- Los profesionales del sector del agroturismo en Euskadi no tienen para olvidar el pasado 5 de marzo. Fue la fecha en la que el Labi anunció que se ponía fin al cierre perimetral y se permitía la libre movilidad en Euskadi. Aquella decisión supuso un antes y un después para las casas rurales, que tras casi seis meses de parón de la actividad, comenzaron a experimentar un "bombardeo" de reservas.

"Al abrirse la movilidad a todo Euskadi, el viernes noche ya fue una locura porque toda la gente empezó a reservar para este puente y para Semana Santa", confirma Aizpea Areizaga, que regenta el establecimiento Usotegi de Getaria. "Es el primer fin de semana gordo que trabajamos desde verano. En Navidad la movilidad en Euskadi estaba abierta y se notaron las vacaciones de los niños, pero no como esta vez. No sé si es porque es primavera, porque se ha hecho largo o por qué, pero esta vez sí que ha habido un boom, había necesidad de cambiar de aires y se ha notado mucho. El ansia por salir era mucho mayor", celebra.

Areizaga hace la siguiente reflexión: "Dentro de lo que cabe, el verano pasado en la costa se trabajó bastante. No eran las mismas reservas de siempre, pero se trabajó. Yo tengo expectativas para este año. Para mí la cuenta atrás con las vacunas ya ha empezado y la gente ya ha empezado a hacer reservas. Luego si no se puede ya se cancelará, pero ganas sí que hay".

Desde Maddiola, en Igeldo, Olaia Aranburu coincide: "Fue anunciarse las medidas del Labi y esa misma tarde llenamos para la Semana Santa. Teníamos lleno con valencianos, catalanes€ que fueron anulando sus reservas, pero esa misma noche ya conseguimos volver a llenar. Con el puente nos ha costado un poco más, pero también estamos trabajando bien". Aranburu regenta un negocio familiar (como casi todos los del sector) compuesto por dos casas, uno con seis apartamentos y otro con dos y seis habitaciones. "Solo nos queda un apartamento libre. La gente se ha movido y hasta el último momento está intentando hacer reservas", asegura. "La gente necesita desconectar. Aunque haga malo, necesitan salir de casa", insiste.

Ana Illunbe, de la casa rural Goikoa de Usurbil ha conseguido salvar el invierno gracias a una serie de trabajadores que necesitaban un alojamiento a buen precio porque, reconoce, los visitantes "no han llegado". Ahora, en cambio, parece que el negocio comienza a moverse, aunque todavía existe mucha incertidumbre: "Claro que quieren salir, pero está todo en el aire". "La gente llama según lo que escuchan en la tele, depende de las restricciones. Se espera hasta el último minuto y ya no se pueden hacer reservas. Me ha llamado gente preguntando por el verano, pero ¿para qué? Si no sabemos lo que va a pasar. Yo prefiero que no reserven hasta el último momento, porque luego hay que hacer anulaciones, hay que encontrar gente para esas fechas€ ", expone Illunbe.

Desde Oiharte, en Zerain, Maria Luisa Urrestarazu, destaca que "ha sido un año muy difícil. Hemos perdido hasta la ilusión". "Desde verano no hemos casi trabajado. En Navidad tuvimos suerte porque un grupo de seis amigos quería venir, pero lo demás no hemos trabajado nada. Para la Semana Santa ha habido muchas reservas y esos cuatro o cinco días estamos llenos. Pero veremos, porque vamos para arriba con los datos (de contagios) y da miedo. Pero se ha visto que la gente tiene muchas ganas de moverse", indica.

Confía en que en los próximos meses puedan "salvar la situación". "La maratón de Zegama, por ejemplo, todavía no se ha anulado, seguimos con esperanzas de que se celebre y eso para nosotros es importante porque tenemos muchas reservas en esas fechas", dice, pero reconoce que todavía tienen "muchas dudas".

En el alojamiento Haitzalde de Mutriku colgó el cartel de completo para el puente de San José el mismo 5 de marzo. En enero decidieron cerrar para acometer una serie de mejoras en la casa y desde que reabrieron el día 12 no han dejado de trabajar. "Entre semana, por ejemplo, no solemos tener mucha gente, pero esta semana, por ejemplo, hemos tenido cinco habitaciones llenas. Nos entran las reservas de un día para otro y estamos contentos porque desde verano casi no hemos trabajado", confiesa Izarra Ituarte. "Algo trabajamos en septiembre y octubre, pero en cuanto empezaron las restricciones de movilidad, ya muy poco. Algo en Navidad, pero no dentro de la normalidad de esas fechas. Al menos el comienzo ha sido bueno", exclama.