, llegó la hora. Doce y media. Puntualidad inglesa.
El primer edil subió a un pequeño estrado acompañado de los representantes de las dos entidades creadoras del título, el presidente de la Federación española de Hostelería, José María Rubio, y su homónimo de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo, Mariano Palacín. Lo lógico es que el testigo lo hubiera pasado el alcalde de Burgos, pero este año declinó acudir a Fitur, a saber por qué, y su sustituto, el presidente del Instituto municipal de Turismo y Consumo de la anterior Capital de la Gastronomía, no llegó a tiempo por compromisos con un ministro. Los contratiempos, sin embargo, no desdibujaron las sonrisas de los protagonistas ni amargaron los discursos. Y qué discursos. De ser ciertas las bondades que se cuentan, Gasteiz va a disfrutar al fin de una oportunidad espectacular para sacudirse los complejos, promocionarse hasta más allá del charco y ser competitiva.
"Vitoria será una gran Capital española de la Gastronomía, estará muy presente en los medios de comunicación y sabrá sacarle provecho", presagió Palacín. Si lo logra es porque, como dijo Rubio, los mimbres ya están puestos. "Toda la sociedad vitoriana se involucró y la ciudad está llena de gente que trabaja de lo lindo porque cree en ello. Por eso este año va a ser muy bueno, y no sólo para el sector hostelero, sino también para el comercio, la agricultura y el vino", subrayó. Maroto no cabía en sí de gozo, henchido de eso que él llama "orgullo de ciudad". Por eso su lista de agradecimientos fue enorme. Empezó por las instituciones implicadas, la Diputación y el Gobierno Vasco, "que han compartido la necesidad de un mensaje de unidad", y siguió con la tremenda implicación del tejido asociativo de comercios y hosteleros, "grandes, medianos y pequeños, del Casco Viejo, el Ensanche y los barrios". El alcalde tampoco se olvidó de los miles de gasteiztarras que confiaron en la candidatura, ni del equipo técnico y político del Ayuntamiento que sacó adelante el proyecto. Se atrevió, incluso, a dar las gracias "a los grupos de la oposición", y eso que tan sólo el PNV ha viajado hasta Fitur, representado por los concejales Álvaro Iturritxa y Nerea Melgosa.
Los concejales de los grupos socialista y abertzale en el Consistorio gasteiztarra siguen dudando de las bondades del título, aunque Maroto cree que la Capital española de la Gastronomía aporta a Gasteiz un ingrediente poderoso en un menú con chispa green y patrimonio cultural. Por eso, él y los suyos están convencidos de que Vitoria demostrará que es "la ciudad donde mejor se come". Donostia tiene el ramillete de estrellas Michelin, pero aquí es posible ver las constelaciones con chefs no tan reconocidos internacionalmente pero de tremendo talento. Los aludidos sonrieron. Allí estaban, además de Fiestras, mimetizados entre políticos y cámaras, Carlos Antolín, de la Posada del Duende; Josean Merino, de PerretxiCo; Michel Sagredo, de El Pregón; Patxi Eceiza, del Zaldiaran; y Yosune Menéndez, del Erkiaga.
Degustaciones 'in situ' "Estoy agotada y sorprendida, no me esperaba semejante respuesta", aseguraba, poco después, la cocinera del templo de los pintxos de Herrería, junto a la iglesia de San Pedro. Tras día y medio en Fitur, tenía claro que "esto es como La Meca, hay que venir una vez en la vida", aunque a la vez reconocía las ganas de regresar a Vitoria y volver a levantar la persiana del Erkiaga. Eso sí, antes de irse dejó su huella en Fitur. Por la tarde, tras la degustación enogastronómica de la Asociación Gasteiz On y la de la asociación de comerciantes de la gasteiztarra Plaza de Abastos, la profesional puso la guinda de la jornada con sus esferas de chocolate.
"En realidad, son dos chocolates distintos, uno relleno de vino tinto y espuma de vino con una cruz, en homenaje a la festividad de Olárizu, que siempre nos olvidamos de ella, y otro de espuma de hongos", explicó. Llegó a la cita nerviosa, pero lo bordó. No podía ser de otra manera. Los fogones de Vitoria ya han empezado a dar lo mejor de sí. Y lo que les queda por continuar demostrando.