Vitoria. Si las paredes hablasen... Perdón, que ya hablan. Al menos, la última en pasar por las manos y las brochas del equipo encargado de dar forma y vida al mural que ya adorna un edificio de Zaramaga que ha visto demasiadas cosas como para permanecer callado. Por eso, ahora las cuenta a su manera, sin voz pero con palabras, en trazos gruesos y a través de finas pinceladas. La fachada de ladrillo caravista -tan tradicional en aquel barrio gasteiztarra- relata los hechos de los que fue testigo presencial un 3 de marzo, el de 1976. Lo hace con sentimiento contenido y gracias al trabajo de quienes han logrado que el pesar y el orgullo de todo un pueblo quede reflejado en una narración muralística que descubre a quien quiera verlo cómo la barbarie de unos dirigentes manchados de sangre se impuso a cualquier razón en forma de órdenes directas que agentes armados y uniformados ejecutaron sin demasiados problemas. La Policía de la época abría fuego y mataba a cinco vecinos y hería a un centenar más como respuesta a una asamblea obrera en la iglesia de San Francisco de Asís, a escasos metros del edificio -el número 28 de la calle Reyes de Navarra-.
Lo que era una pared desnuda ahora es un traje de verdad, un diseño que recuerda y honra a las víctimas de los sucesos del 3 de marzo de 1976, uno de los episodios más dramáticos de la historia reciente de Gasteiz. Durante las últimas semanas, artistas profesionales, voluntarios y jóvenes empleados de las Brigadas de la Brotxa han mantenido el brío y la creatividad sobre unos andamios que el pasado jueves fueron retirándose paso a paso para dejar a la luz una obra que transmite cariño y comprensión desde una superficie que fue testigo directa de la masacre. Ayer ya se veía el resultado de un proceso que ha ido mucho más allá de humedecer la brocha en los cubos de pintura. No en vano, la fiebre del arte comunitario y del muralismo colectivo se tomó su tiempo antes de plasmar la iniciativa. Durante dos semanas trabajaron en la elaboración del boceto, consultaron a expertos, organizaron charlas...
Trabajo previo Christina Werckmeister, una de las responsables del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG), explicaba a este diario en los albores del mural que, como ya sucediese con todas las creaciones anteriores, "no se sabe qué va a salir, porque no se trata de un encargo". De ahí la importancia de aquellos primeros días de trabajo, que a través de distintos ejercicios de creatividad y de ideas configuraron los elementos que lleva el mural, sus colores o su diseño. "En este caso, el trabajo previo será más intenso que nunca por el tema que se va a reflejar", avanzaba Werckmeister.
Un total de 17 voluntarios, ocho miembros de las Brigadas de la Brotxa y tres asistentes y casi un mes de intenso trabajo han logrado que las paredes hablen.