Esta semana se han cumplido siete meses desde que el lehendakari, Iñigo Urkullu, declaró la emergencia sanitaria en la CAV y horas después, el presidente español, Pedro Sánchez, hizo lo propio con el estado de alarma. Siete meses de pandemia, con más de un millón de PCR realizadas en la CAV, que llegaron tras varias semanas en las que el virus cuyo origen se sitúa en China ya estaba entre nosotros. Siete meses que, realizada una radiografía demográfica mes a mes desde el 15 de marzo, demuestran que pese a las creencias iniciales el COVID-19 ha afectado a personas de todas las edades: en el último mes, el 46% de los casos nuevos tienen menos de 40 años.

En el prólogo de dos semanas de marzo previas a la declaración del estado de alarma, los 619 casos que se registran de manera oficial tienen un reparto igual en cuanto al sexo de los pacientes: 50,2% varones y 49,8% de mujeres. En cuanto a la edad, se vio la primera pauta que hasta junio caló hondo en la mentalidad general, pese a estar equivocada: los menores de 40 años afectados no sumaban el 23% del total, mientras que salvo el tramo de mayores de 90 años (4,5% del total de positivos), las cinco décadas posteriores a la de 40 años se repartieron casi a partes iguales el 15% de casos.

Radiografía 3/4

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El primer mes completo de análisis entre mediados de marzo y abril, que engloba las cuatro primeras semanas del estado de alarma, los casos rozan los 10.200 y el retrato robot de quien cayó enfermo es el de una mujer (57% del total) de entre 60 y 89 años. La franja que más casos suma es la de entre 50 y 59 años (casi una de cada cinco personas infectadas tenía esa edad), mientras que el porcentaje de personas mayores a 90 años se duplica respecto al total del periodo anterior (8,7%). El temor se extendió entre la población de más edad y sus allegados.

Frente a esta realidad, los jóvenes que quisieron se acogieron a una interpretación errónea de la ciencia para sentirse a salvo del virus: todos los casos de menores de 40 años no sumaron el 13% del total en este periodo. Fue el mes más negro: entre el 15 de marzo y el 14 de abril se certificaron 989 decesos con COVID-19 en la CAV.

Fallecidos

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Las limitaciones impuestas por el estado de alarma se hicieron notar y el número de casos detectados cayeron a la quinta parte, aunque las características demográficas de la persona enferma se mantuvieron: siete de cada diez eran mujeres y la quinta parte de las personas enfermas tenía entre 50 y 59 años. El porcentaje que sobre el total suponían las personas entre 0 y 39 años volvió a subir al 20%, aunque la enfermedad afectaba sobre todo a las franjas por encima de los 40 años. Al menos, de momento.

Entre mediados de mayo y mediados de junio fue, en cuanto a casos detectados, el mejor mes de la pandemia. No son ni 300 los casos que se detectan esos 30 días entre los tres territorios (Gipuzkoa ha superado varios días en 24 horas esta semana ese registro) mientras que la CAV camina por las cuatro fases de la desescalada que comenzó a primeros de mayo y en cuanto a los decesos, que el intervalo menos luctuoso será el siguiente (entre junio y julio), bajan de los 459 a los 130.

Fue el valle de la pandemia, porque con la llegada del verano y la nueva normalidad, los casos diagnosticados empezaron a crecer hasta ahora, cuando los datos han llevado a los mandatarios gubernamentales a reconocer en público que las cifras son preocupantes.

¿Una pandemia diferente desde junio?

La segunda quincena de junio y la primera de julio, con las elecciones autonómicas del 12 de julio como gran hito del debate político y sanitario, dejó dos grandes cambios de tendencia. La pandemia que hasta ese momento había sido femenina pasa a ser masculina (el 57% de los afectados son chicos) y los jóvenes entre 0 y 39 años, que hasta la fecha habían sumado entre el 13% y el 27% de casos sobre el total, copan ahora casi el 53% de los nuevos positivos. Entre los 20 y los 39 años suman uno de cada tres casos nuevos. La pandemia, con algunas fiestas universitarias y preuniversitarias en torno a la Selectividad como pistoletazo de salida del verano, ya afectaba a todos. Casi al mismo tiempo, las residencias de Gipuzkoa quedaban el 10 de junio libres de COVID-19. Un mes después del último fallecido en esta red foral.

Los dos meses entre el 15 de junio y el 15 de agosto se identifican en total 43 decesos con coronavirus (21 y 22), los dos meses menos luctuosos desde marzo. Los dos meses posteriores, entre agosto y octubre, la cifra de fallecidos vuelve a crecer: 183 y 216, respectivamente, los peores registros desde los dos primeros meses.

La radiografía del último mes evidencia que entre los 13.150 casos diagnosticados, casi el 52% corresponde a mujeres y el 48% restante, a varones. Una mayor afección en mujeres que ya se dio en los primeros meses de la crisis sanitaria, aunque en cuanto a la edad, el patrón es otro. La franja más afectada (16%) se mantiene entre los 50 y 59 años, pero los menores de 39 años suponen ya el 46% del total.

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El último dato que evidencia que aunque el virus es el mismo la pandemia ha cambiado es el porcentaje de mayores de 70 años afectados, el sector cuya salud tiene más riesgo ante cualquier eventualidad. Entre marzo y abril, fue el 38,8%, con fuerte afección en las residencias; el mes siguiente, el 36%; entre mayo y junio, la cifra cayó al 23,6%; y en los dos meses que van hasta mediados de agosto, 8,9% y 7,5%; hasta mediados de septiembre el indicador sube al 11% y hasta el 12%. Siempre lejos de suponer aquel casi 40% del total de casos que causó estragos en este sector de la población.

Desde otro punto de vista, los indicadores han cambiado, aunque el virus, no. Véase una última muestra: si contraponemos dos sectores de edad, los menores de 40 años y los mayores de 70 años afectados por el COVID-19. el primer de la pandemia mes arrojó una mayoría de casos 14%-39% entre los más veteranos. Siete meses más tarde, el porcentaje ha cambiado de manera radical: 41%-14%.