Vitoria. El gremio más incomprendido de Vitoria -ésa es, al menos, su sensación- está de actualidad, gracias a su iniciativa para dotar de un servicio de transporte público a los pueblos del municipio de Vitoria. García se resiste a adelantar detalles, pero la noticia es una buena excusa para hablar con quienes más asfalto gastan sobre la situación del sector en época de vacas flacas y su hueco en la ciudad. El paso del tiempo ha demostrado que el termómetro de la crisis tiene volante y viste de blanco.
En los últimos días se habla mucho de los taxistas, y para bien. No sé si estarán acostumbrados...
Acostumbrados a que se hable bien, no, pero tampoco es que sea para bien. Se está comentando la propuesta que hemos presentado para conectar los concejos con la ciudad con un sistema a demanda que cubra la falta de un transporte público.
Muy positiva para los concejos.
Positiva, si se acepta.
¿Es que el alcalde todavía no les ha respondido?
Todavía no hemos tenido ninguna contestación porque estamos esperando a tener una reunión con todos los grupos políticos para informar de nuestra propuesta y detallarla.
¿Confían en que el Ayuntamiento les dé el visto bueno?
Confiamos, esperamos y lo estamos deseando. Indudablemente, nuestra propuesta es para mejorar el proyecto piloto que contempla el estudio municipal, que habla de contratar a una empresa externa para gestionar la iniciativa y ofrecer tan sólo cinco vehículos. Nosotros nos podemos hacer cargo de la gestión y poner a disposición nuestra flota.
Si en ustedes estaba la solución para cubrir esta carencia histórica de la zona rural, ¿por qué no la plantearon antes? Los concejos llevan más de diez años quejándose.
Por lo que tengo entendido, igual me equivoco, el Ayuntamiento no había concretado probar este servicio a demanda hasta hace unos meses, por lo que nosotros no sabíamos cuál era la intención ni cómo se iba a desarrollar. Nosotros nos hemos puesto en marcha cuando teníamos conocimiento de la propuesta municipal y hemos visto que presentaba deficiencias. Si la zona rural lleva más de diez años pidiendo algo así y hasta ahora no se había definido nada, como para decir algo nosotros. Es ahora cuando hemos visto la oportunidad y hemos dado el paso.
Los vecinos de los concejos se mueren de ganas por conocer las rutas, horarios y tarifas que proponen. ¿Puede adelantarles algo?
No, no, por ahora no vamos a contar nada, porque lo que queremos es que haya el mayor consenso político posible y no queremos que se abra ninguna brecha.
De todas formas, se sabe ya que se han inspirado en el modelo de la comarca de Pamplona, que tiene hasta diez horarios fijos, las rutas a un 1 euro... ¿Por ahí irán los tiros?
El modelo de Pamplona ha servido para ayudarnos a nuestra propuesta y limar algún aspecto. No obstante, el sistema de Pamplona es distinto, porque el dinero lo ponen distintos ayuntamientos, los de cada valle. Aquí los concejos pertenecen al mismo Ayuntamiento, al de Vitoria.
Precisamente los taxistas de Pamplona dicen que aquí aún es más fácil de habilitar el servicio.
Claro que es más fácil y se puede desarrollar de mejor manera. Así que nos gustaría que el proyecto piloto se convirtiera en un servicio consolidado, para siempre.
Desde el punto de vista económico, ¿el Ayuntamiento puede asumir este servicio sin agobio?
Lo que está claro es que ese servicio no se puede hacer con autobuses. Un estudio del Ayuntamiento lo deja bien claro. Y, además, es obvio que no se desplazarían grandes cantidades de gente en líneas regulares. Se necesita algo rápido y ágil, que bastante tienen los vecinos de los pueblos con el tiempo que pierden yendo a la ciudad por carretera. Nosotros confíamos en este sistema y creemos que, en caso de salir adelante, su uso iría en aumento.
Los vecinos salen beneficiados, el Ayuntamiento no sale mal parado... ¿Y los taxistas han calculado qué les reportaría este nuevo servicio?
Disfrutar de la posibilidad de tener más trabajo indudablemente nos beneficiaría y no creo que ningún taxista pusiera ninguna pega. Ahora bien, cálculos no se pueden hacer. Lo que queremos es que el beneficio que pueda producir esto se traslade a todo el gremio. Quizá en un mes no me toca hacer ningún servicio de esos y otro mes me tocan cinco. En el taxi no se pueden poner unos criterios fijos a la hora de desarrollar el trabajo, porque es aleatorio. No hay unos horarios como los de los autobuses. Dependemos de muchas circunstancias: necesidades, tráfico... Cada servicio es diferente al resto.
¿Qué tal llevan la crisis?
Nosotros somos los primeros que la sufrimos. Antes de que se hablase de crisis, un año antes, ya la estábamos notando porque el trabajo bajaba poco a poco. Y, para colmo, seremos los últimos que nos enteraremos de que se ha acabado. De todas formas, últimamente parece que la situación, más o menos, se ha estabilizado.
