Puso rostro al imposible. El policía foral cuenta cómo halló a la víctima de Pozoblanco. Fue por un lunar en una foto entre un millar, un golpe de suerte lo que llevó a ella.

ra un reto capitular. "Para tirar del hilo, solo teníamos un trozo de vestido de una chica, que era lo único que se veía en un vídeo grabado en una noche de fiesta y dentro de un coche. Al principio parecía algo imposible y pregunté cuánto tiempo podía invertir en averiguarlo, porque en ese momento no sabes el éxito que van a tener las pesquisas que realizas. Tuve vía libre".

Quien habla es Pablo, desde 2015 agente de la Brigada de Delitos contra las Personas de la Policía Foral, que se encarga de las investigaciones de homicidios, asesinatos, desapariciones de alto riesgo y agresiones sexuales sin autor conocido. ¿Por qué Pablo se hizo cargo de este asunto? Porque se trataba de un hecho delictivo distinto, que había aparecido en el rastreo de teléfonos de los integrantes de La Manada, detenidos el 7 de julio de 2016 en Pamplona acusados de violar a una joven en un portal de la calle Paulino Caballero. En aquel momento, al ser arrestados, los propios procesados entregaron sus móviles y dieron su consentimiento para que se analizara el contenido de los mismos.

Los vídeos que grabaron al violar a la joven en Sanfermines resultaron una de las pruebas mayúsculas para confirmar su condena. Pero en esos móviles había evidencias de más delitos. El juez instructor ordenó que se investigaran todos los hechos delictivos que pudieran encontrarse en los dispositivos. Y en la galería de imágenes del teléfono de Antonio Manuel Guerrero, el encausado que era miembro entonces de la Guardia Civil, apareció otra grabación de "un abuso sexual de libro", según Pablo, del que nada se sabía entonces. Y el policía foral, comisionado por el juez y sus instructores, comenzó a desenmarañar aquello. "En primer lugar me encargaron que individualizara la conducta de cada uno de los acusados en los vídeos que grabaron en Pamplona durante la agresión sexual. Para ello analicé los terminales de los cinco. Y traté de identificar todos los actos que realizaba cada uno de ellos. Luego reproduje los audios que se escuchaban en esos vídeos, donde se veía una agresión sexual de libro. Aquello no era un jolgorio. Para darse cuenta del trabajo que eso supone, recuerdo que solo uno de los móviles tenía 135.000 archivos y, por ejemplo, Whatsapp es solo uno de esos 135.000. En ese análisis descubro en el móvil del guardia el vídeo de la que ahora sabemos es la chica de Pozoblanco. Pero entonces no sabíamos nada, ni dónde era aquello, ni quién era y ni siquiera cuándo se grabó ese vídeo. Y es que una investigación de móviles de este tipo es muy compleja, es como encajar un puzzle, no puedes encajar una pieza suelta con otra. Para construir el puzzle había que ir a las tripas de los metadatos, que es la información que genera una imagen o un vídeo en el momento en el que tú lo retratas o lo grabas. El problema en este caso fue que los metadatos que me ofrecía el vídeo no eran los buenos, no eran las fechas que buscaba. Y eso ocurría porque el guardia civil había cambiado de móvil en fechas recientes. A partir de ahí rastreé aquellas grabaciones y pude dar con lo que me parecía que era la fecha correcta".

búsqueda en redes Primer bingo. Pablo trataba ahora de desmigar el resto de incógnitas. Primero buscó las fiestas que se pudieran haber celebrado en pueblos cercanos al lugar de residencia de La Manada. Encontró que aquel 1 de mayo de 2016 se había celebrado la feria de Torrecampo (Córdoba) e inició "batida por todas las fotos públicas" que se hubieran generado de aquel evento. Encontró el perfil de un fotógrafo dedicado a fotografías festivas que tenía gran cantidad de material. Y luego descubrió el perfil de Facebook de una caseta festiva en la que aparecía un millar de imágenes de aquella noche. "Fue ahí cuando entra en juego el factor suerte. Solo teníamos un trozo de vestido. Y, de todo ese montón de fotos que había, solo en una veo a una chica con un vestido que se corresponde con el que llevaba la chica del coche. Trato de fijarme en lo que lleva la chica: la pulsera, el reloj, un lunar...". Y sigue el factor suerte porque Pablo escudriña luego las decenas de likes que, por ejemplo, tenía esa foto colgada en la red social. Y en uno de los perfiles privados que había dado un click de me gusta a esa foto "se veía a lo lejos, en su foto de perfil, a una chica con un lunar". Pablo acelera la investigación. Está a punto de dar con el paradero de alguien que resultaba casi impensable. La joven utilizaba un nombre que, más o menos, podía coincidir con su identidad real. Y un día, ya con un posible nombre, contacta con la Policía Local de Pozoblanco para solicitarles un contacto de esta joven. No explica el motivo. En aquel momento era secreto de sumario todo este asunto. Solo el juez y los investigadores sabían de lo que hablaban. Pablo llama por teléfono. Al otro lado le contesta una chica que "de primeras se queda flipada. Al principio piensa que es una broma. Pero cuando le digo que le llamo por lo que pudo ocurrir en mayo en Torrecampo rompe a llorar. Empieza a decir "lo sabía, lo sabía, ya lo dije...". Y me cuenta que tuvo un problema con un chico, que apareció desnuda en un coche, y que creía que la habían violado y que la habían pegado. En aquel momento, me dice, se lo contó a varias personas y nadie le creyó. Como estaba convencida de lo que había pasado, incluso me dice que había guardado el vestido que llevaba y que se había hecho fotos de los hematomas con los que amaneció. Le dije que podía denunciar lo ocurrido y fue súpervaliente desde el principio. Repetía que quería denunciar por ella y por todas las chicas que les pudiera ocurrir una situación similar. Pero a su vez ella temía que no la creyeran, como le había ocurrido antes, y que iba a estar en desventaja".

