"No he pegado ojo en toda la noche, todavía no me creo que mis vecinos me hayan agredido en mi propia casa por mi condición sexual". En el rostro de la periodista de Pikara Magazine, Irantzu Varela se asoman las secuelas de los golpes que su vecino de en frente le propinó anoche.

El desacuerdo, según relata Varela, se produjo por un cartón que ella misma había dejado en el rellano de la escalera para llevarlo al contenedor y que debió molestar a sus vecinos. "Cuando llegué me encontré una nota escrita con rotulador rojo en la que ponía que por favor quitase la caja de allí, que molestaba".

Varela explica que la caja para nada entorpecía el paso, ni suponía un obstáculo para nadie ya que el espacio de la escalera es muy amplio. "En la misma nota respondí que llevaría la caja cuando me diese la gana". El enfrentamiento se produjo cuando la pareja llegó a casa. Tal y como relata Varela en la denuncia interpuesta en la comisaría de la Ertzaintza, la pareja que estaba junto a su hija le tocó el timbre y con la caja en la mano entró en su casa "de manera brusca" hasta el punto de que tiraron un espejo al suelo.

"Conseguí sacarles de mi casa, pero su reacción fue totalmente desmedida. Me lanzaron todo tipo de insultos, "lesbiana de mierda", "asquerosa", "machorra" haciendo alusión a mi vida personal y a mi sexualidad". En el descansillo, el hombre le propinó cuatro puñetazos en la cara en presencia de la hija de la pareja. Tras lo ocurrido, la periodista llamó a la Ertzaintza que se personó en el domicilio.

Varela ha acudido esta mañana a su centro médico para aportar el parte de lesiones a la denuncia. La periodista asegura que nunca ha tenido ningún problema con esos vecinos y que no entiende por qué reaccionaron así con ella. "Está claro que el motivo de su enfado no era la caja de cartón...¡Cómo reaccionaron no tiene ninguna lógica!", afirma. Sin apenas dormir, con el pómulo rojo y el labio hinchado de los golpes, Varela confiesa que todavía no da crédito a lo que le ha pasado. "Yo no voy aireando mi vida personal y me he sentido atacada en mi propio espacio. Es duro comprobar que mi vida sexoafectiva es un arma arrojadiza", concluye.