vitoria. A un lado, la modernidad urbanística y cromática de Zabalgana. Al otro, la cicatriz ferroviaria. Y en medio, un oasis en calma que en su punto de origen, allí donde las calles dicen ser castillos, parece no haber pasado el tiempo. O demasiado. Son ya cincuenta los años que carga sobre sus espaldas Ariznabarra. Un barrio nacido ante el boom de población que experimentó Vitoria en los sesenta, especialmente por la llegada de miles de inmigrantes que buscaban un techo y una oportunidad laboral. Aquellos jóvenes son ahora abuelos, y muchos de los niños de entonces se marcharon tras el flautista de las VPO. "Ya no hay el alboroto infantil de antes. Esto es muy tranquilo", apunta la portavoz de la asociación de vecinos del barrio, Ana Osaba.

La huida de jóvenes y comerciantes hacia Zabalgana parece ahora mismo inevitable. Aunque Ariznabarra "ha evolucionado muchísimo" desde aquellas primeras casas-pirata que construían "las propias familias" para satisfacer su necesidad de vivienda, el barrio lo tiene bastante difícil para atraer población, retener a sus chicos y mantener las persianas levantadas. Sobre todo, por los problemas congénitos de accesibilidad de cientos de pisos. "En muchos casos, por el diseño de los edificios, no es posible instalar ascensor hasta las plantas, sólo hasta las entreplantas", explica Osaba. Y como la obra aun así es muy cara y no permite acabar con los peldaños, continúan las escaleras. Un panorama que, sumado a una distribución interior pasada de moda, incita a las nuevas generaciones a mirar más al sur.

Precisamente por esta situación, el gabinete de Patxi Lazcoz planteó la puesta en marcha en Ariznabarra de su Plan Renove, una iniciativa que busca derribar los viejos pisos de los barrios obreros y trasladar a sus residentes a viviendas nuevas construidas en el mismo entorno a coste cero, con categoría de VPO y libres a los veinte años. Hubo respuestas de todo tipo, tanto a favor como en contra, pero lo cierto es que el proyecto está completamente "muerto". Las peticiones que la asociación de vecinos expuso tras un intenso trabajo de campo para aclarar dudas y garantizar un proceso en igualdad de condiciones para todos los posibles afectados hizo que el equipo de gobierno socialista saliera corriendo, al menos aparentemente, en busca de barrios con más ganas que exigencias.

Ha habido recelos para todos los gustos: gente mayor que cree que el Ayuntamiento le quiere quitar el piso, vecinos a los que les disgusta la condición de VPO de las nuevas casas, residentes que se preguntan qué se hará con el terreno liberado con el derribo... Dudas todas que tienen su raíz principalmente en la "falta de información y concreción" por parte del gabinete Lazcoz, que además hizo oídos sordos al informe elaborado por la asociación vecinal. Para el colectivo, era fundamental que el 80% de los afectados estuviera de acuerdo, que se hiciera un proyecto de barrio y no una iniciativa de forma puntual sin una planificación integral, y que se garantizara la continuidad de éste aun cambiando el color del equipo de gobierno.

"El alcalde nos dijo que si a ver si lo que queríamos era un barrio nuevo", recuerda Osaba. El caso es que, tras tantos titulares en prensa allá por el año 2009, Ariznabarra parece haber desaparecido del mapa del Renove dejando tras de sí una gran estela de preguntas que ahora también se hacen los residentes de Zaramaga, "como qué pasa en el caso de tener una hipoteca, si alguien que tiene una casita en el pueblo puede acceder a una VPO o qué soluciones se daría a las empresas familiares con negocios en los bajos".

Por supuesto, también hay muchas cosas buenas que decir cuando se trata de hacer balance de la evolución del barrio. "El soterramiento de cableado aéreo en la zona más antigua era una reivindicación vieja, histórica, que por fin está llegando a su última fase", apunta la representante vecinal, quien también aplaude la transformación de Tuvisa. Tras los cambios que la asociación logró introducir en el plan de reajuste tras los primeros meses de funcionamiento de la nueva red, los residentes están muy satisfechos con el servicio. "Estamos encantados y podemos decir que tenemos una movilidad excelente", asegura Osaba, para luego colar a modo de observación una pequeña reclamación. "El centro sociocultural de mayores es muy digno, pero se nos está quedando realmente pequeño". Basta, como prueba, el lleno de estos días a propósito de la celebración del 50 aniversario del barrio.