La palabra "funcionario/a", genera dos imágenes muy diferentes:
a): Oficina, persona de mediana edad, powerpoint de paisajes y música Zen, cafés de una hora, ritmo caribeño, sueldazo, repetitivas y misteriosas bajas de larga duración tal vez por estrés...
b): El opositor concilia vida laboral, familiar, dos horas diarias de euskaltegi y meses de estudio intensivo de OPE para currar dos días aquí, un mes allá, o navidades, o julio y agosto... Y si al fin consigue plaza, puede que sea en el culo del mundo o desempeñando un trabajo deprimente. El premio o la condena por el esfuerzo es para toda la vida.
Suele ocurrir que una minoría carga su mala fama sobre los que cardan la lana e invisibiliza a esa mayoría que trabaja honestamente sin cobrar cantidades desorbitadas, ni coger bajas innecesarias. Durante años los funcionarios han sido considerados privilegiados, aunque desde mi punto de vista nunca lo fueron por una sencilla razón: en la lucha por la igualdad social se ha de igualar por arriba, no por abajo. Su situación no es privilegiada, sino la deseable en un mundo avanzado; es la de los demás la que nunca ha sido coherente con el supuesto modelo económico de este país.
El Estado, consciente del carácter envidioso y revanchista de gran parte de la población, supone que sus recortes serán bien recibidos, ya que si un 5% de la población es funcionario implica que un 95% no lo es. Pero mayor que el poder político es el poder funcionarial que recae en ese 5% de la población. Para bien y para mal, son el brazo ejecutor que hace funcionar este sistema: Educación, sanidad... y también: contratos, leyes, recaudación, desahucios, seguridad... y hablando de antidisturbios: me contó hace poco un funcionario que en una macromanifa en Madrid, la policía nacional tuvo orden de cargar contra la ciudadanía pero oh, sorpresa, desde dentro alguien había pinchado todos los furgones. Nadie vio nada y no hubo carga policial: Una objeción de conciencia cojonuda.
Al funcionario se le acusa de insolidario cuando todo el mundo lo ha sido. Pero ¿qué pasaría si todo ese 5% de la población tomara conciencia de su poder y decidiera objetar contra un sistema que oprime y maltrata? Sin perjudicar al ciudadano, tan sólo objetando, "pinchando las ruedas" de todo aquello contrario a los principios elementales: desahucios, embargos, recortes... y no asumir el trabajo de compañeros despedidos injustamente. Poder... para ser solidario, para objetar, para cambiar un sistema corrupto...¿Qué pasaría si el 5% mordiera la mano que no lo ha alimentado nunca y la tendiera a los que sí lo han hecho?
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