Vitoria. Cuando Vecinos de Vitoria y Álava mira a la plaza Euskaltzaindia no ve lo que el alcalde: una oportunidad única e inaplazable de generar empleo y riqueza y de lograr relevancia internacional. Para la principal plataforma representante de la ciudadanía, el centro internacional de la música, congresos y exposiciones es un proyecto devorador de euros -154 millones- que debería aparcarse hasta que pase la crisis para, mientras tanto, dar prioridad a otras actuaciones básicas. Por eso, en unas semanas pondrá en marcha una campaña de movilizaciones bajo el lema No es el momento.
Con esta acción, VVA, la remozada Fava, pretende convertirse en el altavoz de la mayoría de vitorianos. El colectivo está convencido de que Lazcoz, que ha contado con el apoyo del PNV desde que puso en marcha su proyecto, está más solo de lo que cree en el empeño de dotar ya a Vitoria de esta triple infraestructura. Y, por eso, ha decidido pasar a la acción con la organización de protestas. Coincidirán, a propósito, con el inicio de los trabajos de demolición y cimentación del solar, previsto para febrero.
El jueves de la semana que viene, la plataforma se reunirá para definir los últimos flecos de la campaña y poder presentarla en sociedad. No obstante, la filosofía que la acompaña ya es de sobra conocida. El presidente de VVA, Ángel Lamelas, está convencido de que "para el 90% de los vitorianos el centro internacional supone jugarse el futuro de la ciudad a una sola carta con el riesgo de perder". Aunque la financiación esté garantizada y se haya logrado una rebaja del 27% en la primera fase de las obras, la plataforma cree que este proyecto obligará a retrasar o a dejar aparcadas otras actuaciones básicas, como "los centros cívicos de Salburua y Zabalgana, las escaleras mecánicas de Abetxuko o la sustitución del alumbrado". ¿Razón? El Ayuntamiento asume el 80% del coste de la obra. Y todo ello a cargo de deuda.
El alcalde, no obstante, aspira a que las aportaciones de las altas instituciones sigan aumentando de forma que el Consistorio acabe poniendo 88 millones de euros de los 154 en que está presupuestado el proyecto. O incluso menos, ya que la cuantía total está inflada un 20% por posibles contratiempos y se esperan rebajas en las posteriores fases de la obra.
Para VVA, no obstante, incluso esa cifra resulta demasiado grande en plena crisis. Y, además, también le preocupa el después. Según los cálculos del propio gabinete Lazcoz, el centro internacional deberá rozar el lleno en todos sus conciertos y acoger siete eventos a la semana para ser rentable. Demasiado ajetreo que, a juicio de VVA, suena poco realista.