- "A pesar de que la situación no sea la esperada, porque no pensábamos que tendríamos tan pronto tantos brotes, disponemos de más datos y herramientas para afrontar la enfermedad, a la espera de la vacuna. Contamos con marcadores que nos indican el modo de actuar ante el covid. Además, la capacidad hospitalaria y de realización de pruebas diagnósticas es mayor", explica, Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología de la UPV/EHU.

Para Quindós falla la actitud como ciudadanía. "Hemos pensado que ya podíamos hacer una vida casi igual que antes de la pandemia, y aunque el virus no circulara con tanta intensidad como al principio, seguía ahí. Ciertas actividades poco responsables de la gente han servido para que se produjeran más brotes de los esperados", opinión en la que coincide de pleno con Pérez Iglesias.

El microbiólogo reconoce que la situación es preocupante porque "casi no distinguimos si son brotes que podemos comprobar o empieza a darse realmente una transmisión comunitaria que se nos escapa al control. Puede que no sea así, pero estamos al borde y eso sería una muy mala noticia para los planes sociales, como volver a la escuela, a la universidad, al trabajo... Todo esto pende de un hilo, porque la actitud de cómo actuar en esa situación dependerá de la fotografía que tengamos en ese momento", asegura Quindós.

Sobre el inicio del curso escolar y de la universidad sostiene que no se podrá llevar a cabo de golpe en todos los sitios. "Habrá que ver la comarca o región sanitaria, la situación en la que se encuentra cada una de ellas. Si las tasas de contagios son muy altas, igual habría que esperar alguna semana más para su inicio o realizar docencia on line. Esto lo tendrá que plantear la consejera de Salud. Dependerá de cada sitio; habrá urbes que no tengan excesivos problemas, mientras que las más pobladas tal vez sí", apunta.

Mientras en la Universidad de Navarra, que inicia el curso el día 1 de septiembre, se ha optado por hace una PCR a todos los alumnos al comienzo de las clases y luego pruebas aleatorias a lo largo de los meses, en la UPV/EHU se ha decidido que haya diferentes escenarios, dependiendo del número de alumnos que tiene cada grado. "Si hay pocos, la docencia será presencial; si hay más, será mixta, una docencia dual. Seremos adaptables y dinámicos, eso está claro", explica Quindós.

Sostiene que hay que tener mucho cuidado al incriminar a la juventud por el incremento de contagios. "A veces tienen la culpa, pero muchas otras no. Tenemos una dinámica social de botellones y debemos de hacer un gran esfuerzo entre este colectivo para que no se produzcan. Debemos de concienciarles a ellos, y a la población en general, de que hemos de sacrificar ciertas cosas en aras a conseguir otras. Valoremos si se educa correctamente en que es más importante mantener la educación y la actividad laboral que ciertos hábitos de diversión, porque los jóvenes tienen muchos años por delante", dice didácticamente.

Quindós teme que corramos el riesgo de saturación del sistema sanitario no hospitalario porque hay suficientes camas de UCI, pero faltan recursos humanos. "Mis compañeros de Microbiología de los hospitales de Cruces, Basurto o Donostia están haciendo guardias continuas, están agotados. Este es uno de nuestros mayores riesgos, que se pueda saturar la capacidad diagnóstica. Están haciendo un esfuerzo titánico con resultados en doce y 24 horas".

A pesar de ello, Quindós mira el futuro con moderada esperanza por el conocimiento de los fármacos que pueden utilizarse en los casos más graves de covid. "Hay un montón de antivíricos que se están evaluando. Por ejemplo, el Remdesivir, que no es lo mejor del mundo, pero sí ayuda a reducir los días de hospitalización. Y las vacunas en marcha, tres de las cuales están muy avanzadas y otras seis o siete que van muy bien. Seamos optimistas, pero sin que nos desborde", reflexiona contundente.

El investigador de la UPV/EHU reconoce que habrá vacunas de todo tipo y las iniciales probablemente servirán para proteger a los sanitarios, a las personas que atiendan en las residencias, a los ertzainas, al colectivo de Protección Civil. "De las que están casi a punto, la de Moderna, la de Oxford o incluso la de China que evalúan en Brasil seguramente sirvan para inmunizar a la gente que tiene que cuidar a otros. Y otras quizá valgan para la gente que debe ser cuidada", asegura Quindós.

El mayor problema será disponer del suficiente número de dosis. "Nuestras autoridades se van a ver muy mal, porque habrá que priorizar y tendrán que explicarlo muy bien a la gente para que no nos sintamos defraudados ni engañados. Será una responsabilidad muy alta. La OMS ya hace una serie de recomendaciones. Habrá medicamentos para curar, otros para prevenir y otros para cortar la transmisión. Así que seamos optimistas, pero sin tirar cohetes".

Y mientras llegan más herramientas terapéuticas contra el covid, el catedrático de Microbiología plantea nuestras dos asignaturas pendientes: mejorar la atención primaria e incrementar el número de rastreadores.