Vitoria. Las obras que conforman el Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG) más que el resultado de una mezcla cromática lo es de un mestizaje profesional por todos los que a sus andamios se suben. Es el fruto de una obra colectiva, dada la conjunción de pinceladas que hacen posible estos frescos del Casco Viejo. Todas valen, pese a que la jerarquía de sus artistas está dividida en una escalera de cuatro peldaños: en su cúspide se sitúan los directores, a los que les siguen sus asistentes, más los becarios, que salen de la Escuela de Arte y Diseño de Vitoria, y, cómo no, las que salen de la docena de jóvenes de las Brigadas de la Brotxa, gracias al apoyo del Departamento de Educación que permite emplear a media jornada a los estudiantes de Bachillerato Artístico. Aunque cada uno de estos puestos tiene una altura determinada, un rango, todos dicen trabajar en línea, en equipo.

Iván García Bartolomé

Codirector

Iván García Bartolomé es un ejemplo de joven artista que ha ido ascendiendo por los peldaños que conforman la escalera jerárquica del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG). Es codirector, junto a Michelle Ortiz del fresco del cantón de Anorbín. Pero para llegar a lo más alto, antes pasó por otros. El año pasado fue asistente de Gorka Otsoa de Alda en el mural del Jardín de la Muralla La noche más corta y en 2009 fue ayudante realizando prácticas en el de Cubiertos de cielo y estrellas, de la calle Pintorería, 76. "Y antes de colaborar en el IMVG he hecho murales más decorativos para comercios. También participé en el encuentro internacional latinoamericano de arte público y muralismo de Argentina Ítalo Grassi", recuerda este bilbaíno que estudió en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Vitoria.

La clave de su escalada es la motivación. "El muralismo es una herramienta no sólo de pintura, porque va más allá. Es un arte público no encerrado en los museos".

Por eso, más que dirigir considera que su trabajo consiste en organizar este gran espacio. Un motivo que hace que haya que "pensar muy bien dónde se ubica cada persona". Es una obra coral, que además intenta combatir cualquier tipo de desigualdad de género mediante su temática, como el dibujo de una niña que juega con un coche. Pero es más que una pincelada contra el machismo. "La obra la codirigimos entre Michelle y yo, una mujer y un hombre, en igualdad. La verdad es que ha ido muy bien porque hemos tenido muchas ideas en común", cuenta este joven de 24 años, quien en un futuro quiere trabajar con los niños. Dice que son el siguiente peldaño de la sociedad porque "la educación es una herramienta del arte".

Nadia Beltrán de Lubiano

Asistente a artista

Nadia Beltrán de Lubiano empezó como Brigada de la Brotxa en 2009 en el fresco del cantón de Santa Ana, justo cuando terminó sus estudios de Bachillerato Artístico en el instituto Mendizabala, de Vitoria. Se decidió por la Facultad de Bellas Artes (Leioa) y al verano siguiente se apuntó para ser voluntaria en el mural Eskuz-Esku del Cantón de las Carnicerías. Tras estos dos años de aprendizaje se siente confiada para asistir a Verónica Werckmeister en el de la calle Francia. "Me animé a participar después de la charla que dio el IMVG en el instituto y ahora intento supervisar al resto de voluntarios, organizar el material y también pinto". En esas tareas invierte las ocho horas diarias, excepto los sábados que son cuatro, para plasmar los mejores trazos que mejor conciencien sobre el medio ambiente. Estará acabado el próximo viernes y, tras su inauguración, a Nadia le gustaría seguir colaborando con el itinerario, aunque entiende que con el paso del tiempo el relevo es necesario para "dejar hueco a gente nueva".

Izaro Sánchez

Artista ayudante

Izaro Sánchez realiza sus prácticas de la Escuela Superior de Diseño y Arte de Vitoria en el fresco sobre igualdad del Cantón de Anorbín. En concreto, ahora colorea el dibujo de la niña que juega con el coche. Aunque antes tuvo que "encajarla", para dibujar dónde tenía que ir. "Realmente empezamos el 6 de junio, recopilando datos, fotos e ideas para hacer el diseño final".

Cuando Izaro se puso manos a la obra vio que le sonaban algunas caras de los voluntarios. "Por mi escuela me sonaban Iván, el codirector, Iker, uno de los Brigada de la Brocha, y Julen, que ahora dibuja al niño en el mural". Esta estudiante en prácticas tiene pensado seguir colaborando en el itinerario porque, como ha comprobado, es "una buena manera de aprender y conocer gente en un proyecto interesante".

Iker Tejedor de la Viuda

Brigadista de la Brotxa

Iker Tejedor de la Viuda, estudiante de Bachillerato Artístico, superó un proceso de selección junto con sus otros once compañeros para ingresar en las Brigadas de la Brotxa, jóvenes de 16 a 20 años con media jornada remunerada. Hace dos meses le confirmaron que formaba parte de la lista de los que participarían en el fresco de la calle Francia. En su entrevista dijo que sabía trabajar en equipo y que, además, no le importaba limpiar brochas. Ése fue el primer paso para poner sus pies en el primero de los peldaños del itinerario muralístico. "Básicamente puede decir que soy un peón. Si me mandan limpiar, lo hago y si toca pintar, se pinta". Sus cuatro horas de lunes a viernes las califica de reconfortantes porque le permiten colaborar en una obra grupal. "No es como un cuadro que se hace individualmente por eso animo a todo el mundo a apuntarse".

Su futuro profesional lo quiere encaminar hacia el diseño de interiores, su meta final después de que logre matricularse y acabar la carrera de Bellas Artes.