La diferencia generacional se redujo ayer a la mínima expresión en la pérgola de Sancho el Sabio, donde se reunieron desde jubilados a adolescentes y niños con un objetivo en común: potenciar la bicicleta como un medio más saludable y ecológico. Hasta un total de sesenta vitorianos pedalearon desde las 11.00 horas por hacer de la capital alavesa una ciudad más sostenible a través de la III Marcha Olaguíbel, en los cerca de 14 kilómetros desde la salida en Bastiturri, para seguir por la Avenida de Gasteiz, el Anillo Verde a su paso por Abetxuko y acabar en la Virgen Blanca dos horas después.

Pero además del deporte y el respeto por el medio ambiente, esta iniciativa también apuesta por la cultura. "En el recorrido se hacen tres paradas en edificios sostenibles, como en el centro de mayores de Ariznabarra, el Reina Sofía de Salburua y el centro cívico Ibaiondo. En cada una de ellas, un arquitecto les explica por qué son bioclimáticos", explica Luis Yáñez, coordinador de este circuito.

"Es una buena idea que nos enseñen estos edificios que ahorran energía porque no se suelen conocer. Yo lo hago sobre todo para apoyar a Vitoria en la Semana de la Movilidad Sostenible y porque ahora la ciudad es candidata a ser Green Capital", cuenta Igor Salazar, un joven gasteiztarra nada más recoger su camiseta naranja.

Lara Regidor y su novio Jon Zulet, sí que circulan a diario por los carriles-bici para ir al trabajo. "Yo es que ni tengo coche", detalla Jon en su primera marcha ciclista. En cambio, Inmaculada Serna y su hijo Diego Chapinel es el segundo año que repiten con el pedaleo por la capital alavesa. "Vivimos por el parque de Arriaga y solemos ir a Salburua por el carril-bici", matiza Inmaculada.

Una experiencia que, sin duda, les otorga una cierta ventaja en llegar de los primeros a meta. Julián Salgado, de 66 años, es otro de los que tiene todas las papeletas para hacer la marcha en tiempo récord. "Es mi tercer año en la marcha. Siempre colaboro con todo lo que sea sostenible, como cuando fui informador del cambio de línea de los autobuses durante dos semanas", recuerda Julián, quien sólo coge su vehículo para ir a los recados con su mujer. "Un día a la semana me hago 50 kilómetros en bici, como cuando voy a Agurain". Ni las gotas de lluvia le amedrentan: "Hoy participo en otra carrera de unos 10 kilómetros. Desde las huertas de Olarizu hasta las de Abetxuko", dice orgulloso.