Londres - Consumado el adiós a la Unión Europea (UE), el Reino Unido debe redefinir a partir de ahora sus relaciones con el resto del mundo, un proceso en el que la cuestión más planteada ayer por la prensa británica es: ¿qué ocurrirá ahora?

El casi medio siglo de pertenencia británica al club comunitario llegó a su fin en la medianoche del viernes al sábado con sensaciones agridulces. Por delante quedan aún once meses de una transición todavía incierta, en la que ambas partes han de perfilar un nuevo nexo.

En un artículo publicado ayer en el diario británico The Times, el presidente francés, Emmanuel Macron, subraya las dificultades con las que previsiblemente ambos exsocios se toparán en sus negociaciones comerciales. “Redunda en nuestro interés común definir una asociación lo más estrecha y profunda posible en materia de defensa y seguridad, y en cuestiones policiales, judiciales, medioambientales, científicas y en cooperación cultural”, apunta el mandatario.

Al mismo tiempo, Macron alerta de que “la facilidad de acceso al mercado europeo dependerá del grado en el que se acepten las reglas de la UE”, ya que el bloque “no puede permitir que se desarrolle entre ambos ninguna competencia dañina”.

El diputado conservador británico, Michael Gove -junto con Boris Johnson, uno de los artífices de la campaña a favor de la salida del bloque- subrayaba a ese mismo periódico que “el verdadero significado del brexit es fortalecer la democracia parlamentaria” de este país.

El económico Financial Times incidía ayer en el tiempo que se ha tardado para consumar finalmente el Brexit: “El Reino Unido finalmente corta sus vínculos con la UE”, mientras que casi todos los diarios nacionales se hacen la misma pregunta: “¿qué pasará ahora?” The Guardian empleaba, quizás, un tono más nostálgico -titulando ayer: “El día que dijimos adiós”- y su editor de Economía Larrry Elliott vaticina “el comienzo de una nueva era”, en la que el país “se adentra en una década, potencialmente, de profundo cambio estructural”.

El acuerdo de brexit ratificado estipula tan solo los términos de la marcha aunque deja por resolver la futura relación bilateral, una falta de concreción que genera incertidumbre en todos los sectores.

Entre otros acuciantes asuntos, Londres y Bruselas tendrán que construir un nuevo tratado comercial antes de la fecha límite de ese periodo de transición del 31 de diciembre. Pero, además, deberán determinar el grado de acceso que tendrán en este nuevo capítulo las firmas de servicios financieros, definir una normativa migratoria o perfilar mecanismos de seguridad compartida.

Transición “insuficiente” Once meses de transición es un periodo que a la UE le parece insuficiente para poder abarcar todos los pormenores del futuro tratado aunque el primer ministro británico, Boris Johnson, ha avisado de que no prolongará esa transición.

El extitular británico para el Brexit David Davis opinó en este primer día extracomunitario que “es posible” forjar un acuerdo comercial “en apenas 11 meses”. En estos próximos meses, Londres buscará un tratado de libre comercio que garantice que las importaciones y las exportaciones estén exentas de aranceles.

Johnson querrá asimismo desligarse de la alineación con las regulaciones comunitarias, un punto que deja la puerta abierta a nuevos controles fronterizos. Pero además de sus negociaciones con los 27, el Reino Unido explorará un posible tratado de libre comercio con Estados Unidos. Mientras tanto, el país debe continuar cumpliendo con las regulaciones de la UE y contribuyendo al presupuesto comunitario durante este periodo transitorio. Eso sí, ya no habrá eurodiputados británicos en el Parlamento Europeo, ni butaca para el premier en las reuniones de líderes.

Celebraciones ciudadanas Dejando a un lado el plano más institucional de este divorcio comunitario, la ciudadanía británica demostró ayer la división social que ha causado este proceso del brexit. Ayer, primera jornada tras la ruptura con la UE, las calles de Londres y, en general, de todo el Reino Unido, recuperaron la calma y la normalidad tras los festejos multitudinarios celebrados de madrugada. La céntrica plaza de Parliament Square, núcleo de los actos del viernes para marcar la desconexión británica del club comunitario tras 47 años, recuperó su estado normal, despojada ayer de cualquier resquicio de fiesta a excepción de alguna bandera de la Union Jack y muchas huellas embarradas de zapatos en el césped.

Los partidarios lo vitorearon mientras que los proeuropeos llevaron a cabo sobrias vigilias. En la citada plaza, miles de personas estallaron de júbilo al llegar la medianoche del viernes al sábado. Allí, el grupo euroscéptico liderado por el ya exeurodiputado Nigel Farage organizó la fiesta más grande de la jornada. En general, las celebraciones transcurrieron de manera civilizada, y la Policía Metropolitana de Londres (Met) apenas tuvo que efectuar detenciones durante la noche.