"El palacio de congresos será la niña de los ojos del alcalde, pero la mía es mi escultura"
El Consistorio pretende trasladar la escultura 'La inocencia, lo inesperado' de la plaza Euskaltzaindia a una rotonda para dar cabida al auditorio. El autor de la obra, mientras, se niega. Ante esta nueva polémica municipal, el artista Imanol Marrodán explica su reacción ante este "sinsentido".
vitoria. Cuando Imanol Marrodán habla sobre el devenir de La inocencia, lo inesperado, se le escapa una risa nerviosa. Desde que esta obra se instaló, en 2003, en la plaza de Euskaltzaindia de Vitoria, ha pasado por un proceso judicial, por críticas en torno a su funcionamiento como fuente y por rumores de traslado. Ahora, el Ayuntamiento apunta que la obra es "incompatible" con el proyecto del auditorio y propone reubicarla en una rotonda de Portal de Foronda. De ahí que el artista afincado en Gasteiz sonría antes de afirmar que lo que ocurre con su diseño es "una auténtica barbaridad". Pese a ese sentimiento desesperado, Marrodán se muestra frío y afirma, mientras en el transcurso de la entrevista dibuja figuras geométricas sobre un cuaderno, que tiene muy clara su postura: está dispuesto a reubicar la fuente en su entorno actual, pero no a trasladarla a un lugar para el que no se ideó. E, insiste, no es una cuestión económica, sino de respeto.
Ya ha pasado más de una semana desde que el Ayuntamiento anunció que pretende trasladar su escultura a una rotonda. ¿Esta decisión fue una sorpresa o ya se la esperaba?
La ingeniería Idom realizó antes que Mariano Bayón [el arquitecto del auditorio] un estudio donde se recogían las necesidades del proyecto del auditorio, y ahí se incluía una plaza en la entrada del complejo. Así, en el concurso, había una cláusula que pedía que la escultura se integrase en un entorno inmediato.
Sin embargo, cuando Bayón presentó públicamente su maqueta del auditorio -el pasado 5 de mayo-, su escultura no estaba ahí.
Bayón decidió, unilateralmente, no reintegrar la escultura en la plaza, y propuso trasladarla a Arriaga. Y, en esa presentación, no estaba mi escultura. Es un sinsentido.
Entonces, ¿usted critica a Bayón por tomar esa decisión o al Ayuntamiento por permitírsela?
La responsabilidad, evidentemente, es del Ayuntamiento. Él tenía la capacidad de pedir al arquitecto que integrara esa escultura. También quiero dejar claro que yo cedo a trasladar unos metros esa escultura, para dar cabida al auditorio. Pero Bayón quería más, y el Consistorio se ha mostrado complaciente.
Usted acepta un traslado, pero siempre dentro de la propia plaza de Euskaltzaindia.
Esa escultura se hizo para este entorno en concreto, en definitiva para una plaza y no para una rotonda.
En más de una ocasión usted ha mostrado sus dudas, precisamente, con la ubicación de esculturas en rotondas. ¿Este punto de la decisión le ha dolido en especial?
Claro. Mi escultura, en todo caso, debería estar en una plaza pública.
¿Acepta un traslado a una plaza?
Mi intención es que mi obra esté representada en ese espacio de la plaza de Euskaltzaindia. No voy a sacarla de ahí ni voy a renunciar.
El Ayuntamiento anunció que usted solicitó que se mantenga la plaza o le pagaran una indemnización. ¿Esta polémica es una cuestión de dinero?
No, no lo es. Es una cuestión moral. A mí se me acusa por querer tener el derecho de trabajar en mi obra, que no se puede mover sin mi asesoramiento, pero ¿ por qué no se recuerda el sueldo de Bayón, que quiere aplastar a un insignificante artista que no cobra ni la milésima parte que él?
¿Quiere decir que en el mundo artístico también hay clases?
Se tiende a hablar del artista local como si no valiera nada, pero también puede tener proyección nacional e internacional [Marrodán ha viajado esta semana a Barcelona donde le ha "fichado" una nueva galería, participa en una exposición sobre dibujo español contemporáneo en Berlín y Seúl...]. Es importante que se proteja lo que tienes aquí, sin caer en el localismo a ultranza.
