- Andrés Krakenberger, conocido activista de los derechos humanos, puede contar que ha superado el coronavirus. Lo ha pasado mal, estuvo nueve días en la unidad de cuidados intensivos, se encuentra flojo físicamente y en el camino la enfermedad ha acabado con la vida de su suegra y de uno de sus tíos, pero, pese a todo, quiere mandar un mensaje "positivo" y tiene claro que de esta crisis se debe salir un sector sanitario mejor tratado, además de derechos humanos -sobre todo la sanidad, la prioridad ahora mismo, pero también otros como la educación y la vivienda- fortalecidos.

Krakenberger, vitoriano de 55 años, llevaba varios días con una fiebre "que no había forma de bajarla, ni con paracetamol ni con nada", así que llamó a su centro de salud: "Hablé con la médico de cabecera y me dio cita para ir a uno de los centros habilitados para pacientes con síntomas de coronavirus en Vitoria. Allí el médico me dio un volante para ir directamente al hospital", cuenta: "Fui a urgencias del Hospital de Santiago, donde me hicieron varias pruebas. La del coronavirus me dio negativo, pero me dijeron los médicos que no se fiaban del resultado porque tenía todos los síntomas y me ingresaron", comenta el activista, que no tenía patologías previas que pudieran, a priori, complicar la enfermedad: "Lo único, que me sobran bastantes kilos, y dicen que la obesidad es un factor".

El activista nacido en Perú y residente en Gasteiz reconoce haber tenido "mucha suerte" y cuenta cómo fueron las horas previas a pasar de planta a cuidados intensivos: "Cuando el virus se desencadena en su forma más maligna en mi cuerpo era mi segunda noche en planta. Para hacerte una idea, estaba tumbado y, en lugar de descansar, parecía que estaba corriendo una maratón, me iba agotando por momentos. Ahí es cuando di el aviso a las enfermeras y al rato, temprano por la mañana, me bajaron a la UCI".

En la unidad de cuidados intensivos estuvo nueve días: "Me entubaron enseguida, estaba totalmente sedado y no tengo ningún recuerdo visual de la UCI. Es como si te apagaran la tele, por así decirlo. Al principio tuve visitas de familiares, pero lo sé porque me lo han dicho, entonces permitían alguna visita, luego eso lo prohibieron. El primer recuerdo que tengo es cuando me desentuban, que es una sensación bastante violenta, porque de repente abres los ojos y ves a alguien ahí que te está desentubando. Me dijo: Está usted en la UCI del Hospital de Santiago de Vitoria, y eso fue un alivio. Pensé: Al menos sé dónde estoy. A mi mujer le dijeron a ver si pasaba la primera noche, que debía ser la crucial. Luego, por lo visto, me fui estabilizando".

Más de una semana en la UCI tiene "un coste físico", ya que se pierde "mucha masa muscular", y también psicológico: "No sé si esto les pasa a todos, pero en mi caso, cuando salí de la UCI, tuve que volver a aprender cosas. Recuerdo que tuve una auténtica batalla con la cuchara la primera vez que pude comer sólido, a los dos o tres días de estar en planta. Al principio la recuperación va muy lenta, luego aceleras un poco. Cuando sales de la UCI estás hecho polvo", explica. Eso sí, deja clara su "inmensa suerte de poderlo contar".

A Krakenberger le esperan ahora "varias semanas de recuperación en casa": "Voy a estar al menos un par de meses hasta volver a tener la misma forma física de antes de estar en el hospital. Ahora ando un poco en casa y me canso, tengo las piernas flojas, en vez de gemelos tengo ahí un par de palos, pero poco a poco voy andando más tiempo por el pasillo. Noto que voy progresando".

El vitoriano quiere lanzar un mensaje positivo y pide cuidar más la sanidad: "Tenemos trabajando en los hospitales a gente impresionante. A los médicos y enfermeras que trataban conmigo solo les veía los ojos, porque iban cubiertos con esos monos de plástico, la mascarilla y la escafandra, pero les notaba sonreír con los ojos. Nunca ni un mal gesto, y eso que a veces les veías con mucha presión. Son gente excepcional, tenemos que proteger a los sanitarios, es un sector precarizado. Debe ser una de las lecciones a sacar de esto, tener una sanidad sólida y con gente bien tratada".

El activista pide "respetar todas las medidas" de seguridad e higiene para evitar un coste mayor en vidas: "El mensaje principal es que prefiero vivir y tener que enfrentarme a todas las dificultades que vengan, pese a que sean momentos económicos y sociales muy duros". Además, confía en que todo lo que está sucediendo con el coronavirus sirva para que la sociedad tome conciencia de los "derechos" de la población: "Toda crisis es una amenaza y también una oportunidad. Debemos aprovecharla para que derechos humanos como el derecho a la sanidad, el más relevante ahora mismo, pero también el derecho a la educación, a la vivienda, o a la integridad física, sean efectivos, no pueden quedar en papel mojado. Tiene que contar un poco menos la cuenta de resultados, que siempre ha sido la excusa para ir laminando el sector público en materia de sanidad, educación y demás, y tienen que importar más los derechos de la gente".