¿Que las tarifas hayan subido un 3,18% este año ayuda a tener esa sensación de estabilidad?
No tiene nada que ver. Somos conscientes de que somos un bien prescindible y, tengamos la tarifa que tengamos, el que necesita realmente coger un taxi lo va a coger. Y el que lo haga por capricho ya sabe a lo que se atiene. Además, la solicitud del aumento de tarifas no se pide porque sí. Todo está basado en un estudio de costes que repercuten diariamente en nuestra economía. De hecho, el incremento se ha quedado a la mitad de lo que supone el IPC del transporte para los taxistas.
¿Siguen sobrando licencias?
Sí, sí... Sobran cuarenta. Las últimas licencias que sacó el Ayuntamiento fueron nefastas sobre nosotros porque coincidieron con la renovación de las líneas de Tuvisa, el comienzo del tranvía y el de la crisis. Nos dieron un mazazo en la cabeza terrible.
¿Hay quien se plantea dejar el taxi?
Sí, hay gente que está deseando dejarlo. Pero no se puede, porque no es fácil encontrar otro puesto de trabajo que permita dejar esto.
¿El Ayuntamiento cuida al sector?
El sector del taxi, por lo general, no sólo aquí, está semiolvidado por las instituciones. No tienen un concepto claro de lo que es el taxi ni del servicio que presta. Nos consideran como los tópicos que corren por ahí: que si unos jetas... Y muchas de las mejoras que conseguimos es a base de esfuerzo y lucha. De vez en cuando, sueles encontrarte con gente que tiene cierta sensibilidad hacia nosotros y te facilitan las cosas. Pero, como digo, la mayoría de las veces que sale algo adelante es a costa de luchar e incluso de ser muy pesado.
¿Y qué concepto deberíamos de tener todos del taxi?
Todo lo contrario a lo que se piensa. Es un servicio complementario a otros servicios públicos, y lo que necesitamos es que la gente sea consciente de que salimos a trabajar y que debe respetarnos, y que las instituciones nos faciliten el trabajo.
¿A qué se refiere con que les faciliten el trabajo?
Por ejemplo, que no venga el policía diciéndote que te va a sancionar porque estás esperando al cliente en doble fila. No lo hacen todos, pero tenemos motivos para quejarnos.
Para contrarrestar, ahí están los carriles bus y de taxi.
Sí, es verdad que ayudan. La peatonalización también favorece al taxi -como ahora que se va a controlar más la circulación por el centro con las cámaras-, ya que limita el paso de vehículos por zonas por donde nosotros sí podemos conducir. Pero a veces el corte de ciertas calles hace que tengamos que dar más rodeos. Y lo que pedimos es que se nos facilite más el paso por ciertas zonas. También es verdad que, en ese sentido, por ahora no nos han puesto pegas.
¿Qué zonas son especialmente problemáticas para el taxi?
Los cruces con el tranvía y calles que tienen una querencia especial por las dobles filas, como Domingo Beltrán o Manuel Iradier.
¿Notan los efectos de la reforma de América Latina?
Sí, se ha notado un montón y para bien. Es de agradecer.
¿Se han cumplido las promesas de la pasada legislatura de mejorar la coordinación semafórica?
Pensamos lo que el resto de la gente: depende del recorrido que hagas, puedes tardar el doble o el triple. Pero también hay que ser conscientes de que por la distribución de las calles y la idiosincrasia de la propia ciudad, tampoco se puede hacer mucho más. La mayoría de las calles son cortas y si son largas tienen muchos cruces, y eso hay que regularlo. Así que si favoreces una vía estás perjudicando otra.
Cuando iba a empezar a funcionar el tranvía, los taxistas temían que les quitara trabajo. ¿Era tan fiero el metro ligero como lo pintaban?
Somos un servicio complementario, y no pretendemos competir contra Tuvisa ni el tranvía. Cada cual cumple una función. Eso sí, respecto al tráfico, el tranvía nos está haciendo bastante daño. Te puedes pegar hasta cinco minutos parado en un semáforo, con las consecuencias que puede tener eso para el profesional y para el propio usuario del taxi.
La estación de autobuses se ubicará finalmente en la plaza Euskaltzaindia. ¿Es tan desacertado ese enclave como opina parte de la vecindad?
Desde la asociación tenemos una postura clara. Lo que queremos es que haya una estación nueva que nos permita ofrecer el servicio de la mejor manera posible. Y lo demás son consideraciones a título personal en las que no queremos entrar, aunque está claro que al principio costará acostumbrarse y que si surgen problemas allí estarán los técnicos municipales para solventarlos.
Seguimos sin aeropuerto de pasajeros. A los taxistas eso sí que les debe de doler bastante...
Hombre, es indudable de que un aeropuerto con pasajeros sería otra fuente más de ingresos. Pero visto lo que hay, no es algo que tenemos en mente ni nos obsesiona. ¿No hay pasajeros? Pues vale, es lo que toca.