¿Este tema cree que acabará en los tribunales?
No voy a permitir que sigan insultándome y tratándome así. Si es necesario, acudiré a los tribunales. Espero que me den la razón, y que la escultura se quede ahí. Parece que aquí el pez grande siempre tiene que tener la razón, y comerse al pez pequeño sin escucharle.
Usted ha lamentado con anterioridad el miedo que hay en el gremio a dar su opinión porque eso le puede suponer perder oportunidades...
Yo sólo quiero defender mi trabajo.
Si usted fuese menos crítico, ¿cree que tendría más obras en las calles?
Si fuera un artista políticamente correcto seguro que sí, pero ahora soy un artista incorrecto, maldito, conflictivo, peligroso.
Sin embargo, en la página web del Ayuntamiento, su escultura se utiliza como imagen para promocionar el turismo en Vitoria.
(Ríe). También se ha usado en Fitur como emblema de la modernidad de la ciudad, ha sido el icono de unas jornadas sobre urbanismo... La han usado hasta la saciedad y, mientras, el estanque ha estado como una pocilga. Y ahora dicen que no vale, pero no pueden trasladarla a otro entorno a su antojo.
Bueno, en la ciudad también hubo todo un debate sobre si debía retirarse o no la escultura de la plaza de la Virgen Blanca...
Creo que es diferente, porque en mi caso, mi postura no es rígida. Accedo a desplazar la escultura, pero sólo pido que cuenten conmigo.
En la plaza de los Fueros también, en su día, el Ayuntamiento introdujo cambios en contra de la opinión de los autores [Chillida y Peña Ganchegui]...
Sí, pero en los Fueros hubo un accidente [una caída de un niño, por lo que se colocó un vallado]. En ese caso, la plaza no puede trasladarse, pero mi escultura sí. Además, creo que al final el Ayuntamiento ha tenido que pedir perdón a los familiares de los autores de los Fueros.
La vida de su escultura ha estado repleta de sinsabores. ¿Si llega a saberlo, se hubiera presentado al concurso en que se eligió?
He afrontado muchas calumnias sobre la escultura, como que no funcionaba correctamente. Y he estado vetado para las instituciones públicas locales. Ésa ha sido la factura que he tenido que pagar por enfrentarme a cierto grupo de poder de la ciudad. Si lo llego a saber...
Hasta ahora se había hablado del auditorio como el gran proyecto de esta legislatura, como la niña de los ojos del alcalde. Imagino que a usted esto le suena a ironía.
Pero, pese a la importancia del proyecto, no puedes faltar al respeto de una obra, de un artista y de todo el gremio. Para el alcalde será la niña de sus ojos, pero para mí también lo es La inocencia, lo inesperado.
El Ayuntamiento, en este caso, defiende que ese traslado es necesario, que se hipotecaba un espacio necesario para un proyecto clave.
Pero yo, insisto, no me enfrento al auditorio. Ni mucho menos quiero entorpecer el progreso de la ciudad. Los dos diseños pueden convivir.
¿Usted también ve necesario el proyecto del auditorio?
Estamos en una época donde mucha gente lo está pasando muy mal, por lo que es necesario que todos nos apretemos el cinturón, incluso sacrificando proyectos. Pero, por otro lado, también entiendo que estas situaciones hay que superarlas con audacia. Hay que dar motivaciones a la gente, y el auditorio puede ser una de ellas.
¿Vitoria está obsesionada con la búsqueda de emblemas?
Sí, pero esa obsesión por los emblemas y la monumentalidad se da en todas las ciudades. Sin embargo, creo que una ciudad no se construye a golpe de edificios emblemáticos, ni de propuestas estrella puntuales, sino con un proyecto coherente y global, que supere una legislatura y esa sensación de que todo el mundo quiera dejar su huella.
¿Se ve algún día acudiendo al palacio de congresos?
Pues sí, iría. ¿Por qué no? No soy rencoroso.