Maialen tiene cuatro años. Nació en Vitoria y desde su nacimiento padece una parálisis cerebral que la obliga a depender desde entonces de una silla de ruedas. Huelga decir que los muros que cada día ha de sortear la pequeña resultan de tal calibre que el simple gesto de recoger un juguete del suelo, abrir un cajón o encender una luz son interpretados como un avance descomunal. A cada paso, una barrera y frente a ésta, una actitud. Así de pausados se escriben los renglones en esta familia alavesa, que ha hecho de la paciencia el único antídoto contra la frustración. Sin embargo, la situación de Maialen podría cambiar, o al menos aliviar su acuciante falta de dependencia. Un perro podría esconder la respuesta, concretamente un labrador de apenas unas semanas que ayer cruzó la frontera que separa el mundo real y el mundo de Maialen para entrelazarse con ella de por vida.

El acontecimiento se produjo ayer en el centro comercial Lakua, escenario de la campaña Huellas que dan vida que impulsa desde el pasado mes de junio la cadena de supermercados Simply para entregar perros terapéuticos a niños discapacitados como Maialen. De la mano de la Fundación Bocalán, el objetivo pasa por desarrollar terapias asistidas con animales para mejorar la autonomía de cada niño, una evidencia contrastada con múltiples ejemplos a lo largo de los últimos años. El doctor Marty Becker, veterinario y autor del libro El poder curativo de las mascotas, relataba en 2002 el caso de un golden retriever llamado Dakota, que fue capaz de advertirle a su amo de la inminencia de un paro cardíaco, indicándole al momento que tomara la medicina preventiva. Por increíble que pueda parecer, ejemplos como el citado son bastante más habituales de lo que cabría pensar. Da cuenta de ello el Centro Nacional para Enfermedades Infecciosas, que admite que las mascotas -perros, gatos, conejillos, aves o caballos- pueden ayudar a bajar la presión sanguínea o los niveles de colesterol y triglicéridos.

estímulo sensorial El labrador que ayer recibió Maialen, bautizado como Argia -Luz en euskera-, está predestinado a cumplir este tipo de misiones. Antes pasará diez meses en manos de una familia ajena a la de la niña para familiarizarse con el entorno y después deberá superar un periodo de adiestramiento específico de dos meses en un centro de Madrid donde asumirá su papel como agente sensorial y motivador en la terapia con la niña, que adquirirá, o reforzará, nuevas conductas. El caso de Maialen es el primero en todo el Estado que la cadena ha consolidado tras el inicio de esta campaña solidaria. En la lista de espera aguardan otras 80 familias ilusionadas con recibir un labrador similar, un tesoro valorado en 15.000 euros que inevitablemente volverá a depender de la solidaridad de sus vecinos.