"Es obvio que el mundo se va al infierno. La única oportunidad posible es que procuremos que no sea así". Hablaba Robert Oppenheimer, el físico estadounidense, el director del Proyecto Manhattan, padre de la bomba atómica de la que renegó después. La sombría reflexión de Oppenheimer en el mundo de la Guerra Fría podría servir, décadas después, para un mundo azotado por una crisis climática que amenaza como nunca el futuro del planeta como lo hemos conocido y, con él, el de la humanidad.
Esa emergencia condiciona ya nuestro presente a todos los niveles, en una sociedad embarcada en un proceso fulgurante de cambio tecnológico impulsado por lo digital que ha modificado radicalmente nuestra forma de vida a todos los niveles. Como se recoge en la primera declaración de la Presidencia del recientemente constituido Foro Multiagente de Transición Social y Agenda 2030, nos encontramos ante una triple transición energético-climática, económico-digital y social, sanitaria y demográfica. Una triple transición presente en los debates que acogió hace unos días el Foro Álava Objetivo 2022 celebrado por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA bajo el título Impulsando un modelo económico y social sostenible y en este suplemento.
La sostenibilidad ya no es una opción, es una necesidad. La descarbonización, la eliminación de gases de efecto invernadero y la neutralidad en carbono son una urgencia que requiere de un impulso decidido de las energías renovables y de una nueva movilidad que vaya dejando atrás el motor de combustión en favor de fórmulas electrificadas. Retos que ofrecen sin duda una ventaja competitiva a las empresas y territorios que han alineado sus estrategias con ellos, pero que también ofrecen una oportunidad de actividad. Como causa pero también como efecto de esto, las ciudades tal como las hemos concebido deben cambiar. La capital alavesa es un buen ejemplo del camino a recorrer en esta materia, avanzando en un urbanismo más amable con el ciudadano, inclusivo, sostenible, con una movilidad que priorice el transporte público y medios de transporte no contaminantes. Un camino en el que la Green Capital ha dado pasos pero en el que aún quedan etapas por recorrer para alcanzar ese objetivo de urbe cohesionada y equilibrada.
Pero ninguno de estos retos puede avanzar sin el impulso de la tecnología, la investigación y la innovación. La inversión en I+D en Euskadi en 2020 -año marcado por la pandemia- creció un 4,1%. En este ámbito, la Agencia Vasca de la Innovación se ha propuesto, dentro de su Plan Estratégico 2021-24 tres grandes objetivos: incrementar la innovación entre las pymes, impulsar el interés de los jóvenes por la ciencia y la tecnología -especialmente entre las mujeres- y aumentar la presencia de la I+D+i vasca a nivel internacional. Una apuesta que debe precisamente orientarse a garantizar ese desarrollo económico y social equilibrado y sostenible. Y al hablar de sostenibilidad no solo estamos hablando de lo medioambiental, sino también de lo social, porque ambos aspectos están íntimamente unidos en la necesidad de hacer frente al reto demográfico, la pobreza y la exclusión, y el respeto a los derechos humanos, la dignidad humana y la igualdad.
A estos desafíos cruciales se enfrenta hoy un mundo absolutamente globalizado y digitalizado, en el que Álava y Euskadi no solo buscan dar respuesta, sino que también aspiran a liderarla. En un discurso pronunciado en 1963, cuatro años antes del fallecimiento de Oppenheimer, John Fitzgerald Kennedy dijo aquello de que "nuestros problemas son provocados por el hombre, por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre. (...) Ningún problema del destino humano está más allá de los seres humanos". Hablaba sobre la paz en tiempos de Guerra Fría. Como las palabras de Oppenheimer, podría servir hoy.