vitoria. Javier Otaola se resiste a hablar de los ránkings de quejas. Sin embargo, el síndico admite que hay protestas reiterativas en Vitoria en torno a cuestiones como el ruido y el ocio nocturno, las obras o la prostitución en viviendas.
¿El ruido encabeza las quejas de los vitorianos?
Es un tema importante. El ocio nocturno mueve a miles de jóvenes y no tan jóvenes, afecta a cientos de hosteleros y a muchos vecinos. Por eso está siempre en medio del lío. Ahora parece ser que hay un consenso en torno a una ordenanza que regule esta materia. Siempre teniendo en cuenta que el interés más sagrado es el derecho al descanso.
¿Qué se logra con esa ordenanza?
Establece un escalonamiento de categorías, que lo que pretende es que haya muchos bares diurnos y pocos nocturnos pero de gran calidad. Lo que no podía ser era el absurdo de que hasta una degustación de café pudiera abrir hasta las 03.30 horas.
Pues la sensación de los amantes del ocio nocturno es que cada vez se puede salir menos...
Las sensaciones pueden ser muy subjetivas. A los hijos a menudo no los vemos en casa por la noche, y en algún sitio están.
Otro de los temas que abordó usted fueron las facilidades que había para que los menores compraran alcohol.
No es que hubiera facilidades, pero se sancionó a unos supermercados que vendían a sabiendas... Pero sí es cierto que hay cierta tolerancia social con el alcohol.
Y sobre la prostitución en pisos, ¿se han logrado avances?
Es un tema complicado. El Código Penal penaliza el proxenetismo, aunque sea consentido, pero si la víctima no se siente víctima es difícil llegar a la prueba... Así se da que en Vitoria hay en torno a 35 pisos con prostíbulos, sometidos a un régimen de absoluta libertad. Es más fácil poner un prostíbulo que una academia de inglés. Porque para ésta tienes que poner salida de emergencia, regular el aforo... pero el prostíbulo, como es alegal, puedes ponerlo donde quieras.
¿Cuál es la salida?
No hay salida si no se realiza algún tipo de reforma reglamentaria o la jurisprudencia se decide a perseguir el proxenetismo en serio. Al final sólo se puede actuar a través de acciones civiles. Como que la comunidad de propietarios presione a los arrendadores o colocar cámaras de vigilancia en el portal.
¿El Consistorio no puede actuar?
El Ayuntamiento tiene un dilema. Porque ve la prostitución, como mínimo, como una práctica indeseable, pero si se hace algún tipo de regulación parece que está bendiciendo el asunto. Es decir, que diciendo dónde no se pueden instalar prostíbulos parece decir también dónde sí pueden hacerlo. Pero, en mi opinión, si no regula, también le estás dando carta blanca. En cualquier caso, creo que se trata de un problema que afecta al Parlamento, que no se puede resolver de forma municipal, salvo que algún ayuntamiento se atreva a hacerlo. Bilbao ha dado ese paso regulando los prostíbulos en bajos, poniendo unas distancias, aforos, servicios... y así ha conseguido dispersar ese tipo de clubes. Pero también se ha producido otro efecto: que esa prostitución vaya a pisos, porque no han sido regulados.
Un tema que ha generado debate a pie de calle es la reordenación de las líneas de Tuvisa. ¿Ha registrado quejas en torno a este asunto?
No, porque la gente es consciente de que esa queja no puede prosperar. No es un argumento que ahora a una persona le venga mal una parada. La cuestión, al final, es qué funciona mejor para la ciudad.
Esta semana se ha conocido que los vecinos de calles afectadas por el tranvía deben pagar más por sus reformas exteriores porque deben colocar los andamios por la noche. ¿Cuál es su opinión?
Los vecinos piensan que bastante guerra les da el tranvía como para que, encima, les cueste más la reparación de la fachada porque tienen que hacer la obra de noche. Ahí creo que tienen razón. ¿Nadie les va a echar una mano?
¿Las obras en las calles son una queja endémica para una ciudad?
Todo el mundo se queja de las obras quizá para desahogarse. También cuando las tenemos en casa nos lamentamos. Porque siempre duran más, cuestan más y nunca salen tan bien como se pensaba.
¿Cómo valora la decisión tomada por el Consistorio en Los Tilos?
El Ayuntamiento nos ha hecho caso en parte. Pedimos un desagüe transversal para que no se acumule el agua y se ha colocado sólo uno. Antes, la calle tenía un dique natural, que eran los bordillos de las aceras; ahora, como se ha reformado y está a ras, a simple vista no da la misma seguridad que antes. El Consistorio dice que sí. Yo estaría más tranquilo con estas rejas transversales, que cuestan bastante poco...
La prueba del algodón serán las siguientes lluvias torrenciales.
Este invierno sabremos si el sistema es suficiente o no.
¿Usted está dispuesto después a abordar de nuevo el tema?
Por supuesto.