lOS escolares de Amurrio llevan todo el curso empeñados en que el municipio mejore sus hábitos alimenticios y apueste por un consumo de alimentos sanos, de calidad y locales. Lo están haciendo dentro del marco de la Agenda 21 Escolar, siguiendo con el trabajo en materia de consumo responsable que afrontaron el pasado año lectivo, y han empezado por analizar lo que comen ellos mismos, tanto en los centros escolares como en sus hogares.

De esta forma, ya son varios los centros en los que el alumnado ha detectado que sus almuerzos y meriendas contienen una gran cantidad de alimentos procesados y bollería industrial, poco saludables bien por la gran cantidad de grasas saturadas que contienen, o por un exceso de sal y azúcar. Ante ello, han empezado a alzar la voz para que se opte por alternativas saludables, al tiempo que variadas, que van "desde un mini bocadillo de embutido o queso, hasta un lácteo, frutos secos o una pieza de fruta", enumeran.

Otra costumbre que se han propuesto abolir es la bolsa de chucherías que se suele repartir en los cumpleaños. No para quedarse sin celebración, sino para festejarlo de forma más sana "como un trozo de bizcocho o galletas caseras, bolsas con piezas de fruta pequeñas", e incluso reflexionar de forma colectiva sobre si es necesario celebrar los cumpleaños en un formato que "suele conllevar una alimentación inadecuada y nos sigue imbuyendo en una espiral consumista poco responsable", subrayan.

Se trata de una reflexión, sin duda, interesante. No obstante, desde los colegios insisten en que se tiene que entender como un trabajo conjunto que ayude a toda la sociedad a meditar sobre "la calidad de lo que comemos y compramos, apostando por una alimentación sana y responsable", remachan.

Por ello, los escolares de todo el municipio están elaborando un diagnóstico de alimentación desde el punto de vista de la sostenibilidad de sus hogares, sus centros educativos y del propio municipio, en el que identificarán los principales problemas y los aspectos o áreas a mejorar entre todos. "Las formas de obtención de alimentos y los modos de consumo de los mismos son dos rasgos que definen y diferencian a cada civilización. La nuestra todavía tiene mucho que mejorar ya que no valoramos demasiado la calidad de los alimentos que consumimos, muchos de ellos producidos y conservados con gran cantidad de productos químicos perjudiciales para la salud y el medio ambiente, ni nos interesamos demasiado por el coste ambiental y social de los alimentos que compramos, los kilómetros que ha tenido que recorrer hasta nuestra mesa, los sueldos de las personas que los han producido y la contaminación que han generado", apuntan.

En este sentido, su trabajo servirá para que la población se de cuenta de qué come, qué compra y si lo hace de forma equilibrada y saludable, y así comenzar a trabajar en un cambio de hábitos que pueda desembocar en un cambio de modelo de alimentación y consumo. Y es que "tiene que ser un trabajo conjunto en el que todas las personas se impliquen en analizar qué comemos y qué compramos", inciden. En este punto, cabe recordar que en el municipio se ha abierto recientemente un comercio de productos ecológicos y que esta preparándose un grupo de consumo responsable.

Sin igualdad no hay derechos Por otro lado, el Ayuntamiento de Amurrio ha dejado en manos de la empresa Murgibe, por un importe de 2.000 euros, la impartición del taller Sin igualdad no hay derechos. La iniciativa que pretende inculcar en el alumnado de los centros escolares del municipio la importancia y utilidad de los procesos democráticos en el acto de consensuar compromisos conjuntos que contribuyan al desarrollo de una mejora de la convivencia en valores e interculturalidad.

En definitiva, a reflexionar, compartir diferentes análisis y tratar de alcanzar acuerdos de mínimos, a través del ejercicio de la escucha activa y el diálogo respetuoso, en aras a lograr poblaciones más igualitarias en todos los ámbitos.

La actividad tendrá una duración de 30 horas repartidas en varios talleres formativos, y el ensayo y organización de un pleno juvenil, en el que emularán a los concejales de la Corporación. Un lugar en el que, al menos en la teoría, personas de diferentes ideologías intentan alcanzar acuerdos por el bien de toda la comunidad.