vitoria. Eran los tiempos del gasto y la opulencia. La economía transitaba al ritmo que marcaba la construcción y eran pocas las administraciones que parecían dispuestas a contener el gasto con vistas a un futuro que por aquel entonces pocos veían venir. Corría el año 2003 y la Diputación alavesa estaba dispuesta a que lo que por aquel entonces era simplemente un proyecto sobre el papel saliera adelante por encima de todo. Ubicado en Álava, cerca de Miranda de Ebro, el gabinete del diputado general, el popular Ramón Rabanera, se sentó con el alcalde de la localidad castellanoleonesa, el también popular Pablo Nieva, y pactó distintas inversiones millonarias en la zona a cuenta de la Diputación. A cambio, Miranda facilitaría los trámites administrativos, además de usar algunas de las infraestructuras que se edificarían con dinero alavés.

El objetivo, según el convenio firmado por ambas partes el 17 de diciembre de 2003, establecía lo que consideraba la necesidad de "posibilitar la ejecución de una política coherente y coordinada entre las actuaciones logístico-industriales contempladas por el Ayuntamiento de Miranda de Ebro y Arasur". En el fondo, el ejecutivo foral quería evitar que los intereses del centro logístico alavés chocaran con otras infraestructuras de mercancías como la que Renfe iba a construir en la localidad. Para asegurarse de que Miranda de Ebro iba a ser un buen compañero de viaje en la aventura de Arasur, el gabinete de Rabanera selló lo que se denominó como un "convenio de colaboración" con la Alcaldía de la localidad burgalesa.

Un acuerdo en el que se comprometía a pagar de su bolsillo distintas infraestructuras, además de otras cuestiones como adquirir a Miranda 30.000 metros cúbicos de agua al mes. Obligaciones que, con el paso del tiempo y ayudadas por otros problemas, acabaron convirtiéndose en una rémora económica que el proyecto logístico del sur de Álava ha sido incapaz de quitarse de encima a lo largo de estos casi diez años. Sumados a contratiempos como la expropiación de terreno a los agricultores que contaban con parcelas cerca del recinto, la realidad es que, a día de hoy, Arasur cuenta con una deuda que alcanza nada menos que 55 millones de euros, renegociada por cierto recientemente.

Acosado, además, por al azote de la crisis económica, Arasur acabó enterrando de forma paulatina las esperanzas de resurgimiento de un centro que ahora encara, sin embargo, un nuevo futuro con la implicación del Puerto de Bilbao, que tras negociar con el Gobierno Vasco decidió implantarse en Arasur a través de un puerto seco cuya construcción asciende hasta los 10,1 millones de euros. Un montante que, según el pacto previsto, se sufragaría a partes iguales entre Gobierno Vasco, Puerto de Bilbao y la Diputación.

Sin embargo, la repentina negativa del ejecutivo foral a hacerse cargo de su parte congela por ahora el pistoletazo de salida. Esto cuando, hace casi diez años, fue precisamente el gobierno foral del Partido Popular el que apostó con vehemencia -billetera en mano- por dicho proyecto, tal vez sin prever las consecuencias económicas que derivarían de sus compromisos con Miranda de Ebro. El acuerdo tenía cinco puntos concretos y un sexto, cuanto menos, curioso. Por un lado, la Diputación alavesa se comprometió a ceder el 100% del suelo de su propiedad de la carretera de acceso al polígono de Baias para suprimir un paso a nivel, financiar en su totalidad las obras y la adquisición del suelo para la conexión viaria de Arasur con la carretera de acceso a la citado zona industrial, además de abonar también al 100% el pago para el proyecto urbanístico de adecuación del mismo. Además, Arasur financiaría también la construcción de la red de servicios necesaria y las obras y adquisición de suelo mirandés para el sistema de doble vía de acceso a Arasur. A cambio, el Ayuntamiento de Miranda de Ebro se comprometía a facilitar los trámites para la venta y expropiación del suelo que fuera necesario.

30.000 metros cúbicos Con todo, el acuerdo económico más rocambolesco que la Diputación -popular- y Ayuntamiento de Miranda -también en manos del PP- alcanzó en 2003 tuvo el suministro de agua para Arasur como protagonista. Y es que, a pesar de que la Diputación acababa de financiar por aquella época el 80% de la depuradora de Rivabellosa, donde se asienta Arasur, Rabanera acordó con Miranda la adquisición de 30.000 metros cúbicos de agua cada mes mediante un convenio entre el Ayuntamiento de Miranda y el de Ribera Baja por un precio indeterminado que se establecería "con una negociación posterior sobre la base de costes reales de explotación y amortización". En esencia, la institución foral acordó pagar mensualmente por el agua de Miranda cuando acababa de gastarse 464.000 euros en construir una depuradora en la propia localidad de Rivabellosa.