La enfermera clínica de Neumología Arantza Sarasola fue una de las primeras, “si no la primera”, en recibir ayer la vacuna contra el coronavirus en el hospital de Cruces. Está convencida de que ese momento “marca un antes y un después en la pandemia”, ya que permite “ver luz al final del túnel”.

Aunque sabían que les iban a vacunar en breve, para la propia Sarasola fue una sorpresa que la avisaran el mismo jueves de que al día siguiente debía acudir a ponérsela. La citaron a las 9.30 horas y, como el resto de sus compañeros, acudió puntual a la cita. “Ha ido muy bien; el pinchazo es incluso menos molesto que el de la gripe, no sé si porque la aguja igual es más fina. Y eso que íbamos todos nerviosos porque había mucha expectación”, relataba, todavía emocionada, tras pasar los quince minutos de observación de rigor. “No he tenido ninguna reacción, así que luego, a trabajar”.

No escondía la alegría que le producía ver cómo las tan esperadas vacunas se empezaban por fin a administrar entre unos sanitarios que plantan cara todos los días al coronavirus. “Trabajo en planta covid, donde todos los casos son sospechas y positivos, y la verdad es que estoy muy contenta”, reconocía. El incremento de los casos tras las fiestas de Navidad, con una presión hospitalaria que va en aumento, ha hecho que esta llegada haya sido más celebrada, si cabe, entre los sanitarios, que llevan ya “muchos meses” luchando contra ese enemigo invisible. “Yo tenía ganas y, al igual que yo, el resto de profesionales, sobre todo aquellos que tienen familiares de riesgo, mayores... Y en general también para la atención al paciente; siempre es complicado estar en un área covid y esto te da una tranquilidad. Ves la luz al final del túnel, que hay una salida y que es la única manera de que esto se solucione”, destacaba.

Y es que, en primera línea contra el virus, estos meses han sido “muy duros” para los profesionales como ella. “La gente está con una carga física, psicológica y asistencial terrible. Llevamos mucho tiempo y se está notando. Va con altibajos pero es una tensión constante; teníamos que encontrar una salida y aquí ha llegado”. Sarasola confesaba que trabajar durante esta pandemia ha sido “una mezcla de emociones”, ya que “también hemos sacado cosas positivas de todo esto: se ha hecho mucha piña, se ha trabajado en equipo... Pero el cansancio se está notando”. Empezando por las propias medidas que se deben adoptar en una planta covid, “muy estrictas. Por ejemplo, no había visitas de familiares en un primer momento y ahora solo se permite una visita de una hora con unas normas y unas medidas de protección muy estrictas hacia el familiar que viene. Mucha gente no puede visitar a sus familiares porque están confinados y el paciente ingresado está en una situación muy frágil y muy dura, y eso repercute al final también en el personal. La carga emocional es importante”.

Convencida desde el primer momento de que iba a ponerse la vacuna en cuanto llegara el momento, trata de animar a hacerlo también a aquellos que no están convencidos. “Les diría que se animen, que estén tranquilos y que por lo que se está viendo es la única salida que tenemos. Hay que vacunarse para proteger a nuestros mayores y a la sociedad en general”, argumenta, sin olvidar que, pese a todo, “debemos seguir manteniendo las medidas; sigue siendo importante que la gente las tome en serio y las cumpla”. Con todo, confía en que, como se prevé, la vacunación “vaya rápido” entre el personal sanitario. “Es una muy buena noticia”, finalizaba.

“Estoy muy contenta; con esta vacuna ves la luz al final del túnel, que hay una salida”

Enfermera de Neumología