- El presidente canario, Ángel Víctor Torres, expresó ayer su deseo de que la colada de lava que arroja el volcán deje de ensancharse dado el efecto devastador que ha tenido en viviendas -744 edificaciones afectadas, de las que 656 están destruidas- y explotaciones agrícolas, tras la apertura del canal que la dirige al mar donde sigue desembocando “con normalidad” y que ha generado una nube de vapor de agua y otros gases, posiblemente tóxicos, que ayer obligó a mantener el confinamiento de alrededor de 5.000 vecinos de Tazacorte. No obstante, el tono y las palabras pronunciadas por otro miembro de su gabinete tuvieron mayor eco. Sobre todo porque llevan la firma del responsable de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias.

José Antonio Valbuena dejó claro que no habrá límites en documentos, reglamentos ni leyes para “una solución humana”, para la reconstrucción urbana y social en La Palma; sólo el límite que imponga la naturaleza y lo que técnica y constructivamente sea imposible”. Así de expresivo se mostraba ayer el consejero canario quien añadió que “ahora el volcán sigue hablando, cuando termine hablaremos nosotros y nuestro objetivo es que los camiones cargados de enseres regresen cargados de enseres”.

Valbuena dijo que el Ejecutivo busca una “solución técnica con corazón” para realizar la reubicación de los vecinos afectados. “Lo importante son las personas; lo último, los ecosistemas”, sentenció. En su comparecencia dejó claro que no habrá impedimentos legales para evitar el desarraigo de los damnificados y “el único límite” que habrá será el que imponga la naturaleza.

En su opinión, la reconstrucción necesitará de “soluciones humanas” y no técnicas o legales. Valbuena comentó que no es “sospechoso” de atacar los ecosistemas y hábitat naturales pero dejó claro que no va a defender que los nuevos terrenos que ha generado la colada de lava sean espacios naturales protegidos. “Haré lo posible para rebatir esos argumentos y si me enseñan un precepto, un artículo o una normativa legal lo vamos a cambiar, el cuerpo normativo actual no está pensado para una erupción”, sentenció, subrayando que para el Gobierno canario, los propietarios de esos terrenos “son los mismos” que había antes de la erupción.

En esa línea, manifestó que se va a analizar “caso por caso” la situación de cada afectado, incluso los de las personas que no quieran volver a esos barrios por el impacto psicológico. “Hay que intentar evitar al máximo los desarraigos y la deslocalización”. Según los primeros cálculos que maneja el Ejecutivo canario, hay algo menos de 200 viviendas afectadas en los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane, lo que apunta a una crisis social “sin precedentes” que hay que empezar a afrontar y sin que la erupción haya finalizado.

En esa línea, dijo que se está analizando el perfil social de cada afectado para saber si cuenta con escrituras de las viviendas y los terrenos o si tiene cargas hipotecarias, lamentando en este punto que muchas entidades financieras solo estén eximiendo a los afectados el pago de los intereses. “Hay que exigirles más, no están a la altura, no tienen gestos de compromiso real”, zanjó.

Desde el punto de vista ambiental, sostuvo que una erupción volcánica “es la catástrofe natural más importante de todas” y la peor para un territorio porque “la naturaleza hace borrón y cuenta nueva y de forma dolorosa”. En este sentido, aseguró que plantear trabajos de restauración ambiental “es imposible” porque el malpaís tarda hasta unos 3.000 años en empezar a ser colonizado. “Para este Gobierno y seguro que para este Parlamento, los propietarios siguen siendo los propietarios que eran antes, no puede haber ningún tipo de cambio, prevalecerán las soluciones humanas, lo importante son las personas y lo último los ecosistemas o el medio ambiente, no puede haber ninguna duda”, insistió. La respuesta planteada a esta catástrofe cuenta con el apoyo en todos los grupos parlamentarios.

La lava que cae al mar ha creado un “enorme delta” de aproximadamente medio kilómetro de ancho, mientras que el océano a su alrededor ha cambiado de color por los efectos del material volcánico. Ahora se unen áreas en color turquesa y otras marrones, especialmente en la zona cercana a la lava. Este fenómeno ya se pudo observar hace diez años en la erupción volcánica submarina de la isla de El Hierro, en la que mar se tiñó de varios colores hasta que finalizó la salida del magma. En la zona de los acantilados donde ha caído la lava se ha producido un pequeño derrumbe.