- Ni los peores presagios a finales de enero, cuando se confirmó el primer caso de coronavirus en España, vaticinaban el escenario al que se enfrenta el país, con 1.005.295 contagios y 34.366 muertos nueve meses después, sin haber entrado todavía en invierno y sin encontrar la fórmula que frene la expansión de la pandemia.

Cuatro meses después de que comenzara la llamada desescalada, el futuro sigue siendo una incógnita y, más allá de la efectividad comprobada del uso de la mascarilla, pocos se atreven a vaticinar qué medidas en el ámbito social son las más efectivas para evitar que los contagios se disparen.

Tras el estado de alarma, la ciudadanía, que ya acusa un evidente agotamiento, ha aprendido a convivir con limitaciones de movilidad, confinamientos de ciudades y comunidades autónomas, restricción de aforos, cierre de bares y restaurantes, teletrabajo, enseñanza telemática, y ahora también se familiarizan con términos como el toque de queda, que nunca hubieran imaginado tener que usar en su vida cotidiana.

Y todo ello en un momento en que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, insiste en que “vienen semanas muy duras” llega el invierno y la segunda ola ya no es una amenaza, sino una realidad en toda Europa.

Es cierto que las cifras demuestran que cada vez hay más contagios en España, pero los responsables sanitarios recalcan que la capacidad diagnóstica también se ha multiplicado. Los estudios al respecto concluyen que, en la actualidad, podrían estar detectándose entre un 60 y un 70% de los positivos.

Además, en esta segunda ola, la mitad de los contagiados son asintomáticos y la mayor cantidad de casos se da en el grupo de 15 a 59 años, que representa el 68%; de ellos, los jóvenes de entre 15 y 29 años son el principal, con un 22%.

La media de edad de los afectados ha descendido de los 60 a los 39 años. En menor grado también ha bajado la edad de los hospitalizados, de 69 a 64 años, y los ingresados en UCI, de 64 a 60 años, pero no así la de los fallecidos, que ha pasado de 83 a 86 años.

En la primera y la segunda ola el porcentaje de hospitalización aumenta con la edad, a excepción del de los jóvenes de 15 a 29 años, probablemente porque durante los momentos más duros solo se hacían pruebas a los más graves.

De los casi 700.000 diagnosticados desde el 11 de mayo, cuando se cambió el sistema de vigilancia epidemiológica, un 5,3% de ellos ha sido hospitalizado, un 0,4% ingresado en la UCI y un 0,8% ha fallecido. La letalidad se movió en primavera entre el 11 y el 12%.

Para evitar el estrés del sistema sanitario a pesar del aumento de los contagios por la covid-19, estos meses la vacunación frente a la gripe común entre las personas más vulnerables juega un papel fundamental.

El presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Amós García Rojas, enfatizó: “Si vacunarse frente a la gripe común siempre es importante, en esta ocasión es importantísimo”.

Según datos de Sanidad, la temporada pasada la vacunación evitó el 26% de las hospitalizaciones, el 40% de los ingresos en UCI y el 37% de las defunciones atribuibles a la gripe en las personas de 65 años de edad y mayores, uno de los colectivos que deben vacunarse al igual que, entre otros, las embarazadas o los adultos y menores con patologías.

García advirtió de que se pueden crear “problemas de diagnóstico diferenciales entre gripe y SARS-CoV-2”, y ello se podría obviar vacunando frente a la gripe a los colectivos vulnerables.

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6.114 fueron detectados en las últimas 24 horas, cuando fallecieron 156 personas más.

Máxima alerta hospitalaria. Los 4.024 nuevos infectados y 31 muertes suponen restringir las visitas, preparar dispositivos especiales y posponer operaciones.

Cantidad total de contagios