La historia de la investigación, resumida aquí en 200 líneas, supone horas de trabajo sin descanso. Solo así pudo el policía dar incluso con el punto kilométrico exacto de la carretera en el que se grabó el vídeo de Pozoblanco. Pendiente siempre de que cualquier informe pueda aportar algo más. Pablo vive esos días de actividad álgida casi enclaustrado. "Con trabajos así no veo nada, ni la tele, ni la radio, ni la prensa. Me abstraigo de todo y me facilitan el trabajo al máximo. No tengo ni presiones, ni injerencias de ningún tipo, y además creo que trabajamos de la mano de jueces de instrucción que en Navarra hacen una labor impresionante. Son buenísimos, no solo para las víctimas, también para defender garantías y derechos de los investigados, y así se vio en este caso".

la clave, el móvil de boza Entregado al cometido, el agente recuerda que "la clave" para esclarecer los hechos la aportó curiosamente el móvil de Ángel Boza, el único condenado de La Manada de Sanfermines que no estaba presente en los hechos de Pozoblanco. En el móvil de Boza aparecía un grupo de whatssapp, "Peligro", del que el resto de procesados bien no formaban parte o se habían borrado. Pero a ese grupo fue al que El Prenda envió el vídeo del abuso sexual en el coche al regresar de Torrecampo a Pozoblanco. Alguno de los integrantes de ese grupo de chat hicieron entonces comentarios que sirven para abundar en los indicios de abuso sexual. Eran observaciones groseras en las que se decía "viene de follarse a la Bella Durmiente" o "qué le habéis echado, ¿cloroformo?". Pablo recuerda que su labor de investigador se basa "en la objetividad, sin hacer interpretaciones. Pero los comentarios de esos espectadores del grupo de whatsapp corroboraban lo que yo estaba viendo. Si yo veo que es blanco, el resto ve blanco, seguramente va a ser blanco".

el grupo al que se difundió El investigador y otro compañero de la Policía Foral cierran una cita con la víctima de Pozoblanco. Bajan allí y durante horas, hasta la 1.30 de la madrugada, se entrevistan en un hotel de Córdoba con la joven para conocer todos los pormenores de que le ocurrió. "Nos encontramos a una chica que estaba hecha polvo, que trata de llevar todo esto en secreto, de manera discreta y que muestra mucha confianza en nosotros. Pero también le advertimos de todo lo que va a suponer este proceso también para ella. Asumía ya desde antes de que llegáramos a contactar que era una víctima y lo quería hacer ver que lo que pasó aquella noche en Torrecampo fue verdad". En aquel momento, Pablo también conversa con varios testigos a los que la víctima había relatado en su día sus preocupaciones. "Todos sabían de lo que hablábamos, de aquel episodio de Torrecampo. A nadie se le había olvidado".

el pelo y el popper de pamplona Entonces, los policías también le tomaron "un mechón de pelo que enviamos a Toxicología para conocer si podía haber resto de sustancias tóxicas que se pudieran haber utilizado. Así nos asesoraron expertos en la materia", explica Pablo. El agente recuerda que en el caso de La Manada en Sanfermines quedó fuera del enjuiciamiento, por decisión de la Audiencia Provincial, los whatsapps anteriores y posteriores a los hechos. Así que apenas se pudo cuestionar por la burundanga que mencionaban en los whatsapps para traer a Pamplona y tampoco se aludió al hecho de que en algunas imágenes se les viera consumir una sustancia que pudiera ser popper que, por ejemplo, sirve para deshinibir esfínteres, obtener placer sexual y que puede explicar ausencia de lesiones en agresiones sexuales.

Pablo dice una frase que sirve como colofón a su trabajo investigador. "Después de este tiempo, es como si hubiera estado con ellos, como si me hubiera metido en el maletero del coche de La Manada el día que salieron de Sevilla, pasara por Barcelona y San Sebastián y llegara a Pamplona con ellos. Porque en ese viaje dejaban constancia absolutamente de todo lo que hacían". A Pablo le molesta que los condenados "vinieran a Pamplona con una idea equivocada de los Sanfermines, como si esto fuera Sodoma y Gomorra. No son lo que ellos esperaban que fueran. Aquí, a la Policía Foral se nos ha tratado como si fuéramos los malos de la película, como si quisiéramos condenarles a toda costa, y nosotros solos nos dedicamos a esclarecer los hechos delictivos que cometieron, con el aval del juez que permitió investigar Pozoblanco".