Ya no estamos en crisis. Porque llegó la Navidad, el Santa Claus, el Olentzero, los Reyes Magos, las luces de manguera, las del Corte Inglés, las de El Boulevard... ale, todos para dentro. Me pone a mí esto del espíritu navideño y su banda sonora maquinera-potativa de peces que beben, campanas del belén hacia donde va una burra, ring... ¿burra? He ahí la madre del cordero (en el país más transgénico del mundo todo es posible) y ahí quería llegar yo, al tema más supertrendy-vatican-top del año. Qué gore el Ratzinger, con su cara de vampiro pederasta, papa más adecuado no podían haber puesto, no. Haciendo uso de su gran poder y del poco tiempo que le queda antes de su momificación completa, tomó hace unas semanas una decisión importantísima a nivel mundial: que ni la mula ni el buey estuvieron en el portal con la Virgen, el Niño y el señor de barba.
¿Su retirada será por un motivo de salud pública, ya que quizá estén sin vacunar? ¿Tal vez el Vaticano esté llevando a cabo experimentos de clonación con ambos animales? Porque curiosamente ambos animales son estériles: a uno porque le cortaron los chilindrones de pequeño y la otra por ser un lío genético entre especies. En el portal de Belén se respiraba una pureza y una virginidad... salvo el señor de barba de callado segundo plano, de cayado en mano y de cuya sexualidad nadie habla, los demás ná de ná. No sé, aquí el único sospechoso era San José. Pero estamos acostumbrados a que en los belenes pasen cosas raras. Hay belenes hechos de palillos, de rollos de papel higiénico, caracterizados en plan Manga o como los Simpson.
Molaría un belén súper-alavés que reflejara la realidad de nuestro territorio: con sus lanosas ovejitas, que ya no existen en nuestros montes, y sus vaquitas, encerradas de por vida en granjas, como las gallinas de plástico que guardo en cajas, que ven el sol más que las que comemos. Con su río de papel de aluminio contaminante, y patos de madera que seguro están más vivos que los que flotan en torno a la central nuclear de Garoña, y en vez de pinos y palmeras pondría pozos de fracking, unos 2.000 más o menos. Maroto sería San José; Encina, la Virgen; y el Niño, ni puñetera idea. Como el suelo alavés estaría irreversiblemente contaminado, lo colgaría del pañal en la punta de un pozo, justo donde estaba el ángel, que se ha ahorcado porque, en un descuido cuando fue a mear, un político alavés le privatizó la estrella y se la vendió a una empresa energética... ¿Será que aquí se están montando un belén basado en el consumo y en la pasividad de la gente? Hasta el villancico lo dice: Adeste fideles. (Venid, fieles). Uf...
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