No ve mal que en espacios abiertos se aligere el uso de las mascarillas, ya que entiende que la tasa de positividad descendió lentamente, hasta el último rebrote, y que se debían de abordar ciertas medidas. "El quid de la cuestión es cómo se va a gestionar esto", dice con preocupación Miren Basaras, microbióloga responsable de la gestión del Comité de Vigilancia Covid-19, organismo de la UPV/EHU encargado de la coordinación, asesoría, información, seguimiento y control de los efectos diarios que el coronavirus pueda ocasionar en la universidad pública vasca.

La realidad es que, a pesar de que la incidencia de casos baja, el virus sigue contagiando.

-Estamos todavía con incidencias acumuladas superiores a 100. Y desde la OMS y todas las autoridades sanitarias recomiendan que sean inferiores a 50. Estamos aún en un momento álgido de la pandemia. Además, mayoritariamente la población está sin vacunar, a pesar de los esfuerzos que se realizan desde las autoridades sanitarias. Con las dos dosis llegamos solo al 30% de la ciudadanía. Estamos muy lejos de esa inmunidad de grupo de la que tanto se habla.

Mientras aquí aparcamos las mascarillas en lugares abiertos, otros países en situación mejor que la nuestra las retoman.

-Por las cepas nuevas que están apareciendo. En Israel y Reino Unido, con tasas de vacunación completa del 60%, están volviendo a tener muchos problemas y en algunos espacios han vuelto al uso obligatorio de las mascarillas.

Usted se ha manifestado partidaria de haber esperado unas semanas más a la liberalización de las mascarillas en lugares abiertos.

-Me habría parecido mejor esperar a que la positividad se encontrara más baja y que tuviéramos un mayor numero de población vacunada completamente. Porque hay que matizar mucho el tema del no uso de las mascarillas en sitios abiertos. Tampoco tenemos que tomarnos con alegría el llevar siempre la mascarilla en el bolso. Lo que está claro es que en muchos sitios al aire libre tendremos que estar con mascarilla, ya que se ha demostrado que es una forma, junto a la distancia social, de contener el avance del virus.

En otros países con menos incidencia, como el Reino Unido, han retrasado las medidas liberalizadoras. ¿Se tendría que haber hecho lo mismo aquí?

-Creo que tendríamos que ir aprendiendo de lo que están haciendo esos países donde las cepas nuevas inciden con virulencia. Ellos están apostando por liberar las restricciones de forma más lenta. Hay que seguir haciendo pedagogía del uso de la importancia y de su correcta utilización. Lo que se está haciendo en Madrid es un buen ejemplo de la línea que no tenemos que seguir. Con el grito de "libertad" es como si la pandemia no existiera. Y, por mucho que se repita, el coronavirus sigue latente. Madrid es un ejemplo, pero en negativo.

Muchos especialistas afirman que la mascarilla y otros hábitos anticovid han venido para quedarse. ¿Es así?

-No sé si han venido para quedarse definitivamente entre toda la población, pero tal vez sí entre distintos sectores de la población que tienen un elevado riesgo de padecer determinadas enfermedades respiratorias. En estas habría que recomendar su uso, porque este año casi no hemos visto casos de gripe y otros virus que suelen ser muy prevalentes en invierno. Igual habría que reflexionar si a este colectivo tendríamos que recomendarle usar, en otoño-invierno, las mascarillas en entornos cerrados, que es donde más transmisión se produce no solo de covid, sino del resto de virus.

¿A partir de ahora, pedagogía social y prudencia?

-Está clarísimo que la pedagogía es fundamental. Se tiene que hacer no solo por parte de las autoridades sanitarias, sino también de las políticas.